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¿Cuántas dimensiones tiene la apertura transcendente?

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La apertura transcendente tiene cuatro dimensiones:
1. la gracia personal inicial originaria, humildad o abajamiento primero;
2. la esperanza, amanecer o alianza primera;
3. la fe, alumbramiento o luz primera;
4. la caridad o arrullo.

El primer abajamiento o humildad trascendental, equivale a la verdad del co-existir personal. La humildad es la verdad.
El amanecer de la persona equivale al destinarse de la libertad.
El alumbramiento equivale a la búsqueda intelectual del destino personal.
El primer arrullo equivale a la búsqueda amorosa del encuentro con Dios.
Aunque utilicemos el mismo nombre, no deben confundirse la humildad, la esperanza, la fe y la caridad de las que aquí hablamos (aperturas transcendentes),  con las virtudes a nivel esencial, y tampoco con las virtudes sobrenaturales de las que habla la teología.
Asimismo no se ha de confundir la originaria gracia personal inicial (el primer abajamiento) con la gracia santificante de la teología.
Para mejor entendernos propongo que hablemos de virtudes teologales (fe esperanza, caridad, gracia santificante), que son "sobrenaturales" y aperturas "iniciales" (humildad o gracia inicial, fe, esperanza y caridad iniciales), que son naturales.





Las virtudes infusas teologales las estudiaremos en la etiqueta 12.8.0 y también en la etiqueta 5.16.2, en tanto que "nueva" creación.
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¿De qué modo se añade la vida añadida a la vida recibida?

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Polo habla de vida recibida y vida añadida.
Pero no como dos vidas.
No se pueden dar por separado.
 
Vida recibida, sin alguien que la reciba, no es vida recibida.
 
Y vida aportada, si no es inspirada por la recibida, no es vida.
 
Los hábitos intelectuales y las virtudes morales son el modo en que la vida espiritual se va añadiendo a la vida, (también espiritual en su origen), recibida de nuestros padres.
 
Con ellos se perfecciona y crece la naturaleza humana.
 
La esencia humana es la naturaleza humana "crecida" o creciendo.
La vida humana o esencia humana es susceptible de crecimiento irrestricto.
 
En síntesis : "vita viventis est essentia.
 
La vida humana es la esencia (que no vive sin la persona), el viviente es la persona humana (que vive manifestándose).
 
La vida humana es pues una dualidad: la dualidad de la vida recibida y la vida añadida.
 
La "vida añadida" es el miembro superior de la dualidad (se le puede también llamar vida estrictamente espiritual, alma humana o yo humano).
 
La "vida recibida" de nuestros padres es el miembro inferior, la naturaleza humana: el cuerpo humano y las potencias espirituales y capaz de ser esencializada.
 
En el momento de la concepción de la persona humana, nace una vida dual, en la que podemos distinguir (sin que hayan existido por separado) una vida recibida de nuestros padres y una vida "añadida", que actualiza la persona que acaba de ser concebida.
El añadido inicial y durante el primer desarrollo del niño, no es consciente.
De ahí que podamos hablar de un refuerzo o asistencia permanente de la vida, manifestación de la persona creada.

 
 
De esto habla Salvador Piá en “El hombre como ser dual”, síntesis conclusiva, n. 22.


¿A qué llamamos auto-transcendimiento?

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Pienso que hay que atribuir a Ignacio Falgueras la expresión auto-transcendimiento. Aunque él la llama autotrascendimiento.
Que no es otra cosa que ir más allá de su intimidad, para darse.
No crean ustedes que se trata de un ejercicio gimnástico solitario.
Falgueras, estudioso de Agustín de Hipona recoge el transcende et te ipsum, y acuña la expresión auto-trascendimiento.
El hombre, al carecer de réplica personal en su intimidad reclama ser auto-transcendido, ir más allá de su intimidad. Buscar a Aquél que puede recibir su don.
La justificación última del hombre sólo se encuentra más allá de él.
Por eso Falgueras dirá que la intimidad humana está orientada de suyo hacia el auto-transcendimiento. Hacia el darse.
Sin la apertura transcendente la persona humana quedaría para siempre encerrada en sí misma.
Lo peor que le puede pasar al hombre es el aislamiento completo.

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¿Qué implica el hecho de que la intimidad humana esté orientada de suyo hacia el auto-transcendimiento?

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La orientación hacia la transcendencia divina implica la elevación de los 4 radicales.
Dios es un tema que se busca.
La co-existencia orienta la transparencia intelectual y la estructura donal hacia la búsqueda.

