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Tesis doctoral


Jueves, 10 de octubre de 2019

Universidad de Navarra

Hora: 11,30. Lugar: Aula 1

Lectura de la Tesis Doctoral de D. Adam SOLOMIEWICZ

La dualidad radical de la persona humana"
Un intento de proseguir la antropología trascendental de Leonardo Polo. ”


Agradecemos a Juan Fernando Sellés todo lo que hay que agradecer.

¿Es la persona humana una intimidad cerrada?


El ser de la persona humana es una intimidad abierta al futuro.

No es solamente “inmanencia” y no es solo intimidad, sino intimidad abierta.

Abierta al futuro.

Al estar abierta por dentro, la persona humana dispone de una cierta intimidad (sabe de sí), pero es una intimidad que no está acabada.

La persona humana no se conoce completamente, está abierta al futuro.

Aspira a alcanzarse y seguir creciendo.

Es capaz de Dios.

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Es la persona humana co-ser?


Sí. La persona humana es co-ser.

La persona humana es la realidad abierta en intimidad y también hacia fuera.

Abierta por fuera y por dentro.
Co-ser designa a la persona.

Co-ser no en sentido sociológico (como cuando Heidegger dice que el ser humano es mit-sein), sino como ser que no se limita a ser, sino que se añade refrendando el ser (ratificando, aprobando, confirmando, ser acompañando).

Ser además.





De esto se habla en L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 32.2


¿Qué designa el co- del co-ser?


La persona humana no es un mero existente.
La persona humana sabe de sí.
Y este saber de sí está designado por el prefijo “co-“.
El “co-“ de la co-existencia no es otra cosa que el saber de sí mismo que acompaña al existir de cada persona humana.
El “co-“ quiere decir que la persona humana es intimidad.

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Por qué decimos que la persona humana es, de entrada, una intimidad ignota?



Atención, cuando decimos “de entrada” nos estamos refiriendo a la persona humana tal como nace en el tiempo.
Somos espíritus en el tiempo.
En Dios la persona es siempre hija, nunca está sola.
Pero ahora nos referimos a la intimidad de la persona que “aún” no se conoce enteramente (no conoce que es de Dios).

Estamos ante una intimidad naciente. El niño, hasta llegar a la adolescencia, se va dando cuenta de que es un ser que acompaña, siendo acompañado.

Nunca está solo.

De entrada, la persona humana es un co-ser libre, naciéndose hacia dentro.

Su existencia no es aún tan intensamente activa como para ir tansparentando en su intimidad una réplica real de sí.
De ahí que digamos que no tiene réplica en su interior.
De entrada no conozco a quien me acompaña, aunque me voy sabiendo acompañado. (El bebé dirá: papá).


Somos una intimidad aún ignota.

¿Son axiomáticos los primeros principios de la realidad?


Los primeros principios de la realidad son actos reales, independientes del ser humano.

El ser humano es habitante del universo. El universo es primero.

Y los primeros principios son también axiomas lógicos de la inteligencia. No son postulados hipotéticos, son evidentes.

Los primeros principios de la realidad muestran el primado de la realidad para el ser humano, que más bien es un ser segundo.

Los primeros principios de la realidad ciñen y ajustan el ser humano al cosmos y a su creador. Son realidades exteriores a la persona humana.

La negación de los primeros principios (cosa imposible en último término) indica un creerse persona separada, independiente, absoluta (pecado de ciencia, pecado original).

No es así. El ser humano se abre de suyo hacia fuera y vive en el mundo, situado en la historia.

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.


¿Existen naturalezas independientes?


No existen naturalezas “independientes”. Cada naturaleza existe según el acto de ser al que pertenece.

Por ejemplo: la naturaleza divina existe en las Tres Personas; la naturaleza humana existe en el hombre y según el hombre; las naturalezas físicas existen según la persistencia del acto de ser del universo físico.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Colisionan la filosofía clásica y la moderna?


Históricamente han colisionado. O se han separado.

La filosofía moderna, buscando la libertad absoluta, no quiere consentir el dictado de la naturaleza.
Entonces, se separan en simetría.
O principio natural o principio libre.

Frente a esa simetría, Polo sugiere mejor una ampliación.
Leonardo Polo prosigue la búsqueda, y gracias al método del abandono del límite mental, propone una solución en la que naturaleza y libertad ni colisionan ni se separan simétricamente.

La filosofía clásica y la moderna no tienen por qué colisionar o separarse.
Si en lugar de pensar la libertad, desde abajo,  como una naturaleza que alcanza a ser libre, la pensamos desde arriba, como una libertad que, gracias a su relación en Dios (y no gracias al despliegue de su naturaleza) eleva y se sirve de la naturaleza, desborda la naturaleza, entonces la persona es libertad “creada” para amar, aumentando libremente su comunión con su Creador, gracias al don mutuo.

El don mutuo no es otra cosa que la vida.

Vida añadida a la vida recibida. La vida recibida de los padres es la naturaleza, semilla que crece gracias a la vida añadida por la persona.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿En qué se distinguen el ser libre y el ser meramente natural?


