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¿Cuáles son los hábitos innatos al intelecto personal?

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La sabiduría (que estudiaremos en la etiqueta 2.14).

El hábito de los primeros principios (que estudiaremos en la etiqueta 3.2).

La sindéresis (que estudiaremos en la etiqueta 6.2).

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¿Cómo describen los clásicos los hábitos "innatos"?

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Tradicionalmente se dice que la inteligencia es, de entrada, en el hombre tamquam tabula rasa.

Debe existir, pues, una instancia superior a la inteligencia que la activa y le añade lo que necesita para razonar correctamente.

Una pieza clave para explicar el funcionamiento de nuestra mente es el intelecto agente, luz que ilumina (y que Polo identifica con la persona, concretamente con su trascendental llamado "intelecto personal").

Pero la filosofía tradicional admite también la existencia de unos hábitos innatos, superiores a los adquiridos, que no requieren una operación previa.
Dependen del intelecto agente y son tres :

el hábito de los primeros principios,
el hábito de sabiduría y
el hábito de sindéresis.

Glosa a Antropología trascendental. I. La persona humana. p.153.5

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¿Cómo juega la libertad en la génesis de los hábitos innatos?

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Hablamos aquí de la libertad personal, es decir, de la actividad radical de la persona humana, creada como novedad estricta.

Esta "novedad" no es, en rigor, ex nihilo, de la nada, pues depende del Origen. La persona es respectiva de Dios, réplica en Dios, y de Dios, y para Dios.

De ahí que la actividad última o primera de la persona es una búsqueda de Aquél que puede aceptarla, y que la reconocerá.

Ese "saber nuclear" es lo que llamamos sabiduría, hábito innato, solidario del inteligir personal.

Pero aunque la sabiduría alcance a saber de sí, a entender que soy "además", por otra parte, la sabiduría busca también, animada por la libertad radical que la anima, temas inferiores, que le servirán en su proyecto.
Proceden así de ella los hábitos nativos (hábito innato de los primeros principios y hábito innato de sindéresis).


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¿Cómo juega la libertad trascendental?

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1) gracias a la sindéresis dispone, actuando, con docilidad (hace regalos).

2) gracias al hábito de los primeros principios, se retira, dejando estar (ama la creación, es ecologista).

3) gracias al hábito de sabiduría ratifica su altura, alcanzándose a sí misma (es agradecida).

4) gracias a la gracia y los hábitos llamados sobrenaturales, cede su primado para buscar transcendentemente, su sentido último (quiere siempre más).

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 344.2

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¿Por qué podemos decir que los tomistas disminuyen el alcance de los hábitos innatos?

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Porque los entienden sólo como "habilidades" que permiten conocer mejor los objetos. Serían facilitadores de la buena comprehensión de las especies expresas.

Los tomistas tienen preferencia por el conocimiento objetivo.

Así, gracias a la facilidad que da el hábito de sabiduría, sostienen que conocemos mejor a Dios, pues estamos acostumbrados a considerar las cosas según sus causas más altas.

Según la propuesta de Polo, la temática del hábito de los primeros principios y del hábito de sabiduría no es en modo alguno objetiva (no se limita al conocimiento del objeto, sino que va más allá del objeto, conoce lo superior al objeto. Por ejemplo, al ver una piedra no sólo conocemos el objeto, la piedra, sino que, por el hábito de los primeros principio reales podemos advertir la persistencia del ser, que hace que la piedra sea).

A nivel esencial sí es objetiva la iluminación intencional.
Y los hábitos adquiridos iluminan las operaciones.

Pero la sindéresis, que es el ápice de la esencia, es una iluminación superior a la de los hábitos adquiridos y a la iluminación intencional. Es un ver-yo y un querer-yo en dependencia estrecha de la persona.
Los tomistas, siendo correctos, se quedan cortos.

Glosa a Antropología trascendental. I. La persona humana. p.154 nota 5

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¿Puede crecer la libertad?

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Los griegos saben que somos más libres en la medida en que dominamos los medios que nos conducirán a la felicidad.

Si soy capaz de levantarme puntualmente soy más libre, y feliz. La virtud nos hace más libres.

El fin es la felicidad.

Polo propone, sin embargo, una noción ulterior a la felicidad. La llama "el destinar".

Desde la intimidad de la persona (recordemos que intimidad es el ser personal en tanto que creado para acompañar), desde la intimidad personal, insisto, entendemos que la felicidad griega, la posesión del fin, no basta.

Si no encontramos nuestra réplica, quedamos frustrados.

Vistas así las cosas, nuestra libertad se dilata con la tarea de mi vida: cuando sé agradarLe.

La ampliación de la libertad es el destinarse al Amor.

Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133.2

Para saber más sobre :
Etiqueta 1.8 la vida
Etiqueta 5.11 intimidad

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¿Qué descripción hace Polo de la libertad esencial?

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En Antropología trascendental II, 86, dice que la libertad esencial es la vinculación atemática de actos potencialmente distintos, sin gasto de tiempo y supracausal.

Fíjense bien : vinculación.

Es una vida siempre insatisfecha.


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¿Es lo mismo el conocimiento "esencial" que el conocimiento "personal"?

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No es lo mismo conocimiento esencial que conocimiento personal.

Aquí se trata de mostrar las diferencias.

El conocimiento esencial lo estudiamos en varias etiquetas :
6.2.1 ver-yo
6.2.1.1 la inteligencia
6.4 símbolos
6.5 Claridades
6.6 Noticias afectivas

Juan García, al hacer un balance del conocimiento esencial, englobado por el ver-yo, pone en lo más alto, junto con los símbolos, la experiencia intelectual (las claridades) y la experiencia moral (las noticias afectivas)

El conocimiento personal lo estudiamos también en varias etiquetas
5.5.2 Intelecto personal
5.5.2 los hábitos innatos
2.14 Sabiduría
3.2 hábito de los primeros principios
6.2 sindéresis

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¿Qué dualidad nos da la clave para comprender el modo de operar de la inteligencia?

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El binomio intellectus / ratio (noús y logos) nos da la clave para comprender el modo de operar de la inteligencia.

Hablemos primero del intellectus o noús:
Intelecto (nous en griego) en la filosofía aristotélica es la capacidad de captar directamente contenidos inteligibles. La comprensión de lo inmediato.

Polo distingue entre :
Intellectus ut potentia, intelecto como potencia: que es lo que se entiende como facultad de la inteligencia, y que es de nivel esencial.

Intellectus ut habitus, intelecto como hábito : Son los hábitos innatos al intelecto agente : sindéresis, hábito de los primeros principios y sabiduría. Son de nivel trascendental.
(a la sindéresis se la llama intelecto práctico. Es el intelecto práctico o razón "natural" por el que el hombre sabe que debe hacer el bien y evitar el mal.

Intellectus ut actus, intelecto como acto : Es el radical personal "Entender". Es uno de los cuatro radicales trascendentales descubiertos por Polo.


Y ahora hablemos del logos:
Razón (logos en griego) es el camino de lo inmediato a lo mediato.
La razón posee una notable versatilidad, a veces es deductiva, otras veces no, porque los niveles cognoscitivos se entrelazan pues la razón tiene una gran versatilidad.
Hay muchas modalidades racionales.
Crecemos y los niveles cognitivos se entrelazan.
La razón es de nivel esencial


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¿Cómo es posible que el intelecto personal pase de un tema a otro?

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El intelecto personal pasa de un tema a otro porque el acto vital que es la persona, es decir, su libertad trascendental, es un método siempre insatisfecho.

Recordemos que "método" significa cualquier actividad intelectual.

Allá dentro nunca estamos quietos, parecemos el fuego luminoso de un volcán.
Esta "actividad" que es el ser personal se refleja en la Antropología trascendental poliana, pues encontramos frecuentemente comparaciones e interrelaciones entre las distintas dimensiones del método del abandono del límite mental, propuesto por Polo y que también se asemeja al fuego.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 10.2

Para saber más:

Etiqueta 6.8 metalógica de la libertad
Etiqueta 2.1.1 el método del abandono
Etiqueta 5.5.4 libertad personal
Etiqueta 2.11.0. Método-Tema

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¿Qué quiere decir que el ver-yo "suscita" en cascada?

