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¿Es correcta la expresión aristotélica "inteligentia tamquam tabula rasa"?

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Es correcta en tanto que quiere decir que no hay conceptos innatos, que todo conocimiento intelectual es una ganancia neta. No tenemos ninguna reserva eidética (no nacemos con ideas).

Sin embargo, la expresión se entiende mal cuando sugiere que el entendimiento tiene ya una naturaleza (como una tablilla de cera intacta o una hoja de papel no escrita).
A ello se añade la engañosa sugerencia de que el conocimiento intelectual es pasivo y que los conceptos se forman en la mente por influencia de algo externo, como si ésta fuera una exigencia del realismo.

De esto hablan Fernando Inciarte y Alejandro Llano en "Metafísica tras el final de la Metafísica" p. 51, 2.

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¿Conocemos "ya" al conocer?

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Sí.

Intencionalidad en latín se dice intentio, que viene de intendere, palabra compuesta de dos ("in" y "tendere") : in-tendere.

"In" está tomado en el sentido de "estar".
El tender puede haber llegado ya a lo que se tiende: es el "estar".
El conocimiento posee "ya" el objeto, posee la intencionalidad, está "en" la intencionalidad, consiste "en" la intencionalidad.
La intentio ha llegado "ya".
No es un intento o un ensayo.
No es un movimiento transitivo o un intento de ensayo.
El objeto mantiene tenso el conocimiento.
Están conmensurados "en" un grado de intensidad.

"Tendere" significa el trayecto de lo conocido a la cosa, del objeto al aspecto de la cosa que se conoce. Pero el "in" indica que "ya" se ha llegado.

Co-acto entre acto de concoer y objeto.
Se está ya "en" la cosa conociéndola "intencionalmente".

Al mismo tiempo que se tiende a la cosa, el conocer está "ya" conociendo.
En todo el trayecto tendente se posee "ya" la cosa aspectualmente, con más o menos intensidad.
Lo conocido es más o menos intenso.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 68
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¿Por qué decimos que la intencionalidad "tensa" el objeto?

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La intentio no es "tendere-a", sino "tendere-in".
No hay que tender todavía a la cosa pues el "en" significa "ya".

Por eso podemos hablar de intensidad.
Poseemos más o menos intensamente (intencionalmente) la realidad.
El conocimiento no es una flecha, o si lo es es una flecha que "ya" ha logrado la diana.

La luz física es como una flecha velocísima (con la velocidad de la luz), que salva la distancia, eliminando el espacio.
Pero la flecha no puede vencer el tiempo, detectando los cambios que se producen en la diana. Si la diana cambia, hay que lanzar otra flecha.

El conocimiento sí que detiene el tiempo. Conoce lo que conoce, "ya". Y es capaz, al conocer la naturaleza cambiante de las cosas, de anticipar los cambios y conocer "ya" el fin.

Más que decir que la cosa es detenida o que el objeto se detiene, tendríamos que decir que es el conocimiento el que capta más o menos intensamente el objeto, en tensión tensa. Concentrando en él, más o menos, la realidad.

El objeto está más o menos formalmente concentrado por el conocimiento, que es como una flecha estante, no una flecha que recorre un trayecto, sino una flecha que ya ha dado, más o menos, en el blanco.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 70.5
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¿Qué es la intencionalidad de semejanza?

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La intencionalidad de semejanza es la intencionalidad "cognoscitiva", es decir, la remitencia cognoscitiva propia del objeto que está en la mente del que conoce.
La intencionalidad que va del objeto, conocido en la mente, a la realidad.
Los clásicos suelen decir que el objeto conocido es "semejante" a lo real.

Conviene precisar, no obstante (para evitar el representacionismo moderno), que el objeto se agota siendo pura semejanza. No se trata, pues de que se parezca o sea una copia de lo real, sino que "intencionalmente" es lo mismo que lo real.

Piá apunta que la intencionalidad del objeto es el límite del pensamiento. Se piensa lo que se piensa. Para conocer más hay que ir más allá del límite.
El límite mental es el "lo" de "lo mismo".