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¿La fe sobrenatural exige la fe natural?



La fe intelectual o fe natural es necesaria para conocer con fe sobrenatural.

Sin la fe natural no sería posible la fe sobrenatural.

 

Si no se cree racionalmente en Dios no puede aceptarse su revelación.

 

La Palabra revelada no puede estar en contradicción con lo alcanzable por nuestra intelección natural 

¿Qué virtud muestra mejor el encauzamiento creciente de la vida?

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La virtud en la que el encauzamiento creciente de la vida se muestra mejor es la esperanza.

La virtud de la esperanza manifiesta en nuestra vida la apertura transcendente hacia nuestro Origen amoroso.

Por eso dice Polo que cabe considerar la esperanza como más que una virtud.

A mí me gusta llamarla "aurora", "amanecer" o "alianza".

No es exactamente lo mismo que la virtud teologal de la esperanza, que es una virtud infusa que estudiamos en la etiqueta 12.8.0.

No hablamos ahora de lo sobrenatural, sino de la apertura transcendente que todos poseemos desde la llamada inicial.
(La llamada inicial la estudiamos en la etiqueta 5.15.0).

Gracias a esta apertura (a este amanecer auroroso) nos vinculamos amorosamente a Aquél que llamamos Padre.

Nos hemos abierto arrancados por el Amor, y al Amor nos encaminamos.


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¿Cómo inciden en la persona humana sus relaciones transcendentes con el Origen?

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La persona humana tiene, al menos, cuatro aperturas hacia el Origen:
- Aceptar
- Además
- Buscar
- Dar
 
Estas cuatro aperturas transcendentes distinguen radicalmente a los cuatro trascendentales personales.
- co-ser que acepta
- libertad que es además
- entender que es buscar
- amar que es dar.
 
Los trascendentales personales se distinguen así según se referencia a Dios.

Es la apertura transcendente la que nos permite distinguirlos.
 
La humildad: el co-ser
La esperanza: la libertad
La fe: el intelecto personal
La caridad: el amar donal
 
Los trascendentales metafísicos se distinguen por su relación con la persona humana que constata el ser (ser), es atraída (belleza), lo conoce cada vez más (verdad) y lo ama (bien).

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¿Cuáles son los cuatro elementos que constituyen un verdadero mito heroico?

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En el libro "Quién es el hombre" don Leonardo se sirve del mito heroico  para describir la libertad radical (o la persona en tanto que es libertad). 

Es la libertad trascendental que tiene dos dimensiones : la libertad nativa (Dios nos da un encargo, por eso "nacemos") y la libertad de destinación: debemos conducir nuestra vida, creciéndonos ante los obstáculos, para cantarle a nuestra réplica, alcanzando nuestro destino (y el beneficiario es el Verbo: la Verdad que seremos eternamente, Réplica de Dios).

El mito heroico es ahora el cuento de caperucita.
Y tiene cuatro elementos:

1. El sujeto: Caperucita Roja.

2. La recepción de un encargo: llevar una cesta con pan y miel a la abuela.

3. El adversario: el lobo.

4. El beneficiario: la abuelita.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 245.3

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¿Es la humildad una virtud de la voluntad?

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El profesor Sellés en su trabajo sobre la humildad según Leonardo Polo sostiene que la humildad no es una virtud de la voluntad, sino una característica de la libertad personal.

 

De acuerdo, siempre que sostengamos también que la libertad personal es el primer trascendental personal (coexistencia libre).

 

Pero si sostenemos que el primer trascendental es la coexistencia y el segundo la libertad, prefiero decir que la humildad es una característica de la coexistencia.

Precisamente la apertura transcendente llamada “humildad”.

 

La característica propia de la libertad personal sería entonces la “fidelidad” que se corresponde con la apertura transcendente “esperanza”.

 

La característica propia del conocer personal sería la “filiación”, que se corresponde con la apertura transcendente “fe”.

 

Y la característica propia del amar personal sería la “comunión”, que se corresponde con la apertura transcendente comunión.

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¿Son duales el aceptar, el dar y el don en la persona humana?

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Sí.

Pero no se dualizan entre sí.

El aceptar, el dar y el don de la persona humana son la tríada amorosa del trascendental “amar personal”.


 Tanto el aceptar, como el dar y como el don, son duales porque se dualizan con Dios, gracias a las aperturas transcendentes.
 
Las aperturas transcendentes conforman la dualidad de Dios con la persona humana.