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Sabemos que el conocer es una luz, sin metáfora: no es que sea "como" la luz, sino que la luz física es "como" el conocer.

La luz, que es el conocer, ilumina, al pensar, los objetos. Los destaca, los separa.
Es una separación mínima, pues lo pensado es "lo mismo" que el pensar, pero suficiente para hacer nacer inmanentemente la semejanza de lo conocido.

Esas luces que son los actos operativos de la inteligencia, Polo las llama luces "iluminantes".

Existen, sin embargo, otras luces superiores, otros conocimientos que no son iluminantes. Que no se quedan, por decirlo así, en las apariencias brillosas, sino que captan relaciones, significados, que no tienen las cosas por sí mismas.

El ver-yo es una de esas luces que, en su caso, "suscitan" conocimientos a los que sólo se accede desde la altura personal del "ver-yo" (miembro inferior del hábito personal de sindéresis. El águila que mira y vigila, el faro, la torre de control).

Pues bien, el ver-yo "suscita" en cascada.

Hacia abajo, dándose cada vez más cuenta de lo que las cosas son en realidad.
Y hacia arriba, sintetizando nuevos horizontes.

Hacia abajo: las hormigas trabajan en sus galerías al servicio de su reina.
Hacia arriba: vivir es servir.

Permítanme ponerles un ejemplo informático. No sé si ustedes utilizan el modo "plan". En Window se puede trabajar en modo "normal", o en modo "página", o en modo "web", o en modo "lectura" y también en modo "plan".
Pues bien, en el modo "plan" el texto aparece organizado en títulos según diversos niveles.
Se puede visualizar todo el texto, o reducirlo según títulos y subtítulos en niveles 1, 2, 3, 4… descendiento hasta que aparece el cuerpo total del texto.
Si ustedes se quedan, por ejemplo, en el nivel 2, aparecen sólo los títulos del nivel 2, que encierran implicitamente todos los subtítulos y textos inferiores.

Este ejemplo me sirve para imaginar y pensar cómo el ver-yo suscita en cascada.
Descendente, para mostrar el texto completo que la inteligencia ilumina.
Ascendente, suscitando nuevos títulos que permiten una comprensión nueva, más unitaria, más profunda, de la realidad.

El ver-yo, engloba y explica el límite mensal, la presencia de lo pensado.


De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 9.2 y en Polo, Antropología trascendental II, p. 20.

Para saber más:
Etiqueta 6.8 metalógica de la libertad
Etiqueta 1.5 distinción

¿Por qué describe Polo la 4ª dimensión como un "quedar creciente en el límite mental"?

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La esencia humana es el "crecimiento" de la vida de cada hombre, de cada mujer.

¿Cómo crece el ver-yo?

Subiendo y bajando, activado por la libertad.

El ver-yo suscita en cascada nuevos actos que enriquecen a la persona: hacia abajo, manifestando las iluminaciones de la realidad;

hacia arriba, entendiendo la congruencia del mundo.

Gracias a los hábitos adquiridos, englobados por el ver-yo, se manifiestan las operaciones (que son iluminaciones) y es posible la pugna en que estriba la segunda dimensión del abandono, por la que vamos encontrando las cuatro causas del universo, la tetracausalidad, ¡ya sabemos lo que es el universo como esencia!

Y al demorarse en el límite mental (4ª dimensión), podemos acceder a la esencia humana, es decir, a entender ese "crecimiento" personal que aportamos, cada uno, libremente.

Soy responsable de novedades.

El ver-yo, además, engloba y explica el límite mental, que es la presencia. Sin perderlo, permaneciendo en el límite, el intelecto va más allá, trocándose en búsqueda del destinatario del nuevo don: del don de la vida creciente.

Acabamos de describir un capítulo de la metalógica de la libertad: el ascenso y descenso entre la 2ª y la 4ª dimensión del método del abandono.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 9, 1-2

Para saber más:

Etiqueta 6.8 metalógica de la libertad
Etiqueta 2.1.1 el método del abandono
Etiqueta 6.2.1 ver-yo
Etiqueta 2.1.1.4 abandono. 4ª dimensión

¿A qué hábitos llamamos "personales"?

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A los que son propios de la persona en cuanto persona.
Es decir, no en cuanto que son "adquiridos" al ejercerse la potencia intelectual o al ejercerse la voluntad (virtudes), sino que nacen de la persona en cuanto tal.

Por eso también los podemos llamar "entitativos", por contradistinción a los "adquiridos", que son "operativos".

También los podemos llamar "innatos".
Polo lo hace así para recalcar que su sede no es la potencia, sino el intelecto personal (cuando se trata de hábitos "cognoscitivos" superiores, su sede es el intellectus ut actus).

También los llama "nativos", porque nacen de la persona (en cuanto que es persona y no en cuanto que se manifiesta ejerciendo operaciones, que la visten con hábitos adquiridos).

Juan A. García dice que su denominación más propia es hábitos "personales".
La persona es creada vestida.

Es un quién y no una cosa.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 7.1

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¿Tienen algo que ver los hábitos superiores con la libertad trascendental?

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Del mismo modo que los hábitos inferiores permiten la libertad pragmática (hablo de los hábitos categoriales)
y del mismo modo que los hábitos adquiridos por las potencias espirituales permiten la libertad moral,
del mismo modo, digo, los hábitos superiores permiten el ejercicio de la libertad trascendental (que es una perfección pura del ser personal, es decir, un trascendental antropológico, no metafísico).

Permiten la metalógica de la libertad. (etiqueta 6.8)

La libertad trascendental, nuestro co-ser inagotable, al desdoblarse gracias a los hábitos superiores, coexiste con el mundo, con Dios y con los demás ; y dispondrá libremente dónde y cómo vivir.

Contigo pan y cebolla.

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 340

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¿Cómo juega la libertad trascendental?

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1) gracias a la sindéresis "dispone", actuando, con docilidad (hace regalos).

2) gracias al hábito de los primeros principios, "se retira", dejando estar (ama la creación, es ecologista).

3) gracias al hábito de sabiduría "ratifica" su altura, alcanzándose a sí misma (es agradecida).

4) gracias a la gracia y los hábitos llamados sobrenaturales, "cede" su primado para buscar transcendentemente, su sentido último (quiere siempre más).

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 344.2

Para saber más : ver la metalógica de la libertad Etiqueta 6.2

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¿Cómo me gusta caracterizar la noción de naturaleza?

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Clásicamente se define la naturaleza como la esencia de un ser, en cuanto que es principio de operaciones.

Así se hablaría de naturaleza divina, naturaleza humana, naturaleza de un animal, según las operaciones que pueden realizar Dios, el hombre o el animal.

Sin embargo, me gusta caracterizar la naturaleza como la índole del ser que nace.

Lo que somos, de entrada, eso es nuestra naturaleza: salvo Dios, que es Identidad, somos seres inidénticos con una tensión que nos conduce hacia nuestra identidad.

Esa tensión marca la definición de naturaleza.


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¿Es analógica la noción de naturaleza?

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Sí.

No es lo mismo la naturaleza de Dios, que es simple,

la naturaleza del hombre, que es dual,
y la naturaleza física, que es sencilla.

Propiamente "naturaleza" no se debe decir de Dios, porque naturaleza es la índole del ser que nace, de la criatura.

"Naturaleza" tiene algo que ver con la "necesidad". Es como una tendencia necesaria hacia la identidad de cada ser.
Dios es Idéntico. En Dios no hay tendencia.

Las criaturas son inidénticas. Tienden necesariamente hacia su identidad.

Es cierto que la naturaleza de Dios es su Misterio, su eternidad, que es necesaria. Pero al mismo tiempo Dios es Libre, con la libertad de Dios, nada se opone a su Identidad, a su Amor que es Dar trascendental, actividad presente en todas las actividades. Simplicidad absoluta.

La naturaleza física es una tensión necesaria, muy sencilla y "natural" del ser que llamamos primero. Reglada por el orden que Dios a puesto al universo.