Otro asunto relacionado con la intencionalidad del objeto es que el objeto conocido no se da sin al acto de conocer. Son co-actuales. No hay objeto sin acto. Es el objeto el que es intencional, pero es de un acto cognoscitivo.
Hegel olvida este punto tan importante. El logicismo hegeliano consagra la validez propia de los objetos, prescindiendo del acto de conocer. La intencionalidad coactual con el acto de conocer es pura, pero no sin acto.

La intencionalidad es dual con el acto de conocer. Se exige un método (el acto actual u operación) y un tema (el objeto pensado que es pura remitencia a la realidad).

Polo precisa que siendo el objeto puramente remitente oculta el acto de conocer. Se oculta la coactualidad pues la atención va hacia la realidad mostrada por el objeto. (Y al ocultarse el carácter dual de conocer y objeto, se oculta también su carácter creado). Al pensar sólo pensamos "lo mismo".

Para percatarse de la dualidad hay que “darse cuenta” de esa dualidad, y por lo tanto ponerse en condiciones de darse cuenta de que esa intencionalidad es dual con el acto de conocer, y por lo tanto que no es originaria, sino creada. Ahí está el intríngulis del abandono del límite mental.

¿ Qué es la intencionalidad de alteridad?

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Es la remitencia propia de los actos de querer.

Es la intención volitiva que se tematiza como "intención de otro".

Los actos de la inteligencia al ser coactuales con el objeto conocido, tienen intencionalidad de semejanza (la intencionalidad pura es la intencionalidad del objeto que nos remite a la realidad). Poseemos en nosotros algo de lo que en realidad es otro, asimilamos lo que en realidad es otro distinto de nuestro yo.

Los actos de la voluntad tienen intencionalidad de alteridad, pero esa alteridad no es de semejanza.

La voluntad quiere "más" otro. No se detiene en lo que ya es, en lo que conoce. Quiere más. Quiere más otro y quiere, como me apuntó Juan A. García, además de otro, la correspondencia de otro.

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¿A qué se refiere Husserl cuando habla de intencionalidad?

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"Intencional" se puede emplear en un sentido que expuso Husserl con su método fenomenológico.

Husserl contrapone la relación "causalista" que se da en el ámbito de la naturaleza física a la relación "intencional".

¿En qué consiste esta intencionalidad que aparece en la mente humana? 

Pues que, por ejemplo, "lo admirable" objetivamente motiva mi acto de admiración.

El objeto de la conciencia motiva los actos de la conciencia o noesis.

El acto de conciencia tiene su correlato, que es el objeto.

En Husserl y la tradición fenomenológica "la intencionalidad" designa la versión del acto de conciencia al objeto.

Husserl pone la intencionalidad en el acto de conocer cuyo correlato es el objeto. Polo no lo ve del mismo modo. En su teoría del conocimiento es el objeto de nuestro pensamiento el que remite más allá de sí, a la realidad. Es el objeto el que es intencional  El acto de conocer no es un ingrediente de la intencionalidad, sino que es coactual con la intencionalidad del objeto.



Glosa a Urbano Ferrer. Consideraciones sobre la relación mente-cerebro. Studia Poliana 11, p.54
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¿La intencionalidad de los sentimientos?

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Los objetos pensados, son intencionales de la realidad con una intención que llamamos "de semejanza".
Cuando pienso un elefante, el objeto pensado me envía intencionalmente a la "realidad" del elefante.

Los actos de la voluntad son intencionales, con intención que llamamos "de alteridad", de lo "otro", de la "realidad". Tendemos a "aceptar" la realidad, a que la realidad sea más, o a servirnos de la realidad para honrar a los demás. 

Los sentimientos, sin embargo, tienden a enlazar.

Los sentimientos "sensibles" indican, al informar del "estado" de nuestros sentidos, si se debe proseguir la acción y desencadenan las tendencias sensibles.
Sin afectividad, el conocimiento sensible no enlaza con las tendencias.

Nuestros sentimientos sensibles pueden convenir o no al fin de nuestra naturaleza. Ellos son los "indicadores" de la conveniencia. Su intencionalidad está en el "enlace".

En los animales esto sucede "automáticamente". En el hombre, podemos intervenir más o menos según sea la fuerza de nuestra voluntad.