Son cuatro las aperturas transcendentes: caridad, fe, esperanza y humildad.
No son "virtudes", sino aperturas transcendentes.

Tratemos de explicarlo:

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Según la propuesta de Adam Solomiewicz el amar personal humano se entiende gracias a dos estructuras donales. Y en las dos interviene Dios. Veamos cómo:

 

A) Estructura donal primera.

B) Estructura donal segunda.

 

A) El aceptar de la persona humana es dual con el Dar de Dios.

El Dar de Dios se dualiza con la persona humana al aceptar ésta el Don de Dios que es su ser personal.

 

B) El dar de la persona humana es dual con el Aceptar de Dios.

El dar de la persona humana se dualiza con el Aceptar divino por medio del don de su vida. El don de la persona humana es esencial.

 

Fruto de estas dos estructuras del amar personal es el Don-don.

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El Don-don no es otra cosa que el fruto de la apertura transcendental que llamamos caridad.

El Don de Dios y el don de la persona humana se dualizan así transcendentalmente gracias al juego Dar divino – dar humano, y aceptar humano – Aceptar divino.

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De arriba a abajo, la primera apertura transcendente es la caridad.

La persona humana se abre a Dios gracias a la comunión entre las dos estructuras donales (El Don – don).

La persona humana se abre al Espíritu Santo.

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La segunda apertura transcendente es la fe intelectual.

El intelecto se abre a Dios por la fe.

El miembro inferior de esta apertura es la sabiduría (el saber de sí).

El miembro superior es la Réplica.

La persona humana se abre al Hijo.

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La tercera apertura transcendente es la esperanza.

La libertad se abre a su destino por la esperanza.

El miembro superior es el Destino.

El miembro inferior es el nacer.

La persona humana se abre al Padre.

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La cuarta apertura transcendente es la humildad.

El co-ser se abre al servicio por la humildad.

El miembro superior es el Servir.

El miembro inferior es la pobreza de la criatura.

La persona humana se abre a María.

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Trascendencia y Transcendencia



La trascendencia es la radicalidad del ser creado.

Lo trascendental en la persona humana es lo radical en ella, su acto de ser y los trascendentales personales.

Lo trascendental en el universo físico es el ser del universo y los trascendentales metafísicos.

 

Lo "transcendente" es lo que está más allá del ser creado.

Lo transcendente es más allá de lo radical.

La Trinidad es transcendental.

La persona humana, desde la llamada inicial de Dios, se abre en cuatro aperturas trascendentes.

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¿Qué significa "apertura"?

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"Apertura", referida al ser, significa ser "inagotable". No inagotable en el sentido de que no deje de moverse o infatigable. Sino en el sentido de ser fuente inacabable de novedades.

El ser personal, se distingue del ser del universo, entre otras cosas porque es un ser
 abierto. No se agota.
El ser del universo, sin embargo, se agota en ser lo que es. Aunque se mueva como un caleidoscopio, las figuras de colores que se forman no son infinitas, en un momento dado comenzarán a repetirse: se acabó lo que se daba.

La persona, al ser libre, siempre puede ser más, recibir más, dar más. Si la dejan y quiere.

El
 ser personal es "insistente", abierto por dentro, complejo, 
mientras que el
 ser del universo es "persistente" o sencillo.

La persona humana es compleja, especialmente desde su intimidad. La persona humana está abierta por dentro.

Si queremos hacer una antropología verdaderamente trascendental, debemos estudiar las distintas aperturas del ser personal.

Veamos pues esas seis aperturas del ser personal que he propuesto en este blog:

0. Apertura transcendente (etiqueta 5.13.0)

1. La apertura interior (etiqueta 5.11.0)

2. La apertura hacia adentro (etiqueta 5.11.4)

 La persona busca la aceptación de Dios, su destino.

La persona humana busca saber quién es (Intelecto  personal) y quién la aceptará (Amar donal).

 

3 y 4. La apertura hacia afuera. (etiqueta 5.12.0)

Con dos dimensiones que llamaremos

3. apertura "exterior(etiqueta 5.12.1) y

4. apertura "manifestativa" o inherente(etiqueta 5.12.5)


5. Apertura esencial. La esencia dual (etiqueta 5.12.6)

A ellas tendremos que añadir nuestra glorificacion en el Cielo.

7. el destino humano o encuentro futuro y pleno con Dios que transciende la apertura transcendente. Lo estudiaremos en la etiqueta 5.18.0.

