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¿Cómo es el hombre?

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Dualmente.

Utilizar el gerundio es mejor que decir que el hombre es dual.

El hombre no es verbo, ni adjetivo, ni predicado, el hombre es adverbio.

La persona humana es segunda, se añade. (Cantando).

Y lo que añade libremente puede conocerse mejor si abandonamos el límite mental.






De esto  habla Ignacio Falgueras Salinas en "La congruencia y el abandono del límite". Studia Poliana nº 8, 2006, p. 261.2


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¿Es el hombre un microcosmos?

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No.

Al decir que el hombre es un microcosmos, los griegos querían exaltarlo.
Pero no es así, el hombre es más que un microcosmos. Es capaz de inspiración.

"Cosmos" significa orden.
La causa final del universo físico es el orden.
La esencia del universo es la unidad de orden.

El hombre es más que la ordenación de lo que existe.
El hombre se dota de perfección (o se castiga con el vicio) al ejercer sus actos. Cantando.

La unidad de la esencia "humana" no es la unidad de orden, sino la unidad de la vida creciente, que tiende a su consumación.

Consumación que no es posible si no hay otro que la acepte como don. El hombre solo es un absurdo. Un microcosmos solitario es un desastre ecológico.

La consumación, a fin de cuentas, es el encuentro definitivo con Dios: la co-existencia se consuma cuando el don es aceptado.

Fíjense que la verdad no tiene un carácter termi­nativo, tampoco como eterno retorno, sino que ha de dar paso al canto: la persona puede cantar la verdad, y cuando la canta la transfigura en canto. La verdad así adquiere una realidad oferente, donal, cuya consumación es imposible si no existe otra persona.


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¿Es el hombre solamente el ser que "tiene"?

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Aristóteles no caracteriza solamente al hombre como el ser que "tiene". El hombre también desea.
Es un ser oréctico, tiene sed de saber.

Pero el deseo es inferior al tener, al ser una carencia.

La voluntad en Aristóteles es signo de deficiencia.
En Dios, Acto puro, no puede haber deseo.
Es motor inmóvil. Perfecto.

El dinamismo de la antropología aristotélica es un dinamismo tendencial. Marca la imperfección del hombre.

Aristóteles comienza la Metafísica con la célebre frase: "todos los hombres desean por naturaleza saber".

Sin embargo, Aristóteles ignora que el Acto puro es más que tener. Dios es también Dar.

Para corregir la Antropología de Aristóteles debemos incluir en el hombre su dimensión donante. El hombre es capaz de tener, sí, y por eso puede aceptar lo que Dios le da. El hijo, al aceptar, da también.







De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 24.2.


Para saber más.
Sobre el tener:………………..………..Etiqueta 1.9.1
Sobre la naturaleza humana:……Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:……….…………….Etiqueta 1.10.0
Sobre el deseo:…………………….……Etiqueta 1.9.3
Sobre las aporías de Aristóteles:..Etiqueta 20.4.5


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¿Es el hombre solo homo sapiens?

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Decir que el hombre es un ser racional es poco.
El hombre es homo faber (tener técnico).
El hombre es homo sapiens (tener racional).
Y por encima de esto, el hombre es un ser capaz de poseer virtudes. Capaz de dar.

Aristóteles llama la virtud, héxis, en lugar de la palabra usual entre los griegos areté, pues quiere resaltar el "tener". Héxis viene de ékhein, tener.

El tener más alto es la posesión de los "teneres" inferiores.
El hombre tiene la capacidad de conocer que posee con sus manos (tener práctico o técnica) y conocer que conoce hábitos intelectuales).

Aristóteles llama a ese conocer, a ese tener intelectual, virtud.
Y distingue las virtudes superiores, que son los hábitos intelectuales, de los hábitos o virtudes de la voluntad.

La virtud es capacidad de redundancia en los niveles inferiores del tener.

Cuando tiene la virtud el hombre puede mejorar el ejercicio racional y el ejercicio práctico.
Cuando sé calcular, gracias a un hábito matemático, resolveré mejor los problemas de álgebra.
Si poseo la virtud de la puntualidad, llegaré, si quiero, a tiempo, agradando a los demás.

La virtud nos perfecciona. Es una hiperformalización de nuestra naturaleza. Un crecimiento.
El hombre es un ser capaz de mejorarse, capaz de tener virtudes.

