¿A qué llamamos “acto de ser”?

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Tomás de Aquino es el que descubre que, en los entes reales, la composición de potencia y acto no es solamente la composición de materia y forma, sino que hay una composición más profunda: la que existe entre "lo que es" y el "ser", entre la esencia y el “acto de ser” (essentia et esse).

En efecto, las esencias (clásicamente: las substancias), no existen por sí mismas. 

La esencia del elefante no existe por sí misma. Un elefante concreto comienza a existir cuando en el universo aparece su forma sustancial, es decir, cuando la materia se organiza genéticamente como elefante. Pero la “esencia” de elefante no existe por sí misma, al ser contingente.

Hay un acto que la hacer ser y ese acto es el esse o "acto de ser".

Polo considera que no existe un acto de ser para cada ente del universo físico, sino un único “acto de ser” que hace ser al conjunto del universo y que se despliega según las cuatro causas.

Sin embargo, cada persona es creada directamente por Dios. Cada persona es un “acto de ser” personal.

Entendemos así que no es lo mismo el acto de ser del universo físico que el acto de ser personal de cada persona. Acto de ser que se convierte con la persona.

Llamamos, pues, acto de ser a lo que hace que el ser, sea.
Y llamamos esencia a lo que hace que el ser sea "lo que es".

La filosofía se inicia con la admiración, nacida al descubrir que hay algo que no cambia, que es firme, que no es ser mordido por el tiempo: el ser.

La "esencia" es el meollo de cada ser, ese intríngulis que tienen dentro y que les hacer ser lo que son.

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Don Leonardo ha asimilado la doctrina de Tomás de Aquino y la ha ampliado, gracias al método que propone: el abandono del límite mental.
La distinción entre acto de ser y esencia es así afirmada, sacando el enorme partido de la Antropología trascendental poliana.
(Juan A. García González lo muestra).

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