En el encuentro con Dios la persona debe convertirse. La glorificación es un encuentro interpersonal en Dios.



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¿Qué son las Aperturas en la Antropología Trascendental?




Las Aperturas en la Antropología Trascendental son 
 eso, aperturas, puertas.


Puertas que permiten a la persona humana ser  enganchada y engancharse en relaciones con Dios,  con los demás y con los dones que vamos a ofrecer a  Dios, a los demás y a nosotros mismos.


Creciendo


Si quieren ustedes estudiar un largo texto sobre lo que son las Aperturas, pueden acceder a la Página de este blog llamada "Aperturas". Aquí está el enlace.

¿Qué significa “apertura” en la Antropología trascendental?

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El ser del universo depende sencillamente de Dios y se despliega según las leyes que Dios le da.
 
El ser de la persona humana depende libremente de Dios. Es un ser abierto pues su crecimiento no está determinado.
 
Apertura, en Antropología trascendental, significa dependencia libre.
Esto quiere decir que el ser de la persona humana es siempre dual y cada dualidad tiene dos miembros, el superior favorece al inferior y el inferior sirve al superior.


¿Podemos contentarnos con la fe del carbonero?

 


El fideísmo, propio del protestantismo, que pliega las velas de la razón para dar paso a una fe ‘quia absurdum’, tiene su reflejo en una actitud del catolicismo que popularmente se ha venido a llamar ‘la fe del carbonero’.
 
Polo advierte que la renuncia intelectual a que se refiere esta expresión no parece compatible con la altura de la sabiduría cristiana, aunque, a primera vista, parezca asegurar la necesaria humildad ante ella.
 
Asimismo, sostener que se puede vivir la fe prescindiendo de la inteligencia es desacertado, pues, como ya dijo Chesterton, el cristianismo no es compatible con un fideísmo de principio.
 
Ha de tenerse en cuenta que la revelación divina supone la entera naturaleza humana y mira a perfeccionarla.

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¿Cómo llama Polo al tema de la fe?


Polo llama misterio al tema de la fe.

La fe, como todo acto de conocimiento, está separada de su tema, el cual se llama misterio por ser por completo trascendente a la intelección humana.

La fe se expresa en símbolos; pero el tema de la fe no es el símbolo, sino aquello a lo que el símbolo remite. Por ese doble motivo, porque su tema es misterioso y por aludir a él simbólicamente, se dice que la fe es una luz oscura.

Nótese que por expresarse en símbolos proferidos, la fe se asimila a cierta poiesis. Por eso también se dice fides ex auditu.



Así habla Polo en Antropología trascendental II, nota 30 de la p. 20
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¿Recibiremos un premio por nuestra actividad intelectual (filosófica y teológica)?

 


Decía Tomás de Aquino que, en el cielo, los que se han dedicado a la actividad intelectual tendrán un premio especial.

¿Por qué? Porque la naturaleza humana es capaz de producir y ofrecer obras buenas. Y entre las obras buenas más elevadas se encuentran las intelectuales.

 

Aquí tenemos una pista para comprender el valor de “obsequio” de la formulación de la filosofía desde la visión católica.

 

La filosofía adquiere el carácter de sirvienta de la fe sobrenatural.

Y la fe filosófica,con su significado donal, reúne la inteligencia y la voluntad.

 

Escuchemos a Polo : “La teología es la hazaña intelectual más asombrosa y de mayor alcance de la historia, y se realiza con el sentido de “oferta” de la razón. (Obsequio de la razón).

 

La razón encuentra su propia destinación en el esclarecimiento del misterio dogmático; se pone a prueba a sí misma en tanto que es capaz de aportar su luz a lo que primariamente, y sin dejar de serlo nunca en esta vida, es misterio.

 

¿Es Hegel panteísta?

 


Según Hegel Dios tiene que conocerse a la par que conoce al mundo, pues se considera que ‘Dios no es Dios sin el mundo’.

Esto, que para muchos equivale a panteísmo, Polo lo describe como ‘panlogismo’, porque estima que responde a pretender alcanzar una idea máximamente general en la que se subsuman todas las distinciones.

 

El monismo subjetual del Absoluto lógico hegeliano difiere del planteamiento de la fe que confiesa la Trinidad de Personas en Dios”, porque el Dios de Hegel ni es personal ni real.

 

El Dios de Hegel es una idea general.

¿Es el concepto una salchicha?

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Para Hegel el concepto es un embutido.