Veamos ahora la intencionalidad de los sentimientos del nivel intelectual. Nuestros pensamientos y deseos pueden convenir o no a nuestro proyecto de vida. Los sentimientos intelectuales nos lo indican.

En el nivel siguiente, íntimo, los sentimientos que llamamos "nativos" (pues nacen con la persona), indican la situación de nuestras aperturas "radicales" que convienen o no a nuestra sed de más.

Finalmente, la situación de nuestra apertura a la transcendencia es indicada por los sentimientos que llamamos "espirituales". La búsqueda de Dios y su encuentro puede estar más o menos de acuerdo con nuestro "destino". Los afectos espirituales nos lo indican. Gozo y paz.


De esto habla Juan Fernando Sellés en el Cuaderno de Anuario Filosófico, nº 227, "Los filósofos y los sentimientos", p. 98.3 y nota 7 en la que cita la frase de Polo que me ha dado pie a señalar la intencionalidad de "enlace" propia de los sentimientos.

Para saber más:
Sobre el ser de la persona humana..:…….Etiqueta 5.0.0
Sobre la intimidad de la persona:…..….....Etiqueta 5.11.0
Sobre los sentimientos sensibles:………....Etiqueta 14.1.0
Sobre los sentimientos intelectuales:….….Etiqueta 14.2.0
Sobre los sentimientos nativos:………….….Etiqueta 14.3.0
Sobre los sentimientos espirituales:……...Etiqueta 14.4.0
(algunas etiquetas están aún en construcción)

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¿Cómo forma el acto de conocer lo conocido?

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Separando.

Nos puede servir para comprenderlo el ejemplo de una fotografía.
Una fotografía envía a una realidad distinta sirviéndose de la cartulina.
La fotografía es intencional: veo la fotografía y me conduce-acompañando al fotografiado.
El acto de conocer forma-acompañando la intencionalidad.

La cartulina es el soporte físico de su intencionalidad. En el conocer no hay soporte físico, sino precisamente separación de lo físico.

La intencionalidad cognoscitiva es como una fotografía "separada" de la cartulina. El acto de conocer es la "separación", el acto de separar.

El acto de conocer forma la intencionalidad al separar

La intencionalidad pura u "objeto" conocido, que nos lleva a la realidad, aparece cuando el acto de conocer hace prescindir la especie impresa de lo físico o material.

De lo físico mío, de lo físico de mi especie impresa, de las condiciones materiales de mi imaginación.
Conocer no es poseer fotografías en el cerebro (algo así es la imaginación) sino iluminar, hacer "aparecer" verdaderamente lo real, prescindiendo de lo físico mío,  para conocer intencionalmente la realidad, que si es física se conoce como física, inmaterialmente.

La intencionalidad es un camino transitado de acuerdo con el acto, de acuerdo con la "separación", con el dejar de lado mi materialidad.

El entender forma la intencionalidad no haciendo algo, sino quitándose lo físico y dejando aparecer, inmaterialmente la forma ajena.

La intencionalidad no es un término formado por un formar, sino que está "en ese formar".
No hay mediación entre el acto de conocer y lo conocido. El acto cognoscitivo prescinde de lo físico, formando o prescindiendo en tanto que forma.
Así "aparece" en la mente la pura intencionalidad de lo real.


De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 54
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¿Son distintos objeto e intencionalidad?

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Objeto e intencionalidad son lo mismo.

No hay objeto e intencionalidad del objeto, sino que el objeto es según la intencionalidad, el objeto es la intencionalidad misma, la iluminación misma.

El acto de conocer es co-actual con el objeto.

Pero el objeto no es co-actual con el cognoscible en acto, pues el objeto contiene tensamente el cognoscible en acto.

El objeto tiene "dentro" los cognoscibles en acto, el objeto es intencional.
Por eso decimos que la intencionalidad es leer-dentro, intus-legere. No leer dentro de las cosas, sino leer dentro del objeto. El objeto posee en su interior inmanentemente los cognoscibles en acto. Entender es leer dentro del objeto, profundizar en su interior.

