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¿Cómo distinguir las estructuras donales de las aperturas transcendentes?

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Llamamos aperturas transcendentes a las cuatro aperturas del ser personal humano a Dios, según cada uno de los cuatro trascendentales personales descubiertos por Polo.
 
Las estructuras donales, sin embargo, son las estructuras que nos permiten comprender cómo el cuarto transcendental personal, el amar donal, se abre a Dios.
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Las aperturas transcendentes son:
 
La caridad transcendental: la persona humana se abre al Amor de Dios, el Espíritu Santo.
La fe intelectual: la persona humana se abre a Dios Hijo.
La esperanza transcendental: La persona humana se abre a Dios Padre, en libertad.
La humildad transcendental: el co-ser se abre a María.
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Para entender las estructuras donales, sin embargo, debemos fijarnos en el cuarto trascendental personal, que es el amar donal.
El amar donal es una tríada amorosa: aceptar, dar, don.
 
El amar donal se abre a Dios, como hemos dicho, según la caridad transcendental.
La iniciativa es divina que se resuelve en tres estructuras:
Estructura primera. Dios da el acto de ser a la persona. La persona lo acepta. El Don es precisamente su acto de ser.
Estructura segunda. La persona da a Dios su vida, esperando que sea aceptada. El don es la vida humana o esencia.
Estructura tercera.
La Salvación o Juicio final. Dios acepta el don, incorporándolo a su Amor. Es lo que llamamos Don-don.


¿Cuál es el carácter de cada apertura transcendental?

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El carácter de la apertura transcendental del co-ser (o humildad transcendental) es la humildad (etiqueta 5.13.2)
 
El carácter de la apertura transcendental de la libertad (o esperanza transcendental) es la fidelidad (etiqueta 5.13.4).
 
El carácter de la apertura transcendental del entender (o fe transcendental) es la filiación (etiquetas 5.13.3 y 5.5.5).
 
El carácter de la apertura transcendental del amar (o caridad transcendental) es el servicio a la comunión (etiqueta 5.13.5).
 
Comunión con el Espíritu Santo.
Filiación en el Hijo.
Fidelidad al Padre.
Humildad desde María.

 


¿Cuál es el "acontecimiento" más importante para el hombre?


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Ciertamente el libro "Quién es el hombre" culmina en las últimas páginas del capítulo X.
El "acontecimiento" del que se habla allí, es el encuentro con la verdad.

¿Qué es esa verdad que Polo llama verdad "personal", o mi verdad?: esa verdad es la persona que "seré", trascendentalmente, en Dios.

No se trata aquí de la verdad frívola del cesto de Caperucita.

Se trata de la noción, que en otro contexto, Polo llama "mi réplica".
Cada uno tenemos nuestra réplica en Dios. Nuestro canto a Dios, en Dios.

El marco del capítulo X (el último de "Quién es el hombre") es la dualidad propia de la libertad trascendental (no hablamos aquí de la libertad de escoger entre cerveza o coca, o de la libertad posible en la esencia humana).

Veamos la conclusión:
La libertad trascendental es dual.
Su miembro inferior es llamado por Polo "libertad nativa".
El miembro superior lo llama "libertad de destinación".

Mi verdad va apareciendo en el trayecto o actuosidad entre una y otra. Es decir, entre el Origen (nazco en la libertad de la llamada inicial de Dios o libertad nativa) y el Destino (somos libres de destinarnos, si queremos).


¿Y quién es el beneficiario? El Hijo.
Mi réplica está en el Hijo. Mi réplica no soy yo. Es dual.

Somos hijos, en el Hijo. Si queremos.


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¿Cuál es la enfermedad de la libertad?

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La enfermedad de la libertad es olvidarse de la fidelidad.
 
(Es le libertinaje).
El error peculiar de la libertad es el pecado.


¿Cómo se constituye el don esencial?

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La persona humana es, trascendentalmente, dar. Es efusiva, vehicula o extiende su donalidad a través de su esencia (A.T. I, p.253).
 
Sus dimensiones inferiores son impregnadas con la actividad trascendental. Con su dar.
 
Polo dice que la persona desciende a su esencia (A.T. I, p.251), a su manifestación, disponiendo, iluminando, otorgando.
 
Es oferente porque el dar humano “ilumina” el querer-yo, constituyendo el voluntario.
 
El amor personal empapa todos los niveles del ser humano y vuelve hacia Dios, vehiculando el don constituido, hacia adentro.
 
La persona humana extiende su actividad trascendental en cascada, descendiendo hacia la esencia y ascendiendo hacia Dios, esperando aceptación.

