¿Cómo aparece la intuición de lo santo?

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Lo santo es lo último, lo definitivo.

Lo santo es lo tremendo, ante lo cual no tenemos nada que decir. Lo santo aparece al detectar lo último.

Lo santo es una intuición religiosa, la convicción de que hay una instancia suprema, la intensidad misma, el foco de fuego y de luz absolutamente incontaminado, el misterio de la simplicidad.

Lo santo no se puede describir en términos religiosos porque lo santo trasciende la religiosidad.

Al ser lo absolutamente simple, lo absolutamente idéntico, el hombre no puede narrarlo, se queda sin lenguaje.

Lo santo es el límite del simbolismo, el límite de la cultura, no cabe encontrar un significado más profundo a la naturaleza.

La intuición de lo santo afecta a la cultura indicando que no es lo definitivo. Los símbolos cotidianos, profanos y artísticos no explican el sentido último de la vida. Por eso la religiosidad que proviene de la intuición de lo santo se vierte sobre la cultura con una peculiar anulación que es la ascética.

Lo santo aparece así como contrapunto de la cultura, que nunca es bastante.

Wittgenstein y el último Heidegger (lo oculto del ser heideggeriano  es, implícitamente, lo santo), tienen esa conciencia de crisis de la cultura.

Si lo santo aparece, me hace desaparecer, pues ¿qué voy a decir yo? He visto a Dios, ¿cómo no me he muerto? Es la experiencia de los profetas de la Biblia.

Lo santo anula la religiosidad, la cultura. No hay nada que hacer. Salvo que lo santo se desvele como persona, que ama…









De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 241-243

Para saber más sobre la religiosidad ver la Etiqueta 9.2.2


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