Pero no olvidemos que la virtud más alta que posibilita todas las demás es el amor.
El hombre es homo faber (tener técnico).
El hombre es homo sapiens (tener racional).
El hombre es sobre todo homo dans (dar amoroso).








De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 22.4.


Para saber más.
Sobre la naturaleza humana:……Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:………………….Etiqueta 1.10
Sobre el tener:……………………..Etiqueta 1.9.1
Sobre la virtud:…………………….Etiqueta 6.2.5
Sobre el hábito:……………………Etiqueta 1.9.2
Sobre el hábito en Aristóteles:…..Etiqueta 20.4.2


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¿Se distingue el hombre de los entes físicos?

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El hombre se distingue de los entes físicos mucho más de lo que los griegos pensaron.

Para los griegos el hombre es un ser del universo, un viviente, que se define por su capacidad de tener (tener instrumentos, tener pensamientos, virtudes).

El hombre se abisma así en el Acto puro y eterno.

No negamos la definición griega. Le añadimos una proyección trascendental. Me explico:

El hombre se sale del mundo porque tiene (sí, "tenemos", como dicen los griegos), porque tiene, digo, una tarea que realizar para alguien. Su vida es un don libre.

La dimensión que hace al hombre ser persona es ese añadirse convirtiendo la vida recibida en don para alguien. Pero atención, esto no quiere decir que el hombre sea un ente físico al que se le añade una dimensión espiritual. La vida "recibida" es "recibida" por un quién extracósmico, no físico. Es vida humana solo en tanto que "recibida". Antes de la recepción (concepción) no hay vida humana.

La vida añadida no es una dimensión de la vida física. Mis huesos y mi sangre son físicos hasta cierto punto. En cuanto "míos" no son físicos, sin embargo, en cuanto pertenecientes al universo físico, me permiten relacionarme con otras personas humanas y amarlas (si quiero).

Por eso Polo dice que, en cuanto persona, el hombre es una "segunda" criatura (la primera criatura es el ser de universo).

Aristóteles acierta al definir el hombre como animal racional. En efecto, el tener razón lo caracteriza.

Nosotros añadimos algo que está más allá del cosmos. No estamos diciendo que el hombre sea un animal "personal". La persona no es una característica mundana. Ser persona es ser fuera del mundo, aceptando, dando, cantando, con nuestra vida, con nuestro mundo.






Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 132.3

Para saber más:
sobre sobre la persona, ver etiqueta 5.0.0
sobre la distinción hombre-animal, ver etiqueta 4.6.1
sobre el amor puro, ver etiqueta 5.5.3
sobre el mundo, ver etiqueta 3.0.0

sobre la vida humana, ver etiqueta 6.1.0
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¿Dónde está la línea de sutura entre la filosofía cristiana y la filosofía griega?

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La línea de sutura entre la filosofía cristiana y griega está en la convicción que tienen los griegos de que el hombre pertenece al universo, considerándolo como un ser intracósmico.

La filosofía cristiana no puede aceptar que el hombre sea un ser que se explique como perteneciente al universo.

Por ejemplo, la idea de que el alma humana es directamente creada por Dios, que es una tesis de la filosofía medieval cristiana, ya saca al alma del universo. Si es creada directamente por Dios no está incluida en la creación del universo.

¿El hombre pertenece al universo? No.

La interpretación de la antropología como filosofía segunda en rigor es la consideración del hombre como un ser intracósmico, es decir, que pertenece al universo.

De ahí que Polo sostenga que la antropología es filosofía primera.

El hombre no es un modo de ser del universo.

El ser del universo es distinto del ser persona humana.

Metafísica y Antropología son filosofías primeras. Distintas.










La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.36.3). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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¿Podemos hablar de "dimensiones" de la antropología?

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Juan Fernando Sellés ha tenido el acierto de publicar en Studia Poliana nº 13 un artículo de Polo muy sencillo, en el que expone diversas dimensiones humanas y que le permiten distinguir entre tres antropologías diversas en la historia de la filosofía:

- la constitucional, de corte griego;
- la dinámica, de cuño moderno;
- la trágica, de impronta existencialista, contemporánea.

Como propuesta de solución a la visión dramática que ofrece esta última, añade, al final del trabajo, la antropología teándrica, la cual permite dotar de sentido al problema del dolor.