El ser libre desborda la naturaleza porque emerge de una intimidad y se orienta a un destinatario.

Primero emerge de una intimidad que es co-existencia trascendental.
Yo no soy un principio autónomo.
Yo soy co-ser en Dios.
Mi intimidad, mi co-ser, es exclusivamente mía y exclusivamente de Dios. Soy hijo de Dios.

Y además, mi intimidad se orienta a dar más a Dios aceptando la vida que me dio y me dará.

La libertad, entonces, no tiene tanto un sentido “principial”, causal, como la naturaleza. La libertad tiene un sentido donal.

La libertad es la actividad de la singular existencia de una persona con Dios y con otras personas.
La persona dispone, con su naturaleza, su relación con Dios y con los demás.

La llamada por Polo antropología trascendental es una ampliación de la metafísica: estudia el ser sin dejar de lado su relación en Dios.
Estudiar el ser como mero existente es legítimo y necesario (metafísica), pero el ser es también “además” (antropología trascendental).


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Puede el hombre producir actos que no provienen sólo de la naturaleza?


Funciones sólo naturales apenas se dan humanamente: incluso las necesidades naturales más perentorias como el alimento, el vestido o la vivienda están impregnadas de cultura.

La cultura es entendida por Polo como "continuatio naturae".
El hombre es capaz de proseguir la naturaleza según dimensiones inéditas.
El chocolate, por ejemplo, es una obra cultural.
El chocolate no está sólo en la naturaleza, sino que nace en la mente del hombre.

Los productos u obras culturales no están determinados naturalmente y las acciones humanas que los producen no están prescritas fisiológicamente en el cerebro. Es la mente la que concibe intencionalmente el producto y esa intención forma parte de la vida que la persona añade a la vida biológica.

El hombre no es solo cerebro biológico, sino que está constituido de un exceso o sobrante hipernatural e hiperteleológico.

El alma humana es dual: es vida recibida de nuestros padres y vida añadida por la persona.

  

Glosa a Urbano Ferrer. Consideraciones sobre la relación mente-cerebro. Studia Poliana 11,  p.54.3

¿Cómo me gusta presentar la ley natural?



Diciendo que la ley natural es lo que Dios ha pensado, de entrada, para hacer felices a sus hijos.

Es un ordenamiento divino.

Ordenamiento que se cumple necesariamente en el universo físico, pues todas las naturalezas propiamente dichas (seres vivos del universo físico) obran según la tetracausalidad u orden completo del cosmos.

(ver a esté propósito la etiqueta 4.2.0 naturalezas)

Ordenamiento que se cumple, además, libremente, en las personas que, si quieren, serán felices cumpliéndolo, al destinarse a su destino, el plan divino para cada una.

La ley natural, en cuanto que llamada libre y amorosa para el hombre, es lo que algunos llaman ley moral natural. 

Esa ley natural, en la filosofía poliana tiene su fuente en la sindéresis, que es una voz interior, que impele a obrar: ¡haz el bien!, ¡lo tuyo es obrar!

El yo (hábito innato de sindéresis) impele: lo tuyo es actuar. De ahí nace, trascendentalmente, nuestro sentido del deber.

La persona, desde el ápice de su yo es siempre "dócil", se abre inherentemente, irremediablemente, a esa voz interior de Dios. Y manifestará su decisión a través del yo. Descubriendo, si quiere, la formulación racional de los mandamientos.
            
La sindéresis nunca se equivoca, pero el hombre puede equivocarse en la elaboración racional de los principios.


Para saber más:
Etiqueta 4.2.0 naturalezas
Etiqueta 6.2.0 ley natural
Etiqueta 6.1.0 esencia humana
Etiqueta 1.1.2 naturaleza y libertad.

¿No habla Polo del Misterio de Dios?


En septiembre 2019 mantuvimos un simpático intercambio Yvette, Beto y yo (Joseph Kabamba).

Recogí en el whatsapp de polianos “gift-love structure” unas consideraciones de Jorge Mario Posada (universidad de la Sabana y uno de los mejores discípulos de Polo), sobre la distinción entre la mística y la antropología trascendental del maestro.

En efecto, Yvette, encantada de la manera como Polo habla de Dios, lo asimiló a los grandes místicos.

Sin embargo, Jorge Mario Posada habla de la mística como un callar ante el Misterio de Dios.

Yvette rompió una lanza, con todo respeto, en favor de la gran Teresa y del poeta Juan de la Cruz.

Ellos entraron a fondo en el Misterio de Dios y hablaron de Dios. No se callaron.
En ese sentido Polo sería un místico pues ha entrado a fondo en el Misterio y da cuenta de él.

Menos mal que Beto Vargas explicó inmediatamente que no se trataba, ni mucho menos, de desprestigiar a los místicos (que tanto saben de Dios), sino de mostrar cómo Polo accede a Dios por un método filosófico (el abandono del límite mental).