En el hombre encontramos también una "necesidad", que es dual.
De un lado es la tensión que nace de una llamada libre a su identidad amorosa, que le hace buscar quién le hará feliz, su réplica divina.
De otro lado, en tanto que intracósmico, su cuerpo tiene la tensión natural propia del instinto animal.

La dualidad humana, la naturaleza humana, es libre y al mismo tiempo necesaria. Imagen de Dios.

Ver etiqueta 1.12.1 Naturaleza y libertad.


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¿Son equivalentes la sustancia, la naturaleza y la esencia, según Polo?

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No.
A veces se toman indistintamente y son muchos los textos, sobre todo aristotélicos o aristotélico-tomistas, en que no se aprecian muchas diferencias entre ellas.

¿En qué se distinguen según Polo?

Hay sustancias que no son naturalezas.
Son sustancias elementales (Polo las llama también sustancias naturadas). Son lo puramente elemental, lo que hoy son los quarks, los bariones, etc. Son meras sustancias. Puros efectos, pero no causas; puros efectos, o sea, que a su vez no causan. Las sustancias naturadas son sustancias carentes de naturaleza, brutas sustancias.

Hay otras sustancias superiores, justamente porque son también principo de operaciones.
Por ejemplo, las sustancias vivas, los vivientes del universo; o sea, un animal como sustancia, o una planta. Las sustancias superiores no se limitan a ser sustancias, sino que además son causas de. Llamamos naturaleza a esas sustancias: a la sustancia en tanto que principio de operaciones.

Si las sustancias elementales se caracterizan por su hilemorfismo (causa material + causa formal), las sustancias superiores se caracterizan por su tricausalidad (causa material + causa formal + causa eficiente intrínseca).

¿Y qué es el esencia? Para responder a esta pregunta debemos avanzar otra distinción: la que existe entre la esencia humana y la esencia física, o, como vamos a ver, el universo como esencia.

La esencia del universo no es otra cosa que la unidad ordenante que aparece con la causa final. El universo como esencia es justamente la totalidad causal. Polo la suele llamar tetracausalidad (material + formal + eficiente + final).

El universo es entendido así como una tetracausalidad.

La esencia del universo o el universo como esencia es la tetracausalidad, la unidad de orden y su cumplimiento necesario.

La unidad de orden en cuanto que unidad ordenante. Es la unidad como telos, como fin.

Si se entiende bien este orden intracósmico distinguiremos con facilidad por un lado, la esencia humana, y por otro lado el universo como esencia, ya que la persona humana es extracósmica.

Y también distinguiremos la esencia del universo del acto de ser del universo.

El acto de ser del universo es el primer principio, o ser primero. Es el ser trascendental que se distingue realmente de las causas predicamentales.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.36.2, 37.2 y 38.4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Qué precisiones son oportunas al abordar el tema de las naturalezas?

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Tenemos que ir con cuidado en el empleo de los términos, pues hay que hacer las distinciones oportunas, para no caer en formulaciones vagas que simplemente se escriben, pero no se entienden desde dentro.

Las naturalezas son tricausalidades : causa material + causa formal + causa eficiente.

Las naturalezas del universo devienen esencia del universo gracias a la causa final, que es el orden : así se despliega la unidad de orden.

Otra precisión importante : las sustancias elementales son las bicausalidades (materia + forma). Sin embargo cuando hablamos de "sustancia" del hombre nos estamos refiriendo al individuo como origen y principio de sus acciones.

La naturaleza del hombre también es tricausal. Lo que la distingue es el alma humana, que no es como la causa eficiente que mueve intrínsecamente a los animales y plantas.

El alma del hombre es causa eficiente + vida añadida (lo que se añade son los hábitos, las disposiciones libres de la persona).

De ahí que la esencia humana no sea como las esencias del universo, pues la esencia humana indica precisamente la "emergencia" de la naturaleza en hábitos (disposiciones libres, que no costumbres).

En el hombre los hábitos no están en el orden de la causalidad, pues son perfeccionamientos no debidos a la causa final sino a la persona que dispone, haciendo que la naturaleza se autoesencialice.

Polo propone considerar la esencia humana como autoperfección habitual.

Es la persona la que dispone, no la causa final.

Este planteamiento novedoso permite superar la visión de la libertad como mera espontaneidad natural y, al situarla en la persona, muestra mejor su semejanza con Dios.


Ver Cuaderno La esencia humana p. 75.2
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¿Son la naturaleza divina y la naturaleza humana del mismo orden?

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No.

La naturaleza divina y la naturaleza humana no son naturalezas en el mismo sentido.

La naturaleza humana es susceptible de hábitos (disposiciones libres de la persona). La naturaleza humana puede crecer.

La naturaleza divina no crece. No es susceptible de hábitos.


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¿Es lo mismo decir esencia humana que naturaleza humana?

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No.

Expliquemos cómo se distingue la naturaleza o sustancia natural propia de cada persona humana, de la capacidad de automejoramiento, que es lo que llamamos propiamente esencia humana.

Cabe decir, en primer lugar, que el hombre es una sustancia natural capaz de autoperfección.

Un perro no se autoperfecciona, su naturaleza se despliega según el orden del universo. Es intracósmico.

La persona humana sí que se autoperfecciona.
Más que autoperfección podemos hablar de automejoramiento. En efecto, perfección tiene la connotación de algo "acabado", de despliegue "completo" de lo que una naturaleza es capaz de dar.

Pero el crecimiento humano es irrestricto, siempre se puede mejorar.

Esa capacidad de automejoramiento, esa potencialidad peculiar del hombre es lo que Polo llama esencia humana.
Es esencia libre cuyo ápice es el yo. Es el yo el que manda, la torre de control.

Y el yo activa la naturaleza humana, el dinamismo de la voluntad. Nótese cómo llamamos naturaleza a lo recibido de entrada (ver etiqueta 4.2).


La persona humana recibe una naturaleza que debe activar desde su yo.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.40.2). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Cómo se distingue lo humano de lo intracósmico?

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Las naturalezas intracósmicas (plantas y animales) están sujetas al orden del universo. Se despliegan según ese orden.

Las naturalezas estrictamente intracósmicas (plantas y animales) están sujetas al orden del universo físico. Se despliegan según ese orden.

La naturaleza humana, sin embargo, es solamente hasta cierto punto intracósmica (ciertamente somos también materia y la causa material nos retrasa), pero al estar esencializada (pues es manifestación de una persona humana) la naturaleza humana es, de entrada, extracósmica, pues aunque el orden del universo físico le afecta (nos produce jaquecas y reumatismos) está regida por las disposiciones de la persona.

La naturaleza humana está tipificada desde su inicio, tiene unos rasgos únicos, personales. Es el cuerpo de una persona concreta, y no sólo un cuerpo con rasgos genéticos de la especie.

También naturalmente, es decir, de entrada, antes de que se manifieste la vida espiritual, lo humano es distinto de lo intracósmico, porque la naturaleza humana es típica.

La naturaleza del elefante no es típica, pues no es un don otorgado a una persona, sino, sencillamente, un número de su especie.

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¿Puede mejorarse la naturaleza humana?

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El hombre puede crecer por sí mismo, libremente, porque es radicalmente libre. Por eso descubre alternativas, modos de vida mejores, que no los descubriría si estuviera "determinado" por su naturaleza a vivir de un modo concreto (como las tortugas).

El arte o la ciencia de ese crecimiento libre es la ética.

Me parece importante no olvidar que la persona está por encima de la naturaleza. No es que tengamos que ser mejores porque nos lo pide nuestra naturaleza. Tenemos que ser mejores porque somos personas, y nos lo piden las demás personas.

Ser persona es vivir-con otros, ser personas.

Los animales no deben ser "mejores", sino que siguen meticulosamente lo que está determinado por su naturaleza.

La "naturaleza" es lo que la creatura recibe de entrada, al ser creada. La naturaleza humana que la persona humana recibe, está abierta, es libre, por eso la persona puede autoperfeccionarse, mejorar su naturaleza, hacerla crecer,
esencializarla.


El hombre perfecciona su naturaleza, se autoperfecciona, adquiriendo los hábitos que mejoran su inteligencia y su voluntad.


