¿Es lo mismo decir esencia humana que naturaleza humana?

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No.

Expliquemos cómo se distingue la naturaleza o sustancia natural propia de cada persona humana, de la capacidad de automejoramiento, que es lo que llamamos propiamente esencia humana.

Cabe decir, en primer lugar, que el hombre es una sustancia natural capaz de autoperfección.

Un perro no se autoperfecciona, su naturaleza se despliega según el orden del universo. Es intracósmico.

La persona humana sí que se autoperfecciona.
Más que autoperfección podemos hablar de automejoramiento. En efecto, perfección tiene la connotación de algo "acabado", de despliegue "completo" de lo que una naturaleza es capaz de dar.

Pero el crecimiento humano es irrestricto, siempre se puede mejorar.

Esa capacidad de automejoramiento, esa potencialidad peculiar del hombre es lo que Polo llama esencia humana.
Es esencia libre cuyo ápice es el yo. Es la esencia la que manda, la torre de control

Y el yo activa la naturaleza humana, el dinamismo de la voluntad. Nótese cómo llamamos naturaleza a lo recibido de entrada (ver etiqueta 4.2). La persona humana recibe una naturaleza que debe activar desde su yo.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.40.2). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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2 comentarios:

AleMamá dijo...

No me han llegado updates tuyos y tus posts no tienen fechas claras. ¿Estás publicando? ¿estás bien?
Saludos de Chile

Joseph Kabamba dijo...

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Merci, mamá Alejandra, por su interés.

Como ve sigo publicando una entrada por día. No pongo fecha porque los temas tratados no tienen que ver con la actualidad.

Se trata más bien de ir confeccionando etiquetas que quizá ayuden a hacer más fácil a don Leonardo.


Yo sigo con interés lo que usted escribe. Aunque no haga comentarios encomiendo a su familia y a su hijo sacerdote.

Atentamente
Joseph Kabamba
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