¿Por qué decimos que la persona humana es, de entrada, una intimidad ignota?



Atención, cuando decimos “de entrada” nos estamos refiriendo a la persona humana tal como nace en el tiempo.
Somos espíritus en el tiempo.
En Dios la persona es siempre hija, nunca está sola.
Pero ahora nos referimos a la intimidad de la persona que “aún” no se conoce enteramente (no conoce que es de Dios).

Estamos ante una intimidad naciente. El niño, hasta llegar a la adolescencia, se va dando cuenta de que es un ser que acompaña, siendo acompañado.

Nunca está solo.

De entrada, la persona humana es un co-ser libre, naciéndose hacia dentro.

Su existencia no es aún tan intensamente activa como para ir tansparentando en su intimidad una réplica real de sí.
De ahí que digamos que no tiene réplica en su interior.
De entrada no conozco a quien me acompaña, aunque me voy sabiendo acompañado. (El bebé dirá: papá).


Somos una intimidad aún ignota.

No hay comentarios: