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Tradicionalmente se dice que la inteligencia es, de entrada, en el hombre tamquam tabula rasa.
Debe existir, pues, una instancia superior a la inteligencia que la activa y le añade lo que necesita para razonar correctamente.
Una pieza clave para explicar el funcionamiento de nuestra mente es el intelecto agente, luz que ilumina (y que Polo identifica con la persona, concretamente con su trascendental llamado "intelecto personal").
Pero la filosofía tradicional admite también la existencia de unos hábitos innatos, superiores a los adquiridos, que no requieren una operación previa.
Dependen del intelecto agente y son tres :
el hábito de los primeros principios,
el hábito de sabiduría y
el hábito de sindéresis.
Glosa a Antropología trascendental. I. La persona humana. p.153.5
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