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¿Pueden surgir novedades en el universo físico?

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El universo físico no se auroperfecciona.

Sin embargo, es posible que surjan cosas nuevas, susceptibles de más orden y belleza.

La evolución es un caso de más o menos ordenación.

Pero atención, el mayor orden del universo, no se puede confundir con la autoperfección que se da a sí misma la persona adquiriendo hábitos buenos, que no son del orden del universo, sino que emergen como disposiciones libres de la persona.

La naturaleza del universo no es autoperfección, pues todo está ordenado por la causa final, por el orden que rige el universo.

No se añade, pues, ninguna perfección, es sencillamente el orden del universo que rige y que hace que existan en su interior las distintas naturalezas vegetativas, animales y humanas.

Las naturalezas intracósmicas nacen según el orden del universo.


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¿Qué distinción hay entre los sentimientos humanos sensibles y los sentimientos animales?

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La gama de los sentimientos sensibles humanos es mucho más amplia.

El silbido del pastor alerta, conforta y place a sus ovejas.
Los humanos, además, podemos captar su melodía, su protección y, quizá, sentir hasta un sabor de hogar.

Los sentimientos humanos (también los sensibles) pueden reflejar en abanico multicolor toda la realidad y no sólo la correspondiente al instinto de una especie.

No hay dos personas iguales. Los gemelos, e incluso los eventuales clones, cada uno matizará sus sentimientos, pues participan en el juego libre de la persona.


Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.278.3

Si quieren ustedes leer una buena conferencia de Polo sobre los sentimientos vayan a la de Piura.
Basta pinchar aquí.

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¿Vale la pena educar la afectividad?

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Reservamos la palabra "afectividad" para designar a los sentimientos sensibles.

Formas desordenadas de comportamiento sentimental son, por ejemplo, el resentimiento, las manías, las obsesiones, el agotamiento, los caprichos.

La educación de la afectividad no es estoicismo, sino saber encauzarla hacia lo superior a ella.

Aprender que no basta con que el cuerpo se sienta bien.
El alma debe también ser feliz.
Y gozar, mar adentro, de la libertad de los hijos de Dios.

Una afectividad moderada por la razón y regida por la voluntad hace la vida más amable. Añade cariño a la ternura. Amor grande de Dios a lo minúsculo.


Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.278.2 y nota 61

Si quieren ustedes leer una buena conferencia de Polo sobre los sentimientos vayan a la de Piura.
Basta pinchar aquí.

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¿Son estables los sentimientos sensibles?

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El sentimiento sensible es superficial y pasajero.
Además, es muy voluble porque tenemos muchas facultades y no todas "sienten" del mismo modo, al mismo tiempo.

Podemos sentir agrado al "ver" la nieve y desagrado al "sentir" frío en las manos.

Los estados de ánimo sensibles cambian fácilmente. Basta una gotita hormonal.

No conviene darles demasiada importancia, por eso, porque pasan.

La verdad de nuestra vida no está ahí. Se alcanza intelectualmente, con el amor verdadero, que va a lo profundo.

De ahí que no se deba cifrar la clave de lo humano en el "estar bien", sino en el buen dar.

No la buena vida, sino la vida buena.


Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.275.

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¿Es la salud el bien más alto de un animal?

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No.

Cuando el cuerpo está sano se "siente" la salud de todas las facultades. Y a su vez, la salud redunda en cada facultad sensible.

Los actos de la facultad se captan entonces con la alegría propia del animal sano.

Pero los actos de las facultades sensibles están ordenados por la naturaleza para que, gracias también a los sentimientos, se desplieguen las tendencias, de modo instintivo.

El fin de los animales no es conocer, y tampoco es el placer que suele acompañarle, sino que conocen para tender y tienden para conducirse biológicamente, según su especie.

El animal subordina inconscientemente su conocer a su apetito (a su tendencia) y ésta a sus movimientos.

El animal vive dentro del orden cósmico. Su bien más alto no es la salud, sino jugar su rol en el teatro del mundo.

Están al servicio de su especie.

El placer es sólo un antecedente de su conducta, un "placebo" que amansa cualquier fiera. Los leones serán siempre leones, y los okapis, okapis.


Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.276.2

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¿Cuáles son los sentimientos superiores de los animales?

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Aquéllos que permiten la supervivencia de su especie: el comer y la reproducción.

El hombre, sin embargo, al ser sobre todo extracósmico, conduce su vida. 

Los sentimientos superiores del hombre son los "personales".

Si consideramos puramente el nivel sensible del hombre, sus sentimientos más altos, son los que tienen que ver con su futuro libre: 

-proyectar con la cogitativa planes de amor; 
-jugar con ejercicios geométricos en la imaginación; -recordar las sorpresas de la vida.
(cogitativa, imaginación y memoria).

Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.279.2

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¿Es más afectiva la mujer que el varón?

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Lo suele ser.

Los pensadores medievales decían que tienen más "humores".

Tienen más facilidad para llorar, reír, soñar, y para cambiar rápidamente. Suspirar.

Es como si tuvieran el alma muy pegada al cuerpo.

De ahí que puedan dar color, aunque no todas, a lo concreto, con agudeza, matizando.

Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.279.3

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¿Cuáles son los sentimientos más altos?

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Los afectos.

Si quieren ustedes leer una buena conferencia de Polo sobre los sentimientos vayan a la de Piura.
Basta pinchar aquí.

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¿Es siempre jerárquica la realidad?



La realidad no es siempre jerárquica. Pues todos los seres del universo físico, aunque según el despliegue de la esencia del universo, se sirven más o menos unos a otros, su acto de ser es único. La realidad física es como es.

Los actos de conocer sí que son siempre jerárquicos.

Y la jerarquía angélica es análoga a la jerarquía del conocimiento.

El axioma de la jerarquía (axioma B) se cumple de manera estricta en la realidad angélica.
Los ángeles superiores dan valor a los inferiores. Aprenden los unos de los otros.

¿Y las personas humanas?
De entrada, según nuestra naturaleza, estamos en el mismo nivel.
Pero inmediatamente notamos que esencializamos la naturaleza de distintos modos, según lo que nos deja el universo físico y según nuestras decisiones.

Nos servimos unos a otros con jerarquías variantes.

Sin embargo, cada persona humana es un tipo único e irrepetible. Con un destino personal según la vocación divina.

Las personas humanas somos estrictamente jerárquicas según la intensidad de nuestro acto de ser.
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¿Qué es ser consecuencialista?

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Ser consecuencialista es esperar el resultado de los actos para juzgar si una acción es buena o mala.

El sentimental es consecuencialista, pues busca, como fin, el agrado, el placer, el "estar bien".

Se habla de esto en Juan Fernando Sellés. Antropología para inconformes p.276.2.

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¿Es la esencia acto, o es potencia?

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Polo es un gran maestro.
Sabe poner en relieve los grandes descubrimientos de la Filosofía, destacando sus novedades.

Un ejemplo es cómo, poco a poco, hizo estudiar a sus discípulos (Ricardo Yepes, Jesús de Garay, por ejemplo) los diversos sentidos del acto y de la potencia en Aristóteles.

Así consiguió mostrar que la esencia es acto y también es potencia, pero con sentidos mucho más precisos de los que estamos acostumbrados.

La esencia es, desde los griegos, acto.
En Aristóteles la ousía, que sería el equivalente de esencia, es un sentido del acto. Es entelechéia, forma.

De ahí que digamos: esta flor "es" un tulipán.

El meollo o esencia de esta flor es ser tulipán.
Acto estable, acabado.

(A ese sujeto, en cuanto que principio de operaciones, se le puede llamar naturaleza).

Pero la esencia es, desde otro punto de vista, potencia.
Tomás de Aquino, al descubrir la distinción real entre esencia y acto de ser ("acto de ser" es otro sentido del acto que Aristóteles no conoció) hace una investigación más atenta sobre la noción, tan utilizada por Aristóteles, de potencia.

Y encuentra un sentido de la potencia que Aristóteles ignoró: la esencia como potencia.

