Polo le dijo que ella lo sabía bien: Jesucristo.
Mi réplica de la Réplica.
La tríada es
Dar-Don-aceptar.
Pero esta aceptación
no es un acto de la voluntad sino precisamente la creación de la persona.
Siendo la persona
humana “libre”, la aceptación de la creación se manifiesta según los actos de
su voluntad (es el dar humano en lo que llamamos estructura donal segunda).
.
Por ejemplo, los seres que piensan, o que
sienten, o que crecen.
Son los seres que se dan a sí mismos, más o
menos, el ser, creciendo.
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Este artículo fue
publicado en Miscelánea poliana en 2020 : https://www.leonardopolo.net/docs/MP69-F.pdf
.
Los clásicos
describían la vida como movimiento inmanente.
El problema de la definición clásica de la vida es que se la considera como un accidente de la substancia.
En efecto, la substancia, en la visión substancialista aristotélica, es la categoría reina. O substancia o accidentes. Y la substancia se presenta como un sujeto estático, adornado por los accidentes.
Peor aún, se piensa la substancia como individuo aislado, como lo uno, como el basamento que está debajo.
Intentaremos demostrar que la vida no está en el uno, sino que la vida está en la riqueza que puede alcanzar la unidad.
Si se considera la vida como accidente de la substancia, del sujeto, de lo uno, entonces lo permanente sería la substancia estática. Sustancia que se mueve al adquirir nuevos accidentes y perder los que tenía.
Entonces no podría atribuirse la vida a Dios ya que Dios no puede tener "accidentes".
Pueden ustedes encontrar
en este blog una Página muy extensa sobre la vida. Basta pinchar aquí :
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Es cierto que Aristóteles descubrió que la vida es el ser para los vivientes, pero si la vida es movimiento (aserto clásico: vita in motu) no se entiende cómo Dios, Acto puro, esté en movimiento, siendo el Motor inmóvil.
La acción vital no puede ser propiamente un movimiento.
Y es así como se llegó a lo que se llama movimiento "inmanente".
El movimiento inmanente no es como el movimiento continuo.
Movimiento continuo es, por ejemplo, construir una casa. Mientras la construimos estamos en movimiento. Una vez construida el movimiento cesa.
Este movimiento continuo se define como el acto "en potencia", en cuanto que está en potencia. Todavía no es el acto que debe ser.
El movimiento inmanente, al contrario, "ya" es. Al ver, ya estamos viendo.
Se le puede llamar movimiento discontinuo. Se ha pasado de acto a acto, sin pasar por la potencia.
Los actos vitales son un movimiento discontinuo.
El acto vital es un crecimiento que puede manifestarse en movimientos continuos (porque estoy vivo, puedo decidir construir una casa), pero también puedo crecer sin que ese crecimiento se manifieste exteriormente.
Vivir es manifestar la riqueza del acto de ser de los vivientes.
Cuando pensamos "ya" pensamos y estamos pensando.
Cuando vemos "ya" vemos y estamos viendo.
Es lo que se llama movimiento inmanente.
Clásicamente hay "vida" cuando el ser manifiesta la riqueza contenida en las potencialidades de "su" ser. El cachorro puede ser perro y el halcón puede ver su presa.
Ideas sacadas del artículo de don Ignacio Falgueras "La noción de vida en Leonardo Polo", aparecido en Miscelánea poliana nº 55.
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