Ese abandono es filosófico (no sobrenatural como los dones que Dios ofrece a los místicos).

Cuando Jorge Mario dice que los místicos “se callan” no hace sino señalar una actitud frecuente en filósofos creyentes, que en un momento dado declaran que lo que “dicen” no se alcanza “pensando” o “filosofando”, sino que viene del Amor.

Polo sigue, a mi parecer, más a santo Tomás que a los franciscanos.

¿Es Polo un místico?


Don Leonardo dice: no callemos, entremos a fondo en el misterio de Dios.

El salto a la mística como refugio para no perder la fe es muy común en la teología europea.
Para justificarla dicen: esto es irracional, está por encima de la razón.
La mística es una manera de decir: callemos ante el misterio de Dios.

Polo dice lo contrario: no callemos, entremos a fondo en el misterio de Dios.

La actitud filosófica de Polo no es mística, pero tampoco lógica, tampoco objetivista, es un meta-metafísico.
Se puede hacer metafísica de una manera más alta.
Hagamos filosofía primera. Además de la metafísca.
El además no es menos primario que el persistir, que el principo.
El ser que es “además” de la conciencia de objeto.

Ideas sacadas del Seminario de Jorge Mario Posada en la Universidad de la Sabana. Sesión nº 3, 24.3

¿Por qué es necesaria la actividad esencial, la vida, cuando nos bastaría, para ser felices, con la visión directa de Dios?


Porque somos humanos.

Al estudiar la antropología "trascendental" corremos el riesgo de pensar que "lo importante" es el conocimiento "trascendental".

Pero no hay conocimiento trascendental sin conocimiento.
Y el conocimiento humano necesita de la vida. No puede haber conocimiento trascendental, para el hombre, si no ejerce su actividad esencial (para el hombre la esencia es su vida).

El hombre debe disponer, aceptar, iluminar (todos estos verbos definen la vida humana) y, si quiere conocerse en profundidad, ponerse en condiciones de abandonar el límite mental.

También puede, claro está, contentarse con un conocimiento analógico de Dios y de sí mismo, como se ha ido haciendo a lo largo de la historia de la filosofía. Que es también actividad esencial.


El hombre no puede acceder a Dios sin ser hombre, sin actuar como hombre. Lo divino, para el hombre, es siempre humano. Por ahí va el famoso "valor divino de lo humano".

Nuestra mente no es pasiva; ha de ejercer una actividad para cualquier conocimiento. Y actividad esencial, vital, no sólo trascendente.

Los primeros principios, como cualquier otro inteligible, no llegan o se aparecen a la mente por una eficacia propia y exclusiva de esos principios.

Hemos de poseer y ejercer, cada uno,  la ciencia del conocimiento de Dios y de lo que Dios espera de nosotros (nuestra Réplica). Parte de esa ciencia es descubrir el modo de abandonar el pensamiento para conocer trascendentalmente.

Nuestra inteligencia entiende "formando". Es necesario acceder a Dios y al Nôus mediante un ejercicio metódico, científico, esencial, humanamente vital.

Esto no quiere decir que nuestra inteligencia "forme" la imagen de Dios o de nuestro Entender. Sino que debemos ejercer un método para acceder al conocimiento trascendental de Dios y de nosotros mismos.

También los místicos, para ver el Cielo, deben estar humanamente vivos.

Más aún. La presencia de Dios que el hombre puede alcanzar en su trabajo le exige introducir el límite mental, objetivar, vivir pragmáticamente. Debe olvidarse de sí (de sus filosofías, a no ser que sea filósofo) y concentrarse en hacer crecer su vida, que es su don.

Polo, no obstante, propone un método para acceder al ser.
No decimos que para ser felices (o santos) hay que ser filósofo, (las ciencias tienen, al fin y al cabo una gran utilidad para vivir) sino que la felicidad es imposible sin ejercer vitalmente el conocimiento (que es estudiado por los filósofos).







Glosa a Juan José Padial. El abandono del hogar y el alcance de la intimidad. II Conversaciones de AEDOS. Unión Editorial. p. 88

¿Atribuía Polo al Espíritu Santo, “Maestro interior”, su descubrimiento del método del abandono del límite mental?


A Polo “se le ocurrió” el método del abandono del límite mental en 1950, cuando tenía 23 años.

Valga, para el caso, esta anécdota:

En los últimos años de la vida de Polo, cuenta Juanfer Sellés, un día uno de mis alumnos me indicó que él y un compañero suyo de clase querían conocer al ‘Maestro’, de modo que les llevé a su casa y se lo presenté.
Mi alumno empezó preguntándole: D. Leonardo: ¿cómo descubrió usted su método de hacer filosofía tan temprano, a los 23 años?”.
Polo le respondió: “Eso ‘se me ocurrió’ una semana después de haber pedido la admisión al Opus Dei, seguramente como premio a mi escasa generosidad”.




Ideas inspiradas leyendo el artículo: “El maestro interior en y según Leonardo Polo”, de Juan Pablo Puy y Juan Fernando Sellés.