Conocer no es viajar, pues "ya" se tiene la pieza en el zurrón.
No sólo se ha vencido el espacio, sino también el tiempo.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 72.2

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¿Es la intencionalidad una mediación silenciosa?

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No.
La intencionalidad es clamorosa.

La mediación silenciosa es el acto de conocer, pero la intencionalidad no es mediación silenciosa, sino clamorosa : la intencionalidad es el objeto.

Ver el objeto significa ser enviado por el objeto, pues éste no es más que intencionalidad

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 55.2
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¿Al conocer, poseemos la realidad?

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El acto de conocer posee la realidad "intentionaliter". No en cuanto realidad. 
Y eso es una iluminación.

La luz es elevación al fin.

El acto de conocer posee el objeto; no hay objeto conocido sin posesión de fin, de télos.

La intencionalidad pura elimina sin más la comparación con la realidad.
No es como un retrato que "se parece" a la realidad.

El conocer no se detiene en el objeto conocido, como si fuera una "cosa en sí" que se pueda comparar con otra "cosa en sí" que es la realidad.

Claro que en la realidad "hay" más por conocer que lo que con una operación cognoscitiva se conoce; pero en cada acto de conocer no hay nada más por conocer que lo que el acto objetiva o ilumina.

Lo que queda por conocer lo conoceremos por otro acto. A un acto sigue otro. El conocer se prosigue de manera discontinua.

La verdad no es un "en sí" platónico, ni kantiano, sino que es intencional, posee la realidad, el fin, intencionalmente.


De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 62.3-63

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¿Qué se parece más a la intencionalidad del conocimiento, la intencionalidad de un retrato o la intencionalidad de una palabra?

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La intencionalidad del retrato.

El retrato "muestra", mientras que si no sé el significado de una palabra, no puedo averiguarlo por más que oiga la palabra.
La intencionalidad de la palabra es convencional.

El retrato es de suyo intencional, pues al ver el retrato he visto al retratado "intentionaliter".

Wittgenstein pretendió una interpretación "pictórica" del lenguaje, pero eso es imposible porque no hay retratos para todo, ni todo se deja retratar. Hablar no es hacer fotografías. Y pensar menos aún.

Misterio curioso el del conocimiento.
El acto de conocer sí que posee, como un retrato lo conocido. El objeto intencional se parece a la realidad.

Lo curioso está en que la intencionalidad del conocimiento no es como una fotografía. Es pura intencionalidad. Es una foto sin cartulina, desmaterializada.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 58

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¿Tiene la palabra valor intencional?

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Sí.
El poder de la palabra se debe a que lleva más allá de ella.

La atención no se fija en la palabra, es un medio silencioso (como el acto de conocer); la palabra se oye y no se oye, pues al oírla lanza fuera de ella.

Sin embargo, la intencionalidad de la palabra es convencional.
La palabra no muestra la realidad.

Por eso no es lo mismo pensar que hablar. El conocimiento es de suyo intencional mientras que el lenguaje es intencional por convención.

El paso del conocimiento al lenguaje se consigue con cierto esfuerzo, ha habido que aprenderlo. Una estructura intencional por convención, como el lenguaje, no es de nungún modo una forma intencional pura.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 58
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¿Se parece el acto de conocer a la cosa física?

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No.
El acto de conocer no se parece en nada a la cosa física.
Lo que se parece es lo conocido.
Lo conocido, el objeto, sí que se parece, porque es intencional.

El "acto" por el que conozco una mesa no es una mesa, ni es la forma de una mesa, pero en cambio posee "in mente" la forma de la mesa, que es intencionalidad pura.

El objeto conocido es inmaterial, pero "se parece" a la realidad física.

El acto que posee el objeto inmaterial no es ninguna realidad física.

Sin embargo, para entender la "intencionalidad" y no caer en el idealismo, debemos añadir que el parecerse o semejanza con la realidad no es una "comparación".

La realidad no tiene una copia perfecta que debamos imitar al conocerla.

Conocer es desvelar, "al" conocer.

Puedo equivocarme si desvelo sólo una parte y la tomo por el todo, pero lo desvelado es verdad, la verdad de la parte desvelada.

