Llamamos amar personal
a uno de los cuatro radicales de la persona. Es el también llamado amar donal.
Sabemos que se
convierten entre sí, aunque no completamente, pues se distinguen.
Pues bien, la actividad
inagotable que es el ser personal, nace al desdoblarse íntimamente con los
hábitos superiores.
El entender se desdobla
con el hábito de sabiduría y busca su réplica (su identidad). Enlaza así con el
amar, que busca quién aceptará su don.
Por eso podemos decir
que el amar personal "prosigue" atraído por otras personas.
Atraído, en último término, por el Verbo, que es su
réplica en Dios.
Glosa a Juan A. García González : Existencia
personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 340.2
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