De esto habla Adam Solomiewicz aquí.  En la página 43.


¿Qué es en realidad conocer o entender humanamente?

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Nos referimos al conocimiento humano en general.
La inteligencia es capaz de conocer, pero es también capaz de dejar traslucir su actividad de conocer.
El cómo lo hace, el cómo conoce, no es fácil de entender. Se trata de entender el entender.
Y no es fácil porque el pensamiento humano no es simple como el pensamiento divino que conoce todo en acto. Nosotros debemos avanzar con dificultad por la senda del conocimiento.
Lo primero conocido es lo más opaco, el ente, y de ahí debemos avanzar hasta llegar a darnos cuenta de lo que es la transparencia.
Es bueno hacer ya un esfuerzo y detenerse sobre esta noción: "transparencia", porque ahí está el meollo de nuestra actividad de conocer. Nuestra inteligencia es "transparente" y gracias a esa transparencia podemos conocer todas las cosas.

Quizá sirva una imagen: Los sentidos externos son como ventanas que nos abren a la realidad.
Cada sentido conoce su sensible propio. La vista, el color. El objeto de la vista es el color.
Pero el objeto es irreal. No es una representación. No es una imagen.
El objeto cabe pensarlo como el hueco de la ventana. Gracias al hueco vemos la realidad, nos abrimos a la realidad.
Cada sentido se limita a conocer lo que el hueco de la ventana le permite. No es totalmente transparente pues depende de la forma de la ventana.

Pues bien, la inteligencia es como un hueco sin ventana.
La inteligencia es irrestricta, puede conocerlo todo.

Eso no quiere decir que la inteligencia conozca todo en acto. El conocimiento depende de lo que la luz le traiga. Por eso decimos que la inteligencia necesita una luz, la luz que clásicamente se llama intelecto agente, función que Polo asigna al hábito innato de sindéresis.

La luz de nuestro intelecto es transparente, y gracias a esta transparencia podemos conocer todas las cosas. Podemos hacernos nocionalmente todas las cosas.
Las facultades o potencias sensibles no tienen la capacidad de conocer todas las cosas. El ojo puede ver los colores, pero no puede ver los sonidos.
La inteligencia, al ser transparente, puede conocer todo lo que es iluminado por la luz que la atraviesa.

La inteligencia es potencia, y el conocer es acto. Pero no somos acto puro, no siempre estamos conociendo y no siempre estamos en condiciones de conocer las dimensiones más profundas de la realidad.

El conocimiento "humano" depende de lo que vayamos iluminando.




Estas ideas y muchas de las frases están sacadas del libro de Ignacio Falgueras "De la razón a la fe…" p.52
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¿Qué caracteriza a la persona?

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Lo que caracteriza a la novedad personal es el "dar" trascendental.
 
Sin embargo, no debemos olvidar que la persona humana no es un dar trascendental puro pues tiene reservas, siempre puede dar más.
 
El dar trascendental puro es Dios
 
Pero la novedad de cada persona, divina o humana es el dar. El dar sin perder.

¿Qué es lo trascendental?

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A lo primero se le puede llamar lo trascendental. 

Lo primero es el ser.

Lo trascendental es el “ser”.

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Lo primero es el ser, pero el ser "se dice de muchas maneras".

Por ejemplo, no es lo mismo el "ser" que la "esencia" (aunque la esencia también es ser). La esencia no es trascendental.

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Lo trascendental es el “acto de ser”. 

Lo primero es el "acto de ser", pero no es lo mismo

- el acto de ser Originario (Dios),

- que el acto de ser personal,

- o que el acto de ser del universo.

 

Lo trascendental se dice, pues, al menos de tres maneras.

 

En Antropología poliana distinguimos entre el acto de ser del universo y el acto de ser de la persona humana (que es libre).

De ahí que quepan dos consideraciones de lo trascendental según hablemos del universo o de la persona.

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Estrictamente, lo trascendental es el acto de ser de Dios, el dar puro. 

 El dar puro es Dios.

 

Pero el acto de ser personal humano y angélico es también un dar trascendental.

 El acto de ser del universo es trascendental pero no es un dar, pues no es libre.

 

 Para saber más:

Etiqueta 5.2.0   Los Trascendentales

Etiqueta 5.2.0  Trascendentales metafísicos

Etiqueta 5.5.0  Trascendentales personales

Etiqueta 1.0.3  Trascendentales supremos

 

Etiqueta 1.0.2   Dar trascendental

¿Qué es estrictamente lo trascendental?

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Lo trascendental es el dar puro.

Así se expresa Ignacio Falgueras en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar", en Miscelánea poliana nº 9.
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