Aquí no vale lo de "todo es verdad o es mentira, según el cristal con que se mira".
Si veo verde, la verdad de lo que veo es verde.
Si la realidad es también roja, tendría que poner otro cristal, para ver su rojez, pero eso no anula la verdad de lo verde.

Aspiramos a ver más, pero eso no descalifica a lo que ya vemos.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 58.4

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¿Es la intencionalidad un acto inmaterial?

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Sí, es un acto inmaterial.

Sin embargo, en cuanto que incluye la "materialidad" de la realidad a la que remite, podemos calificarla también de "material".

(Este punto parece importante para entender el principio de la Encarnación).

Si se considera la intencionalidad como una operación intelectual sería, efectivamente, un acto inmaterial.

Pero tanto el conocer como el actuar "intencionales" (la intencionalidad cognoscitiva y volitiva respectivamente) son capacidades poseídas de modo habitual. Son actos coactuales, con otros actos.

"Sabemos" que el objeto remite a la realidad (intencionalidad cognoscitiva) y "sabemos" que nuestro querer quiere más otro (intencionalidad volitiva). Entonces, la intencionalidad incluye la "materialidad" de la realidad a la que remite.

Glosa a Urbano Ferrer. Consideraciones sobre la relación mente-cerebro. Studia Poliana 11,  p. 58.4

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¿La verdad está en el objeto o en la cosa?

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En sentido estricto, la verdad está en el objeto conocido, es decir en el objeto intencional, en el objeto en la mente.

Tomás de Aquino lo dice así :"esse rei, non veritas eius, causat veritatem intellectus. Formaliter, veritas est in intellectu".

La verdad es (además de coherencia) adecuación entre la cosa y el intelecto. Pero sin intelecto no hay adecuación.
La adecuación corre a cargo del conocimiento.

Sin intencionalidad no hay verdad.

El ser de la cosa es causa de la verdad, pero la verdad no está en el ser, sino en el intelecto.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 59.5

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¿Es la intencionalidad una "copia" de la cosa?

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No.
La intencionalidad envía a la cosa, posee intencionalmente la forma de la cosa. En el enviar, la cosa ya es conocida.

No existen copias, ideas, sino actos de conocer que poseen intencionalmente la realidad.

"Intencionalmente" quiere decir objeto "conocido" u objeto "intencional".

La verdad de la cosa es el acto cognoscitivo que conoce formando, poseyendo ya intencionalmente (objeto conocido) la cosa.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 60

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¿Qué designa el nombre "ente"?

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El nombre "ente" es participio de presente del verbo ser, lo que es :
"lo que" "es".

Lo primero para filosofar es caer en la admiración justamente de "lo que es" : la presencia, una presencia mantenida.

Parménides utiliza precisamente la palabra "ente" para designar ese principio fundamental que funda, que asiste en presente, que da estabilidad al firmamento.

"Ente" significa lo que es, "lo que" está "siendo", lo esente, la unidad verbal-nominal.
El sentido nominal del ente es el "lo que"; el sentido verbal es el "es".
"Lo que" – "es".

Parménides fija su atención sobre el hecho de que el ser funda, haciendo consistente lo fundado.
Formula el "ente" como "actualidad".

Se trata de una deriva grave hacia el monismo.
Lo primero no es la presencia.
Lo primero es el ser, el acto de ser.
Fijarse en la presencia de "lo que" es, deja al margen la actividad del ser.

El nombre ente designa pues, un modo lógico de pensar a los seres como individuos. No es un trascendental,

Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.46.39.4
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¿Cuáles son las dos maneras primariamente distintas de decir el ente?

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Decir ente "real" y decir ente en cuanto "verdadero".

El ente real es el ente que está fuera de "mi" mente.

El ente, en cuanto verdadero, es el ente que solamente está en la mente.

El ente verdadero puede ser real, pero añadiendo un matiz al ente real: el estar siendo concido por una mente. Es real, pero más.


Cuando Aristóteles llama al acto entelécheia (una substancia o un accidente), se está refiriendo al ente fuera de la mente, al ente real.

El ente capaz de verdad es lo que Aristóteles llama ente capaz de energéia. (Y que nosotros llamaremos persona).
¿Qué quiere decir energéia? : mente despierta. Es el noús despierto. Un ente capaz de poseer la verdad de las cosas.