"Universal concreto" es la definición que da Hegel del concepto, Begrif.
Begriff viene de greifen; y greifen significa agarrar. Begriff no es tanto el generar ("Concepto" en castellano viene de concebir; está en el orden de la generación: es el verbum). En Hegel concepto también tiene que ver con la generación, pero sobre todo tiene que ver con el carácter abarcante: aquello en que todo está reunido, totalizado y absolutizado.

Hegel ve el concepto también desde el punto de vista de la generación, pero sobre todo desde el punto de vista de la asimilación; en el concepto todo está integrado, todo está embutido. Yo suelo decir que la filosofía de Hegel es la filosofía de la salchicha de Frankfurt, la filosofía del embutido; porque el concepto en Hegel está tomado fundamentalmente de la nutrición, más que de la generación.

Es un embutido, y en un embutido está todo; y está todo conciliado; si se practica un corte en el embutido se ve lo concreto: la realidad del embutido, su contenido, lo concreto del embutido. Pues bien, lo universal es el embutido entero. Eso es el concepto para Hegel: lo que abarca todo y no deja nada fuera; y al abarcarlo todo, además no hay una pugna interior en virtud de la cual aquello quede dividido, no hay drama interior. Pero, sobre todo, en el embutido se puede meter todo.

Su apuesta por el concepto es el equilibrio que Hegel siempre buscó; porque el concepto es la totalidad en que se encuentra todo, que no deja nada fuera; una totalidad que no tiene escisiones interiores, como sí las tiene el juicio.

Por lo tanto, el concepto consigue la conciliación de todos los contrarios, sin diferencias internas que lo desgarren; el concepto tiene la fuerza de unirlo todo, es el universal concreto.








De esto habla Polo en "Introducción a Hegel", p. 56.
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¿Qué dos etapas históricas ha habido en las relaciones fe-razón?


La primera etapa, buscar su armonía.

La segunda, probar la desarmonía.

 

Primera etapa. El profesor Sellés explica que a lo largo de la Patrística se tendió a unir fe y razón.

 


Así, por ejemplo, Polo alude a San Gregorio Nacianceno y dice de él  que “la distinción, tan neta hoy, entre la teología de la fe y la filosofía..,  no era tan clara en los autores cristianos preme­dievales y en la Patrística griega.

Los padres griegos y latinos no separaban tanto como los escolásticos del s. XIII la teología de la filosofía.

 

Y Agustín de Hipona relacionaba ambos saberes con la célebre expresión ‘entiende para creer y cree para entender’.

Lo propio de ambos saberes es el conocer.

No se oponen, aunque sean jerárquiamente distintos, se ayudan mutuamente.

San Anselmo lo dice: la fe busca entender, y el intelecto la fe.

 

Segunda etapa. Se tiende hacia la discordancia. El averroísmo impone la teoría de la doble verdad. Su dualismo rompe la armonía. La filosofía se independiza de la fe.

Don Leonardo, que es un gran historiador de la Filosofía, pone a Escoto como el precedente de la modernidad que comienza propiamente con Ockham.

En esta etapa Polo alude, además de a los dos recién mencionados, al menos, a los siguientes autores: Lutero, Kant, Hegel, Kierkegaard, Heidegger, Rahner, y como contrapunto de ellos, a santos como San Juan de la Cruz o Sta. Teresa de Jesús, o a literatos como Chesterton. 

¿Cómo se distinguen la fe humana, la fe filosófica y la fe sobrenatural?

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Fe humana: confianza
Fe personal (o filosófica): búsqueda de Dios
Fe sobrenatural : cierta anticipación del conocimiento glorioso de Dios.
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Llamamos fe humana al fiarse de alguien. Conocemos por el testimonio de otro.
 
Sin embargo, llamamos fe filosófica a la fe que también se puede denominar “intelectual”, “racional”, “personal” e incluso “natural”.
(Epistemología, creación y divinidad, 70).

Se trata de una apertura transcendental del intelecto personal de  la persona humana.
Apertura desde su creación. Dios ha creado así a la persona humana.
 
La llamada inicial de Dios, al crearla, provoca la búsqueda de la verdad. Y la Verdad más alta es Dios.
 
La fe intelectual, personal o filosófica es, por lo tanto,  la búsqueda de Dios. Es la culminación de la intelección humana.
 
Pero atención, culminación no significa “llegada”. La búsqueda no cesa. Siempre podemos conocer más a Dios. También en la Gloria. Siempre más Dios.
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La fe es coronada por cuatro dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo y ciencia.
 