La noción aristotélica de potencia era la dynamis. Y es válido ver el universo en movimiento. Ver potencias que se van actualizando armoniosamente. Potencias de las diversas naturalezas, que se actualizan según el orden de la tetracausalidad.

Pero el nuevo sentido de potencia, la esencia que sin el ser no es nada, tiene mucha más importancia, pues apunta a lo radical. No es una potencia como las potencias aristotélicas.

El tulipán ha podido provenir de cruces genéticos, y puede desplegarse según sus cromosomas, dependiendo de su "alma"..., pero lo más alto, lo radical y primero, es que el tulipán, es.

Depende del acto de ser.

La esencia, la sustancia del tulipán, depende radicalmente del acto de ser.

La esencia es pues acto, en tanto que sustancia (Aristóteles)

y la esencia es potencia no sólo porque tiene potencialidades que se activan, sino porque, radicalmente, es potencia respecto al acto de ser (Tomás de Aquino).
Depende del acto de ser.

Seré feliz (es esencial), si Dios quiere.



Inspirado al leer la esencia de la persona humana. p.33.3 Se trata de unas notas sacadas de la conferencia dictada por Polo el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Puede el animal crecer siempre?

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No.
El crecimiento del animal es orgánico.

Orgánico quiere decir que el organismo se constituye según un proceso de diferenciación.
La embriogénesis es una forma de crecer, pero no es un crecimiento irrestricto.

El crecimiento orgánico, antes o después de detiene.

Por eso, el animal llega un momento en que ya no crece;
el hombre, al contrario puede crecer siempre.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.42.3). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

Para saber más:
Etiqueta 8.2 Crecimiento (aún en construcción)

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¿Qué es el alma para Aristóteles?

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Para Aristóteles el alma es la entelechéia de un cuerpo organizado.

Aquí entelechéia es el acto primero, la forma que mantiene la unidad de ese cuerpo.

Principio de unidad que mantiene unidos a sus elementos y dirige el crecimiento, la diferenciación de sus partes, sin perder la unidad.

Un ser está vivo mientras tenga alma.

Una bacteria, un cocotero, un okapi, vivos, tienen alma.
¿Tiene alma un virus? Los científicos nos lo dirán. Ellos investigan si ahí hay un cuerpo organizado. Quizá sea una vida precaria, pero si hay vida, hay alma.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.43). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Qué es el pecado original?

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Un estado de privación.
Una carencia con la que todos nacemos.

Polo defiende la existencia de una revelación primitiva por la que los hombres fueron conscientes de esa carencia.

El hombre se dio cuenta de que no conocía y amaba a Dios como debiera.

¿Por qué? Porque nos hemos alejado, desde el origen, de Dios.


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¿Por qué Dios es plenamente Padre?

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Porque Dios da sin reservas.
Dios Padre es dar sin reservas.

No hay nada en Dios que no sea dar.
Es dar supremo, plenamente dar.

Y, respectivamente, Dios Hijo es plenamente Hijo.

No hay nada en Dios Hijo que no sea filiación.
Su dar supremo es el aceptar plenamente el dar.

Dios Espíritu Santo es plenamente don.

Es el dar siempre más en Dios.
Un gozo de don.

¿Y nuestra plenitud?

La entrega.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Queda el hombre fijado en lo que hace?

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No.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.

Me puedo arrepentir.

La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor.

Yo puedo mejorar mis decisiones.

Tomado de Polo. Ética p. 67

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¿Es mi ser, mi querer?

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No.
Mi ser es lo que asiste a mi querer.


Tomado de Polo. Ética p. 67

¿Está determinada la voluntad?

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La voluntad es relación trascendental con el bien.

El bien del hombre es infinito, pues la inteligencia humana puede crecer irrestrictamente.

El hombre puede, pues, buscar más, o detenerse en la elección. Es libre.

La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.

Me puedo arrepentir.

La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor. Yo puedo mejorar mis decisiones.

Y la voluntad, como todo lo humano, es dual. Por eso se dice que la voluntad es curva, no va directamente a su fin, sino que tiene en cuenta, curvándose, otros factores, depende del yo, depende de la persona, es querer-yo.

Como potencia siempre puede querer más.

Como acto, elige según la razón. Razón abierta por las luces superiores

Es evidente que una tal dimensión va más allá que la combinación de átomos.


Véase a continuación el comentario de Francisco Molina. Es sabroso.


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¿Hay adelanto o retraso en Dios?

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El dar sin reservas, que es Dios,
no admite ni adelanto ni retraso.

Tan donante es la iniciativa suprema (Dios Padre),
como la aceptación suprema (Dios Hijo),
como el don supremo (Dios Espíritu Santo).

El dar divino es la plena comunión o comunicación suprema de

iniciativa, aceptación y don.

No cabe aburrimiento ante la armonía última y primera.
Es como realizar una película, entenderla y gozarla.

Sin resquicios ni cabos sueltos.
El Señor de los anillos, transparente.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Cómo describir la libertad de Dios?

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Pues no lo sé.

Me gusta especialmente la descripción que hace Polo de la libertad trascendental humana cuando dice que es

"un discontinuo de comienzos" (ver etiqueta 5.5.4).

Me parece que muestra muy bien nuestra limitación y al mismo tiempo nuestra autoría, moviéndonos por donde queramos (en el ámbito de la máxima amplitud que es Dios).

Quizá podemos decir que la libertad de Dios es una Comunión de comienzos. No sé.

Pero he encontrado una sabrosa indicación en un texto de Falgueras en el que dice que la libertad divina es sin precedentes.

La libertad y el dar humanos son condicionales, es una añadirse, nuevo, pero sin ser pura novedad, pues acompaña.
El dar divino innova puramente.

No está condicionado.
Hace surgir de la nada.

La creación no es una "posibilidad" en Dios, que escoge entre otras. Dios no pierde posibilidades. En Dios todo es sí, todo es positivo.

La libertad en Dios es incondicional.

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¿Por qué decimos que la voluntad es curva?

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Tanto el pensamiento clásico como el moderno hablan de la curvatura de la voluntad.

La voluntad es calificada de curva porque queremos el querer.
Es decir, porque no es como el instinto animal, que quiere necesariamente.
El hombre puede querer no querer y querer querer.

La voluntad no va directamente a su objeto.
La inteligencia sí, conoce lo que conoce y ya está, porque la inteligencia no constituye sus actos sino que los ilumina.
Sin embargo, la voluntad sí constituye sus actos, teniendo en cuenta al otro y a los otros.
Es extremadamente prudente.

Otros llaman a esa curvatura "reflexión" de la voluntad" porque la voluntad vuelve sobre sí misma, queriendo o no queriendo su querer.

Prefiero decir que la voluntad obedece a otras instancias, que no procede de un solo motor, y que por eso es curva, como una carretera, que se tuerce y varía según la geografía.
O como un río. Como el río Congo.

Es decir, si quiero algo es porque hay una fuente (en realidad son varias) del querer.
Hay un Dar que afluye en la persona y le impele a querer.
Hay un Origen. Y el mismo Origen es Plural.

Polo dice que la voluntad necesita del respaldo de una persona que constituye los actos de la voluntad.
Los coadyuvantes en esa constitución son la sindéresis (coadyuvante de la voluntas ut natura) y la razón práctica (coadyuvante de la voluntas ut ratio).
Pero aún así, la persona no es un respaldo solitario. Porque la persona co-existe.

Ser curva no es, por lo tanto, un eterno retorno de mi empecinamiento, (o, con expresión de Posada, de mi empoderamiento), sino ser delicada, tener en cuenta a los demás, importarme el otro.
Contar con Dios.


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Una ayudita de Nietzsche para entender lo que es la contemplación.

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Nietzsche en "Humano, demasiado humano" dice :

"Ya se ha puesto el sol, pero alumbra y abrasa todavía el cielo de nuestra vida, aunque no lo veamos más".

Cita recogida por Angel Luis González en su Prólogo al libro de Polo, Nietzsche como pensador de dualidades, p.31.3

Pienso yo que la contemplación es un ver sin darnos cuenta de dónde viene la luz.