Soy una sustancia y al mismo tiempo puedo conocer, soy capaz de verdad.  
Conocer no es un accidente de la sustancia. Es otra manera distinta de ser. No es un accidente del cuerpo, de la sustancia (entonces sería entelécheia, ente cósmico).

Soy cuerpo y soy, además, espíritu. Ente capaz de verdad. El espíritu no es un accidente del cuerpo.

Soy espíritu dormido, que se puede despertar. Y amar.


Como ven ustedes la noción de ente complica.
Es mejor centrarse en los actos de ser y sus esencias.

Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, capítulo 6, p.78.5

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¿Es ente el "no ente"?

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El "no ente", en modo alguno es el ente real, sino un ente de razón.

El "no ente" se asimila al ente, pero como puro ente de razón.

El ente de razón se asimila al ente verdadero, no al ente real.

De esto se habla en L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 54.2

¿Cuáles son los trascendentales metafísicos según Polo?

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Para él son sólo cuatro, que, por orden de prioridad, son:
el ser (esse),
la verdad (verum),
el bien (bonum)
y la belleza (pulchrum), aunque este último no lo tematiza explícitamente.

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¿Qué pieza es clave para comprender la convertibilidad de los trascendentales metafísicos?

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La convertibilidad del ser, la verdad y el bien  no se comprende sin el ser "cognoscente" y "amante".

En efecto, la verdad y el bien son trascendentales "relativos". Relativos porque es la persona la que conoce el ser como verdadero y lo ama como bueno. Son relativos a la persona que conoce y ama.

Ya desde su primer planteamiento en la escolástica medieval, la "ciencia" y el "amor" divinos son el fundamento del valor ontológico de los trascendentales "verum" y "bonum". Las cosas son verdaderas porque Dios las conoce y son buenas porque Dios las ama. Dios es Persona (Tres).

Sólo el "ser personal" descubre el ser. Sin la persona no se podría dar lo verdadero ni lo bueno, a falta de un ser cognoscente y amante.

Leonardo Polo propone que la doctrina clásica sobre los trascendentales requiere una profundización y ampliación.

No se trata de desprestigiar la doctrina clásica del valor "ontológico" de la verdad y bondad del ser cósmico,  sino de señalar que los trascendentales metafíscios exigen un ser de un orden superior.

Un ser personal que más que realidad inteligible es "conocer" y más que realidad buena o digna de ser amada, es "amar" y "don personal".

La realidad personal no se confunde ni es absorbida por la realidad cósmica.
Ésta es sencilla. Aquélla es libre.

De esto habla César Montijo en su tesis doctoral "Don y criatura. La creación personal según la estructura donal en  la Antropología trascendental de Leonardo Polo". p. 342. Cuadernos doctorales de la Universidad de Navarra.  Volumen 21/2011.

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¿Qué significa "ser"?

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"Ser" es lo estable, lo que no es mordido por el tiempo.

El "ser", la estabilidad del ser,  es plural. No es un monolito. Ser se dice de diversas maneras.

No es lo mismo el ser increado que el ser creado. El ser creado, siendo estable, tiene también inestabilidad, movimiento, tiempo.

No es lo mismo el ser que es Dios, que el ser humano, o que el ser del universo. Dios no cambia. El ser humano y el ser del universo cambian, pero de modo diverso.

Y no es lo mismo el ser como acto, que el ser como esencia. La esencia es, pero lo es dependiendo del acto de ser. El acto de ser es más estable que el ser de la esencia.

El ser como acto (acto de ser), a su vez, como ya hemos indicado, es plural:
Ser Originario (Dios);
ser "además" (ser humano);
ser persistente (el ser del universo estudiado por la metafísica.

El ser como esencia est también plural:
Esencia divina;
esencia humana (la vida creciente de cada quién);
esencia del universo (o despliegue de la tetracausalidad).

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¿Qué designa el nombre "ente"?

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El nombre "ente" es participio de presente del verbo ser : lo que es.

A lo real se le ha llamado ente.

Pero atención, "lo que es" no es lo que "era", ni tampoco lo que "será".