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¿Y la fe sobrenatural? La fe sobrenatural es otra elevación del conocer personal.
Una anticipación, mayor o menor, de la fe que tendremos en el Cielo.
La fe sobrenatural aclara, colorea y da brillo al conocimiento natural de Dios.

¿En qué se parecen el gnosticismo y el averroísmo?

 


Son un naturalismo racionalista, generalizante.

Pretenden explicar la realidad con sus ideas racionales omniabarcantes.

Ambos pretenden subordinar el tema de la fe a la razón humana.

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¿Son la fe natural y la fe sobrenatural dimensiones de la fe?

 


La fe, más que certeza, es un nuevo modo de “conocer”. 
Un conocer más alto y profundo.

Toda persona humana, al ser creada, goza de una apertura hacia el conocimiento de Dios, una búsqueda activa, dándose cuenta o sin darse cuenta, de la Verdad.

Es lo que llamamos fe “natural”.

Este conocimiento, que se va alcanzando de Dios, se enriquece por la revelación que Dios hace del conocimiento que tendremos en el Cielo. Es una “anticipación” del crecimiento irrestricto que tendremos de la intimidad en Dios.

Por eso podemos decir que la fe sobrenatural es una dimensión de la fe que evita la desfuturización del conocimiento divino. 
Siempre podremos conocer más.

La fe tiene, pues, dos dimensiones: conocer más y conocer sin cesar.

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¿Qué es la fe intelectual?

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La fe intelectual, racional o personal, también llamada filosófica o natural, es un don infuso propio a la persona humana.
 
Es potencia obediencial que se activa crecientemente, cada vez con más intensidad, naturalmente, en la medida en que el intelecto se abre a su destino.
 
Se distingue de la fe sobrenatural como entre lo propio y lo recibido por anticipación del Cielo.
 
La fe intelectual es la culminación de la intelección humana.
No es un don "añadido", sino propio, última fase del desarrollo de la intelección.
 
Esta fe natural, racional, intelectual y personal, es el conocimiento verdadero de Dios, fuente de Amor que desea darse a conocer.
 
El tema de la fe será siempre "misterio".
 
En suma, la fe personal es el saber lúcido de la índole irrestricta de nuestra intelección.
 
 
 
Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de la razón hacia la fe
 
Para saber más ir a las etiquetas:
5.13.3 fe
5.13.3 misterio
12.8.1 fe sobrenatural


¿Radican las virtudes teologales en la voluntad o en la razón?

 


Así pensaron los autores clásicos.

Pero esto presenta varias aporías.
Por ejemplo ¿cómo es posible que se den estas realidades en la inteligencia y la voluntad cuando éstas potencias son todavía pasivas, por ejemplo en un niño recién nacido y bautizado?
 
De ahí que sea importante fijarse en la distinción real: el acto de ser y la esencia.
Nativamente cada persona humana tiene dimensiones activas que radican precisamente en la actividad del acto de ser personal.
 
Y aquí encaja perfectament la antropología trascendental poliana que descubre cómo el acto de ser personal no es simple.

Está conformado por cuatro trascendentales personales: el co-ser, la libertad trascendental, el conocer personal y el amar personal.

Nosotros sostenemos que la humildad trascendental radica en el co-ser; la esperanza en la libertad; la fe en el conocer personal y la caridad en el amar personal.
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¿Cuál es el tema de las virtudes teologales?



El tema de las virtudes teologales es Dios.

Las virtudes, en la comprensión poliana, son actos superiores a las operaciones inmanentes.

Si hago un “acto” de fe, al rezar, es porque más arriba Dios me está elevando en mi relación con el Hijo (esa elevación de la relación es la apertura transcendente que llamamos fe, pero no la fe sobrenatural, sino la intelectual).

 

La esperanza es la elevación hacia el Padre.

 

La caridad es la elevación en el Espíritu Santo.

 

Y la humildad es la elevación con mi Madre, María. 

Si naturalmente ya somos hijos de Dios, ¿qué añade el bautismo?

 


Los sacramentos son signos eficaces de la gracia santificante.

Y sostenemos que la gracia santificante es una “anticipación” de nuestra filiación eterna en el Cielo.

Gracias al bautismo podemos saber y amar con la Vida que tendremos en el Cielo.

Sin embargo, eso no quiere decir que tengamos ciencia infusa, porque la persona humana libremente debe “querer”. De ahí que sea necesaria la catequesis y la educación en las virtudes.