Para trabajar estamos obligados a introducir el límite mental, a olvidarnos de quiénes somos (olvido de sí, al fin y al cabo) para concentrarnos en nuestro trabajo, para actuar.

Ser contemplativo en esa tesitura no puede ser "extasiarse", pero sí puede ser abrasarse, como dice nuestro amigo el superhombre.

El sol interior alumbra nuestra vida.


Etiqueta del método del abandono: 2.1.0


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¿Se suman las Personas divinas entre sí?

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No.
La Trinidad no es un conjunto de tres, sino la identidad de tres.

Identidad, trascendentalmente considerada, no significa igual, sino dar trascendental o dar sin reservas ni pérdidas.

Cuando hablamos de las tres Personas ha de entenderse que nos referimos a una Persona,

a otra Persona,
y a otra Persona.
Tres estrictas novedades que no son iguales, sino irrepetiblemente idénticas.

Tampoco forman un conjunto, no son tres partes de un todo.

El total de una suma es inerte, lo paralizamos al adicionar mentalmente. La totalización carece de vida y de comunicación.
Lo vivo, sin embargo, sobra.
Un cuerpo vivo no es un conjunto de células.

Mucho más la vida divina no es un conjunto.

La sobreabundancia que acompaña al dar supremo no es el resultado de una suma sino el dar que no cesa.

Aunque nos añadamos a Dios, somos nadie.
Somos rayos de su gloria.
Nuestro añadir también es dado.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Forma parte el "yo" del ser personal?

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El "yo" no es el acto de ser humano.

Forma parte de la esencia humana.
Es su ápice.

Dicho de otra manera, es el puente entre el "acto de ser" y las manifestaciones humanas (esencia).

Tras dos intervenciones de Juan A. García González, podemos decir: la persona está vinculada con su yo.

El yo es un hábito innato de la persona. Del intelecto personal.

El yo es imprescindible para completar la estructura donal de la persona humana.

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¿Cómo se encauza la libertad personal?

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Mediante el yo.

La libertad está en el ámbito personal y se encauza mediante el yo.
La libertad está en mi intimidad.


El yo presta actualidad al acto, pero no le da el ser.
El ser es de la persona que se manifiesta mediante el yo, en el tiempo.

Poner la persona más dentro que el yo, conserva la libertad, da dominio sobre los actos, pues me puedo arrepentir, cambiar mi decisión.
Puedo ser fiel, si quiero.


Véase lo que dice Angel Luis González en su Prólogo al libro de Polo, Nietzsche como pensador de dualidades, p.29.3. Son ideas de Polo en Etica, p. 68.

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¿Es el Espíritu Santo posterior al Padre y al Hijo?

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No.
El Espíritu Santo es el exceso mismo de la mutua donación eterna entre Padre e Hijo.

Procede del dar sin reservas cuando el dar es supremo.

El dar trascendental supremo no pierde al dar, de ahí que su exceso,
el dar siempre más,
no es posterior al dar.
No es el desparramarse de una cacerola de leche hirviendo.
Es exceso tanto el Origen como el Mantenerse de la índole suprema del dar.

Ese sobrar es don puro, sin reservas, que da, o sea, es Persona.

Cuando nosotros damos un regalo, manifestamos nuestro dar, pero no damos el dar.

Sólo el Espíritu Santo, al divinizarnos convierte nuestro don en dar sin resquicios.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.65.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Por qué las Personas divinas son distintas?

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Porque cada una dona a su manera.

Pero, atención, las Personas no son “modos” del dar.

Las modalizaciones son alternativas, y el dar divino es pleno, sin reservarse nada, sin variaciones ni variedades. Eterno.

El Padre es la iniciativa del dar sin reservas.
El Hijo la aceptación del dar sin reservas.
El Espíritu Santo el don sin reservas.

Como cada una da “sin reservas” son un solo dar en plenitud.

El Padre está en el Hijo, y el Hijo está en el Padre, porque nada se reservan.

El Espíritu está en el Padre y en el Hijo al ser

el exceso y la sobra de la entrega sin reserva entre ellos. El dar siempre supremamente más.

Ese Don, entrega sin reservas de Dios, es Don que da,

y lo que da es su no reservarse, es decir, la santidad.
Es Espíritu santificador.

Ser santo es ser nadie.

Un dar puro.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.66.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Cuándo es el dar "puro"?

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Cuando es sin reservas, o sea,
si en él todo es dar.

Si no deja nada sin dar.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.66.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más:
Etiqueta 1.0.2 el dar trascendental


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¿Cómo formular la esencia del universo?

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La esencia del universo es la tetracausalidad.

La unidad de orden u ordenante.


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¿Cómo hace cumplir el universo su orden?

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A través de la causa final.

La causa final no es otra cosa que el valor causal de la unidad ordenante.


Dicho de otro modo, el "cumplimiento" del orden.

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¿Cómo se entiende bien la esencia del universo?

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La esencia del universo para Polo es la tetracausalidad o totalidad de las causas,
que constituye una unidad de orden u ordenante.

La clave para entender el universo es admirar su orden, su armonía.

Considerémoslo teleológicamente.

"Telos" se refiere aquí al orden evidente y asombroso que reina en el cosmos.

Las sustancias elementales, aunque carecen de naturaleza, "cumplen" el orden a su manera, movidas desde fuera.

Las sustancias naturales, que llamamos naturalezas, contienen en sí mismas una relación con el fin, con el orden. Por eso operan "naturalmente", desde ellas mismas, al servicio de la sinfonía natural. También "cumplen" el orden.

Polo nos propone un método para encontrar noéticamente ese orden del universo : si pugnamos con nuestro límite mental (2ª dimensión del abandono, que estudiaremos, si Dios quiere, en la etiqueta 2.1.1.2),
si pugnamos, digo, con la mismidad de nuestro pensamiento, encontraremos la esencia extramental, es decir,

el universo como esencia u orden del universo.

El universo como esencia es la unidad de orden, en cuanto unidad ordenante, en tanto que "telos" del conjunto de sustancias y de sus operaciones, que "cumplen" divinamente ese orden.

Estamos en el terreno de la pasión de los científicos, estudiosos de las leyes de la naturaleza, de las brumas, de las cataratas, de los bosques y malezas.

Llamamos causa final al "cumplimiento" del orden.

Este es el sentido preciso de la noción de causa final en Aristóteles. Cumplimiento.

Polo dice también que la causa final es el valor causal de la unidad ordenante.

Y la esencia del universo o el universo como esencia es la totalidad causal, no sólo la causa final, que es el "cumplimiento" sino la tetracausalidad u orden completo del universo.

Tetracausalidad que, por otra parte, es realmente distinta

del acto de ser del universo que es el ser como primer principio o ser extramental, trascendental metafísico (ver etiqueta 5.2)

Las causas son predicamentales y son el análisis del primer principio (del ser extramental), su esencia.

La tetracausalidad es el universo como esencia.

Dios es Creador del ser extramental y de su esencia, armoniosamente tetracausal.


La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.37.3 a 38.4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

Etiqueta 2.1.1 : el método del abandono
Etiqueta 5.2 : los trascendentales

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¿A qué llama Polo "análisis" del primer principio?

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A la tetracausalidad del universo.

No es otra cosa que el universo como esencia.

El análisis es la tetracausalidad,

la esencia del universo o meollo.

Llamaremos "primer principio" al ser extramental o ser del universo.

Su análisis es su esencia, su meollo, las cuatro causas.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.39). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Dónde estudia Polo principalmente las dualidades centrales humanas?

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En sus dos libros de Antropología trascendental.

En el volumen I las que conforman el acto de ser personal

y en el volumen II las de la esencia humana.

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¿Cómo me gusta presentar la ley natural?

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Diciendo que la ley natural es lo que Dios ha pensado, de entrada, para hacer felices a sus hijos.

Es un ordenamiento divino.

Ordenamiento que se cumple necesariamente en el universo físico, pues todas las naturalezas propiamente dichas obran según la tetracausalidad u orden completo del cosmos.

(ver a esté propósito la etiqueta 4.2 naturalezas)

Ordenamiento que se cumple, además, libremente, en las personas que, si quieren, serán felices cumpliéndolo, al destinarse a su destino, el plan divino para cada una.