Como la problemática subyacente a esas antropologías es siempre actual, podemos considerarlas como ciertas "dimensiones" de la antropología:

a) Hay una dimensión constitucional, que responde a la pregunta ¿qué es el hombre? Un ser capaz de tener, o mejor, como afirma Polo, capaz de dar.

b) Hay una dimensión dinámica, que responde a la pregunta ¿quién es el hombre? Pero que se puede enfocar, o mirando al pasado (las condiciones de posibilidad), o mirando al presente (por ejemplo, Rousseau), o mirando al futuro, como hace Polo al caracterizar al hombre como "espíritu en el tiempo".

c) Hay una dimensión trágica, que no sabe responder a las preguntas ¿qué es el dolor?, ¿qué es la muerte?

d) Y hay una dimensión teándrica, que responde a la pregunta ¿qué es ser hijo de Dios?







De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 15.

Para saber más.
Sobre el hombre:………………….Etiqueta 1.10
Sobre la Antropología:…………….Etiqueta 5.0.0
Sobre el dolor:………………….…Etiqueta 8.5.0
Sobre la muerte:…………….…Etiqueta 10.0.0
Sobre el tener:……………….…Etiqueta 1.9.1
Sobre el dar:…………………….Etiqueta 1.0.2
Sobre el tiempo:…………..……Etiqueta 1.12.0
Sobre la filosofía cristiana:……Etiqueta 7.8.0

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¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

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La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendental (noten que decimos trans y no tras), a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentales, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

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Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico.

Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentales", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2


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¿Por qué está el cuerpo humano inacabado?

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El cuerpo humano está inacabado para que cada persona pueda libremente mejorarlo.

La mano, por ejemplo, no es la garra ni la pezuña, acabadas para sus respectivas finalidades. Por eso, al estar abierta a múltiples usos, la persona puede utilizar guantes, martillos, y hasta sellar alianzas.

La corporalidad humana, gracias a los hábitos que llamamos categoriales (el tener con el cuerpo), amplía sus posibilidades.

El rostro no es la jeta del animal. Está abierto a la sonrisa y también al llanto, o a la burla. Sabe hacer guiños.

El cuerpo humano no está terminado, y para no ser un pelele requiere el concurso de la inteligencia, de la persona que hace desbordar su actividad potenciándola al infinito (pues la inteligencia es susceptible de crecimiento infinito).

El cuerpo humano manifiesta así la inagotabilidad propia de la persona.





Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 332.2


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¿Qué le acontece al hombre cuando actúa?

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El hombre no se limita a ejercer operaciones intelectuales o actos voluntarios, sino que  como consecuencia de ello, a sus potencias superiores les acontece una modificación: adquieren hábitos, virtudes.

El hombre se mejora al actuar…, o se empeora.

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¿Cómo define la filosofía clásica el hábito?


El hábito se define como una disposición estable.

Es más estable que la operación, pues la operación puede darse o no.

El hábito es la posesión según la disposición.

Es una perfección del principio del obrar (una perfección de la facultad).

El principio del obrar, la facultad, se mejora en cuanto principio, y no sólo porque pase de potencia a acto.


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¿Cuál es la reflexión inicial de Polo sobre el ser creado?

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La reflexión inicial de Polo sobre el ser creado se cifra en señalar que el ser creado "comienza y depende".

El ser creado es "comienzo" (solo Dios es originario).

El ser creado "depende" (pues su esencia se despliega o crece según el ser que Dios le da : físico o libre).

Queda así patente que el ser creado no es simple: lo que el ser creado es (su esencia) depende del ser (acto de ser) que Dios, el Creador, le da.

Y depende, también, del querer de la criatura libre.
Y en el universo físico, de las posibilidades de despliegue de la tetracausalidad.

La filosofía de Polo parte así de la distinción real esencia-esse de cada ser creado.

El ser se divide en dos: creador y criaturas, o dicho de otra manera: la identidad originaria (el creador que es simple) y las criaturas (que son complejamente compuestas, siempre inidénticas).



Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 1, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más :
Etiqueta 1.5: distinción
Etiqueta 1.6.1: ser creado.
Etiqueta 1.7: distinción acto de ser-esencia.
Etiqueta 3.1.1: comenzar.
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