Es cierto que lo primero que la admiración presenta es justamente eso : presencia, presencia mantenida.

Y Parménides utiliza la palabra "ente" para designar el principio fundamental que funda, que asiste en presente.

"Ente" significa lo que es, lo que está siendo, lo esente, la unidad verbal-nominal. Fundar haciendo consistente lo fundado.

En definitiva, Parménides formula la actualidad como "ente".

Parménides es el gran enemigo de Polo: porque el ser no se agota en la actualidad. El ser que fue, también será. El ser, es y será actividad.

Sólo con entes no vamos a ninguna parte.


Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.46.39.4

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Me pregunta Rafa Monterde cuándo nos topamos con el ser

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Cher Rafa,


El ser se dice de muchas maneras:


Ser Idéntico, el Creador.


Seres inidénticos,  las criaturas:ser personal humano y ser del universo.


Caemos en la filosofía, al admirar el cielo estrellado.
Gracias al firmamento podemos advertir el ser "sencillo" del universo.


Polo propone como método, abandonar el límite mental. Al excluirlo (1ª dimensión del abandono) advertimos el ser del universo.

Y al darnos cuenta de que no cambia, de que está fuera del tiempo, sabemos que hay algo en nosotros que también está fuera del tiempo.
Somos capaces de verdad.


Al desaferrarnos del límite (3ª dimensión del método del abandono) alcanzamos nuestro ser personal. Que no es sencillo, sino dual, abierto por dentro.


¿Nos topamos con la verdad?
No
La verdad no está en el ser, sino en el acto de conocer. No hay verdad sin cognoscente.
No es el ser de la cosa el que suscita la verdad.
Es el ser de la persona (cognoscente) quien ilumina la realidad, poseyendo intencionalmente, aspectualmente, objetivamente, alguna dimensión de la realidad de la cosa.
La verdad de la cosa no está en la cosa, sino en el cognoscente. La verdad de la cosa es la intencionalidad.


Nunca nos "topamos" con el ser.
Siempre podemos pensar más. Siempre podemos conocer mejor la cosa.


Ahora bien, hacia dentro, alcanzamos nuestro ser personal como pura transparencia.
¿Quiénes somos?
Nuestro ser personal aparece como un "encargo" (es el cuento de Caperucita, que debe llevarle el cesto a la abuelita).
El desvelamiento de nuestro ser personal es la verdad personal. Nuestro destino. Se vive como enamoramiento. Como un destinarse.


Esperando el encuentro definitivo.
Que es más que toparse, abrazarse.

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¿Cuáles son los 4 axiomas centrales con los que Leonardo Polo formula la teoría del conocimiento?

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A. Axioma de la operación: El conocimiento es siempre activo.

B. Axioma de la distinción: Las distintas operaciones son jerárquicas.

C. Axioma de la unificación: Las operaciones no son provisionales, pues las condiciones formales de un nivel no son sustituibles por las de otro nivel.

D. Axioma de la culminación: La inteligencia es operativamente infinita.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 13

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¿Cuáles son los 4 axiomas laterales que acompañan correlativamente a los axiomas centrales?

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Axioma lateral E: no hay objeto conocido sin operación y viceversa.

Axioma lateral F: el objeto conocido es siempre intencional.

Axioma lateral G: el objeto es una forma, si en la facultad le precede una especie.

Axioma lateral H: la inteligencia es siempre proseguible.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 14

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¿A qué llama Polo "axioma de la conmensuración"

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A la connmensuración entre operación y objeto.

Cada operación de conocer se conmensura con su objeto.

El acto de pensar, la operación de conocer, es acto actual, se agota o se detiene en la presencia mental.

Cada operación de conocer es bastante.
Y ese bastar es límite.

El ser humano, sin embargo, está más allá de la actualidad, es además.
Soy además de pensar. Estoy más allá de mi pensamiento.

El acto de pensar es "actual", es presencia mental, justamente porque es bastante para el objeto, y el objeto es pastante para el acto de pensar. Es lo que llama Polo "axioma de la conmensuración".

El acto de conocer se conmensura con el objeto.
El objeto se conmensura con la operación.

Este bastar es el límite mental.