La ley natural, en cuanto que llamada libre y amorosa para el hombre, es lo que algunos llaman ley moral natural.

Esa ley natural, en la filosofía poliana tiene su fuente en la sindéresis, que es una voz interior, que impele a obrar: ¡haz el bien!, ¡lo tuyo es obrar!

El yo (hábito de sindéresis) impele: lo tuyo es actuar. De ahí nace, trascendentalmente, nuestro sentido del deber.

La persona, desde el ápice de su yo es siempre "dócil", se abre inherentemente, irremediablemente, a esa voz interior de Dios.


Y manifesterá su decisión a través del yo. Descubriendo, si quiere, la formulación racional de los mandamientos.

La sindéresis nunca se equivoca, pero el hombre puede equivocarse en la elaboración racional de los principios.



Para saber más:
Etiqueta 4.2 naturalezas
Etiqueta 6.2 El yo y la sindéresis.
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¿Por qué el dar puro es congruente con la Trinidad de Personas?

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En Dios no hay mezcla del dar con otro tipo de actividades.
Es Dar puro.
De ahí su congruencia con la Trinidad.

Al ser puro, los ingredientes del dar (iniciativa, aceptación y don)

son también donantes,
novedad personal.
Tres novedades supremas.

La persona es, no lo olvidemos, la estricta novedad.
Tres Personas : tres novedades supremas.


Para saber más
sobre el dar supremo : Etiqueta 1.0.2

Sobre la persona : Etiqueta 1.0.4


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.66.4. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Es simple la Trinidad?

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Cada Persona es dar supremo,
equivalente a las Otras
y a todo el dar.

Lo supremo es simple, incompuesto, sin mezcla.

Lo puro del dar puro es actividad simple, identidad activa. « Dar de dares »

un dar cuya iniciativa, aceptación y don son ellos mismos puro dar.

El universo es sencillo,
Dios es simple,
la persona humana es además.


Para saber más

sobre el dar supremo : Pinchar aquí

sobre el ser personal : Pinchar aquí

sobre el además : Pinchar aquí

Estudiaremos un día el ser del universo en la etiqueta 3.1

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.67.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

¿Cómo explicar el dato revelado sobre la Trinidad?

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Es cierto que sólo por la revelación podemos saber que los tres ingredientes del dar creado (donante, aceptador y don)
sean en el dar supremo personas distintas, pero comprender que el dar puro es « sin pérdidas » y « sin reservas » hace que la razón iluminada por la fe atisbe

de un lado la distinción de Personas divinas
y de otro que Dios es Uno.

Las Personas son distintas porque el dar es « sin pérdidas ».
La iniciativa no se pierde en la aceptación.
La aceptación no es menos, ni antes, ni después, que la iniciativa.
Y en el don no se pierde ni la iniciativa ni la aceptación.

Los ingredientes del dar, dan
y dan puramente.
Dios es el Dar de dares.

Además, si el dar se hiciera "con reservas", entonces esos actos no tendrían una naturaleza idéntica, el dar puro.

Dios es un dar cuya iniciativa, aceptación y don son ellos mismos puro Dar.


El dar supremo es estudiado en la etiqueta 1.0.2 Dar trascendental. Pinchar aquí para entrar en esa etiqueta.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.67.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Cómo se distinguen las tres Personas en Dios?

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Las tres Personas se distinguen en el dar puro, porque no se extinguen en el dar.

Lo característico del dar puro, supremo, es que en él nada se guarda ni nada se pierde, por tanto :


la iniciativa no se pierde, no se extingue en la aceptación;
la aceptación no se pierde ni se extingue tampoco en el don;
y el don no puede guardarse para sí:
es sobra y exceso.

Ahora bien, si el donante, el aceptante y el don

no se extinguen al dar,
es congruente que los tres se distingan en el dar puro.

Su distinción no precipita al margen del dar, sino al dar.
Los tres están co-dando en el dar idéntico.

En la Trinidad Santa ni la unidad es anterior a las personas,

ni las personas a la unidad.


El dar supremo es estudiado en la etiqueta 1.0.2 Dar trascendental. Pinchar aquí para entrar en esa etiqueta.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.68.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Cómo se debe entender la identidad en Dios?

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Como actividad.

1. El ser da sin reservas,
2. el entender da sin reservas el dar (lo acepta),
3. el amar se da sin reservas,
de manera que los tres son un idéntico dar.

Cuando la identidad no es entendida como actividad es confundida con la mismidad, o sea, con la inercia o límite del pensar.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.68. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Cómo entender la unidad de las tres divinas personas desde el dar “sin reservas”?

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El “sin reservas” impide que exista algo en el Padre al margen de lo que comunica al Hijo, y también que exista algo en el Padre y el Hijo al margen de lo que comunican al Espíritu, así como que el Espíritu sea algo más o algo menos de lo que procede del Padre y del Hijo.

Ya que nada se reservan, el Padre no es más de lo que entiende el Hijo, no da más de lo que acepta el Hijo.

Y ni el Padre ni el Hijo son y entienden más de lo que ama el Espíritu Santo.

Todo cuanto es el Padre, entiende el Hijo y ama el Espíritu,

es comunicado sin reservas.
Esto hace imposible el adelanto y el retraso entre las Personas.

El Padre no es anterior al Hijo, y el Espíritu Santo no es posterior al Padre y al Hijo, más aún la tríada personal no es anterior ni posterior a su unidad.

El Padre, el Hijo y el Espíritu son igualmente originarios, como tres dares que se intercomunican tan plenamente que son uno solo, el dar originario, la divinidad.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.63.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Cómo se caracteriza el dar puro?

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Es un dar en el que nada se pierde y nada se guarda.

Un dar sin reservas.


Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.68.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Es "dar" cada Persona divina?

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Dios es el Dar de Dares.

El dar común es tan congruente que cada uno de los tres dares tiene las tres dimensiones del dar.

Cada uno de los dares es internamente trino (es, conoce y ama), pero no son nueve actos, sino tres que dan sin perder y sin guardar.

Y el dar puro es un solo dar, no tres dares inidénticos.

Cada una de las Personas es un dar íntegro. No son dimensiones del dar.

Ni los tres son más que uno, ni cada uno es menos que los tres.

El dar entero es trino y cada dar personal es congruente con esa trinidad.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.69.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Le viene de fuera la perfección a la esencia humana?

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No.
La esencia del universo se perfecciona extrínsecamente. Pero la esencia humana crece desde dentro.

La esencia del universo es la tetracausalidad, la unidad de orden, o dicho de otra manera, la consideración del cosmos como perfecto.

La perfección del universo es extrínseca a los elementos, a las sustancias, que lo componen.

Las sustancias naturales intracósmicas son perfeccionadas por algo extrínseco a ellas que es la unidad de orden, dentro la cual están.

En el sistema ecológico unas cosas tienen que ver con otras, unos vivientes tienen que ver con otros vivientes, de tal manera que se constituye un orden, con un valor causal (la causa final).

Cada naturaleza cumple el orden según la causa final.

La unidad de orden es común a todas las sustancias, es la organización de todas las sustancias.

En el hombre no es así.

En el hombre la perfección se la da él a sí mismo, a través de sus propios actos.
Es una perfección propia a cada hombre.
De ahí que digamos que la naturaleza del hombre es esencializable, pues cada persona humnana se da su perfección, esencializa lo que ha recibido de entrada, su naturaleza.

En cambio, las sustancias naturales no son esencializables, sino que son sencillamente ordenables.

La esencia humana así entendida es una esencia superior a la esencia universo.
Lo que la distingue es su autoperfectibilidad.

El hombre es una sustancia natural capaz de autoperfección. Consigue su perfección en una redundancia sobre sí misma (¡los hábitos!).

El hábito es la perfección de la naturaleza humana.
Al ejercer el hombre su operatividad natural entonces adquiere hábitos: los hábitos intelectuales, o bien los hábitos de la voluntad, que son las llamadas virtudes morales, y también incluso las tenencias categoriales.

El hombre no es intracósmico.

Cada persona constituye su esencia en una redundancia sobre sí misma, una autoperfección que depende de su libertad.

Las sustancias naturales intracósmicas son perfeccionadas por algo extrínseco a ellas: el orden en el que están.

El hombre se perfecciona desde su interior, desde su libertad.
Esa autoperfectibilidad distingue la esencia humana respecto del universo como esencia.

Correlativamente tendremos que estudiar el acto de ser que corresponde a la esencia humana.

A la esencia del universo le corresponde el acto de ser como primer principio.
Ahora, en el caso del hombre, el acto de ser no es un primer principio, sino que es la persona.

La persona es aquel acto de ser cuya esencia es una naturaleza autoperfectiva.

En el hombre la perfección se la da él a sí mismo, a través de sus propios actos.

Pero la fuente de la perfección son los hábitos superiores trascendentales (no esenciales): sindéresis, hábito de los primeros principios, sabiduría y gracia. Hábitos recibidos de Dios, que no cesan.

A la superioridad de la esencia humana le corresponde una superioridad en el orden del ser: el ser personal (con cuatro radicales que se convierten entre sí: co-ser, libertad, inteligir, amar).

Aunque en rigor habría que decirlo al revés: porque se trata de un ser superior, de una trascendentalidad superior a la metafísica, es por lo que la esencia humana es superior a la esencia del universo.

De ahí que la esencia humana reciba nombres distintos según los cuatro trascendentales personales.

Del co-ser : esencia como manifestación.
De la libertad: esencia como disponer.
Del inteligir: esencia como iluminar.
Del amar: esencia como aportar.


La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p. 39-41). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

Para saber más:
Etiqueta 1.9.2 Preguntas sobre los hábitos
Etiqueta 4.0 Esencia extramental
Etiqueta 4.1 Sustancia
Etiqueta 6.1.2 El disponer esencial


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¿Es lo mismo decir esencia humana que naturaleza humana?

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No.

Expliquemos cómo se distingue la naturaleza o sustancia natural propia de cada persona humana, de la capacidad de automejoramiento, que es lo que llamamos propiamente esencia humana.

Cabe decir, en primer lugar, que el hombre es una sustancia natural capaz de autoperfección.

Un perro no se autoperfecciona, su naturaleza se despliega según el orden del universo. Es intracósmico.

La persona humana sí que se autoperfecciona.
Más que autoperfección podemos hablar de automejoramiento. En efecto, perfección tiene la connotación de algo "acabado", de despliegue "completo" de lo que una naturaleza es capaz de dar.

Pero el crecimiento humano es irrestricto, siempre se puede mejorar.

Esa capacidad de automejoramiento, esa potencialidad peculiar del hombre es lo que Polo llama esencia humana.
Es esencia libre cuyo ápice es el yo. Es la esencia la que manda, la torre de control

Y el yo activa la naturaleza humana, el dinamismo de la voluntad. Nótese cómo llamamos naturaleza a lo recibido de entrada (ver etiqueta 4.2). La persona humana recibe una naturaleza que debe activar desde su yo.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.40.2). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Qué es la separación?

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Separación es la distinción de lo que existe.

Es claro que los seres creados se distinguen realmente unos de otros. Están separados entre sí y separados de Dios. Dependen de Dios.

El gran Misterio de Dios es que en su intimidad hay distinción sin separación.

A nosotros nos interesa profundizar en el conocimiento de la separación o distinción de las criaturas.

Los clásicos hablaban de una separación de las substancias.

Y descubren también que el intelecto personal se separa con una separación que es distinta de la separación de la sustancia.

Así, el intelecto personal, que es mejor llamarlo inteligir personal, es separado de su tema.

Reservo el término "alejamiento" para designar la independencia, la separación culpable, el error peculiar de la libertad que no quiere depender de Dios, buscando su autorrealización. Lo que en moral se llama pecado.

El 30 de junio 2010 celebramos los 50 años de independencia. Hay un dicho congolés que dice: "los belgas se fueron dejándonos en la más completa independencia".


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¿Qué fórmula nos hace niños?

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La fórmula siguiente reaviva nuestra humildad:

"El ser se divide en dos: la identidad originaria y las criaturas.

Dios es el Origen.

La criatura (niña al fin y al cabo), comienza y depende.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 1, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más :

Etiqueta 1.5: distinción

Etiqueta 1.6.1: ser creado.

Etiqueta 1.7: distinción acto de ser-esencia.

Etiqueta 3.1.1: comenzar.


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¿A quién está reservada la unidad trascendental?

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A Dios.

La unidad trascendental será tratada en la etiqueta 1.14.


Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 88. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Qué nos muestra de Dios el autotrascendimiento humano?

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Autotrascenderse es una forma de dar.

No es un aniquilarse, ni tampoco simplemente cambiar a mejor.

Cuando hablamos de autotrascendimiento, queremos decir actividad suprema de dar: darse.

Lo trascendental en sentido estricto es el dar supremo, Dios.

Pues bien, en congruencia con el autotrascendimiento humano, podemos entrever el carácter donal de la actividad divina, del ser de Dios.

Las relaciones personales intratrinitarias son relaciones donales.

La Sagrada Esritura expresa en términos de dar la relación entre el Padre y el Hijo (por ejemplo, Jn 5, 36); e igualmente el Padre da el Espíritu (Lc 11, 13) a petición de Cristo (Jn 14, 14), y lo da sin medida (Jn 3, 34).

Este "sin medida" significa "sin reservas".
Sólo Dios puede dar así.

Sacado del artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.2 . Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más ver las etiquetas :
1.0.1 Dios
1.0.2 dar trascendental
1.5.2 relación (en construcción)
5.2 trascendentales
12.1 Trinidad (en construcción)


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¿Qué son los trascendentales?

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Los trascendentales son perfecciones puras del ser.

Pura significa aquí : sin potencia.


Un trascendental es actividad pura.

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¿Qué son propiamente los trascendentales?

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Son actos cuya actividad lo abarca todo.

Tradicionalemente se dice que los trascendentales son las perfecciones puras del ser.

Yo prefiero la propuesta de Falgueras que no deja resquicio a una consideración meramente lógica de los trascendentales.

Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental p.34.

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¿Qué dice el lenguaje filosófico?

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Leonardo Polo responde en Introducción a la Filosofía, p. 44.4 : El lenguaje filosófico expresa la verdad del ser.

Y si ese lenguaje deviene canto, expresa la bondad y la belleza del ser.

El ser es, pero "ser" es también verdadero y bueno y bello.

Ser, verdad, bondad, belleza.

Es lo que los medievales llamaron trascendentales.

La teoría de los trascendentales, una de las más logradas formulaciones de la filosofía medieval, arranca de hallazgos de los grandes filósofos griegos.

Aunque no la llamen así es ejercida por Platón (el ser es bueno y bello), y está insinuada en Parménides (es lo mismo ser y pensar).


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¿A qué llama Falgueras trascendentales condicionales?

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Falgueras distingue dos tipos de trascendentales:
los trascendentales condicionales (metafísicos y de la persona humana) y
trascendentales incondicionales (que me gusta llamar supremos).

Los trascendentales condicionales se llaman así porque requieren a los trascendentales supremos.

Los supremos se llaman incondicionales porque no requieren a los condicionales, no requieren nada.

Los trascendentales condicionales son aquellos que el trascender humano alcanza cuando se eleva activa y relativamente sobre las realidades inferiores.

Los trascendentales incondicionales, en cambio, son aquellos que, habiendo sido alcanzados cuando el hombre trasciende su propio trascender y el trascender de lo extramental, están al margen de toda heterorreferencia, por lo que para ellos la propia denominación de trascendental es extrínseca.

Así queda claro que no todo trascendente es relativo, pues, en efecto, los trascendentales supremos son absolutos. Deben ser entendidos como irrelatividad a los trascendentales condicionales y a cualesquiera otras realidades que no sean las suyas.


Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental, p. 23.3

Para saber más:
Etiqueta 5.2 los trascendentales
Etiqueta 1.0.2 dar trascendental
Etiqueta 5.2.0 trascendentales condicionales
Etiqueta 1.0.3 trascendentales supremos


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