En cambio, el ser del hombre no se conmensura con objeto.
Es "además".

Polo habla de esto en Presente y futuro del hombre. p.199.3 y 4

Para saber más:
Sobre el objeto:……………………….…….Etiqueta 2.4.0
Sobre la actualidad:……………………...Etiqueta 2.4.1
Sobre el acto de ser personal : …...Etiqueta 5.0.0
Sobre el además :……………………..… Etiqueta 5.5.0
Sobre el Co-existir personal :……... Etiqueta 5.5.1
Sobre el carácter de además: …..….Etiqueta 5.4.0

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¿Qué es el movimiento?

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Estrictamente, el movimiento es el cambio físico, la categoría predicamental llamada acción. La kínesis.
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¿Qué tipos de movimiento aparecen en la historia de la Filosofía?

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Aristóteles distingue magistralmente entre :
kínesis : movimiento transitivo (categoría acción). Que es movimiento físico.

praxis : acción "humana" inmanente. (como ver, oír, saludar…)

En realidad sólo será propiamente movimiento la kínesis. La praxis no es en sí ningún movimiento.

Los tipos de movimiento físico según Aristóteles son :
generación, corrupcion, aumento, disminución, alteración, traslación.

La praxis, unida a la kínesis, es en el hombre poíesis : producción.

A partir de Descartes, se entiende por movimiento casi exclusivamente la traslación de lugar.

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¿Existe el movimiento inmóvil?

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David González Ginocchio dice bien que hay movimiento físico en todas las categorías físicas y no solamente en la categoría acción.
Por eso dice que el movimiento es postcategorial.

Pero hay también otro sentido del movimiento : el movimiento inmóvil del acto de conocer.
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¿Es el acto de conocer un movimiento inmóvil?

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Sí.
En el acto de conocer se ha pasado de la potencia de conocer al acto de conocer.
Pero ese paso es instantáneo.
Nos disponemos a conocer, pero cuando conocemos, conocemos.

Más aún, el conocer es un movimiento inmóvil y discontinuo.
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¿Con qué expresión de Polo podemos entender el movimiento discontinuo?

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Entenderemos lo que es el movimiento "discontinuo" con la frase : "Si se ve, se tiene lo visto "ya", y se sigue viendo.

Ese "seguir" no es continuo, (no es un movimiento físico, continuo) sino discontinuo.

Continuo es el movimiento físico, propio de la acción transitiva: al correr nos vamos trasladando, pero al conocer no vamos conociendo, sino que conocemos "ya".
Durante la acción transitiva el movimiento es continuo hasta que se acaba en su término.
Mientras que se construye la casa, se edifica continuamente, hasta que la casa queda hecha y el movimiento se termina.

Sin embargo, al pensar, se tiene "ya" lo pensado.
Es un acto perfecto que posee su fin.

"Seguir" conociendo no es un movimiento de potencia a acto, sino de acto a acto.

Cuando vemos, tenemos lo visto, no hay paso, en el ver de potencia a acto (sí hay paso de potencia a acto en la facultad visiva, que se actualiza) pero no en el ver. En el ver, hay simultaneidad, "ya".

Y si seguimos viendo se pasa de un acto perfecto a otro acto perfecto.
Es un movimiento discontinuo. Veo y sigo viendo.


De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 35.2

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¿Cuáles son las acciones propiamente humanas?

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Lo que distingue al hombre es la coactualidad de operaciones (enérgeia) y procesos (kínesis).

Las acciones propiamente humanas son actualidades físico-espirituales, que tienen como origen la actividad inmanente de la persona humana : son una enérgeia con una kínesis.

Es así como aparecen, por composición, al combinarse operaciones y procesos, los dos grandes grupos de acciones humanas :

Las acciones transitivas humanas (producciones o poiesis) que dejan huella en el exterior.

Y las acciones inmanentes o praxis humanas que perfeccionan intrínsecamente al hombre

La praxis perfecta es la teoría.

A las otras praxis Polo las llama praxis histórico-morales :
a) el uso práctico de la inteligencia;
b) las praxis éticas (que nos hacen crecer) y
c) las praxis morales (perfeccionamiento en sociedad)

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