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¿Va la esencia por delante?

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Sí. La esencia va por delante.

Pero no se asusten ustedes pensando que me he vuelto ateo.

El acto de ser tiene prioridad, sí, pero no una prioridad pensada como "eficiencia".

¿Cómo entender esa prioridad del acto de ser? En términos de finalidad.
Por eso dice Polo que el ser es finalidad pura.

Inmediatamente debemos añadir que no se trata, en el caso del ser personal, de una finalidad física. Se trata más bien del destino.
La persona humana es libre para destinarse. Y se destina por medio de su don, de su esencia creciente.
De ahí que la esencia humana vaya por delante, pues seremos lo que queramos ser, al disponer, libremente, de nuestro destino.





Si quieren ustedes leer una síntesis de la distinción real esencia – acto de ser, vayan al principio de este blog, a la página (en rojo) ""Esencia – Ser. Su distinción"
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¿Es primera la actividad originaria?

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La actividad divina, el dar supremo es ciertamente originario.

Y a doble título.

Es actividad primera, que asienta la prioridad del Esse.

Y sin embargo es actividad última. El Ser es también posterior. Futuro que garantiza la anterioridad de la Essentia.





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¿Es solitario el ser originario?

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El peligro de Hegel, y más aún de Nietzsche, es la soledad.
Pensar a Dios (Hegel) o la Nada (Nietzsche), como pura idea, como puro resultado o como puro retorno.
Como puro presente.

El ser Originario no es soledad.
Es finalidad pura en el sentido de que es un Dar que lleva dentro su Aceptación y su Don.
Dios no es "Ya".

Lo ventajoso de la exposición poliana de la distinción real entre el ser y la esencia radica en presentar la finalidad o destino como futuro gozoso y libre.



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¿Son las criaturas producidas por Dios?

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Polo es el filósofo de la distinción.

El ser se distingue en dos : ser creado y ser Increado.

Las criaturas son añadiduras en el Don íntimo de Dios.
No son producidas por Dios, sino destacadas en el Don.

Abiertas en el Futuro de Amor eterno que es Dios.

Y las criaturas "personales" son añadidas, añadiéndose libremente, si quieren, al Don.







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¿Tiene prioridad la esencia del universo con respecto a su ser?

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Sí. La esencia del universo físico tiene prioridad con respecto a su ser (ser que denominamos "persistencia).


El esse o ser del universo físico se puede formular como "principio de no contradicción" o "persistencia".
Dios y las personas le dejan sencillamente ser, con generosidad.

La propuesta poliana de dar una cierta prioridad a la esencia facilita la comprensión de la esencia del universo como unidad de orden, despliegue de la tetracausalidad, o análisis tetracausal de la persistencia.

El universo es, "según" las posibilidades del orden causal.

Ese "según" es precisamente la anterioridad de la esencia.
Aparece así más clara la función de la ciencia y de la actividad científica:  analizar las causas para utilizarlas en estrategias eficaces. Así vivimos mejor.






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¿Es el hombre dual porque su esencia se distingue realmente de su acto de ser?

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La distinción real entre el acto de ser y la esencia de la persona humana no es la raíz última de la dualidad.

Aunque todo en el hombre sea dual, la raíz está en su dependencia de Dios, que marca la inidentidad humana. Solamente Dios es Idéntico.

Porque depende de Dios, se distingue de Dios. El hombre nunca "es" completo. Siempre "será" en Dios. Depende de lo que Dios quiera.

Sin embargo, no se distingue de Dios como el ser del universo. Éste es como es (aunque tampoco sea "idéntico" pues su despliegue también depende).
La persona humana, y aquí está su novedad, se distingue de Dios libremente, según su respuesta.

La distinción entre acto de ser y esencia de la persona humana no es pues la dualidad radical.
El hombre no es dual por ser compuesto, sino por depender libremente de Dios, como hijo.


Y porque depende de Dios se dualiza también con las demás personas y con el ser del universo.


La esencia humana es el "disponer". Depende del acto de ser personal (y por consiguiente se distingue realmente del acto de ser personal), pero no se distingue tanto como para ser otro acto de ser.

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¿Qué es el bien?

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El bien es la efusión del Ser.

Se dice también que el bien es "lo otro que el ser", en orden a la realización del ser.
Es importante notar que en este segundo caso nos referimos al ser "creado". En efecto,  el ser creado es inidéntico, no está "realizado". A eso alude la expresión "en orden a su realización".

Siempre podemos dar más, ser más. Los bienes son el futuro que se va realizando.

Ideamos bienes (lo otro) y podemos quererlos y otorgarlos en orden a destinarnos.

El bien está siempre subordinado a la aceptación por el otro, con el Otro.

El Bien Absoluto es el Don del Espíritu Santo que realiza la Comunión.

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¿Es creadora la voluntad de verdades?

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Sí.
La voluntad "crea" una verdad que es propia de la voluntad y que consiste en el añadir al ser del otro, nuestro "querer que sea más".
Por eso la voluntad debe estar asistida por el amar personal que aporta una novedad, la novedad de "su querer". Quiere "más ser, para el otro".

Se crea así la verdad de la voluntad que quiere.
La persona se ha comprometido al querer, autodesvela la novedad de su querer. Su voluntad "verdadea"

Hay pues una verdad en la voluntad, que sólo se da si se da el acto voluntario. Y en este sentido también hay una manifestación personal.

Más aún, en el amor en cierta manera se crea al otro, al querer más otro.
En este sentido el amor es incrementativo. Y Polo lo califica de efusivo.

Cuando queremos a alguien lo estamos honorando.




Ideas inspiradas en las preguntas nº 7 y 8 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;

1.2.2 amor ;

¿Hay distintos niveles de bien?

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El bien es la efusión del ser.

La verdad es el desvelamiento del ser. El bien es su efusión.

El bien, me escribió un día Jorge Mario Posada, es lo otro que el ser, en orden a la realización del ser.


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Hablemos primero del bien del ser personal.

Veamos sus niveles:

1) El bien absoluto es el Don de Dios. El Espíritu Santo que se identifica con el Dar y Aceptar divinos.

2) El bien de la persona es la efusión de su ser.

El bien trascendental personal  es la efusión de las personas como comunión de amor,  siempre abierta al futuro. Tal el fuego. Es un bien necesario. También se le llama bien absoluto, en cuanto que se añade al Ser, sin añadirle nada.

A nivel trascendental, el bien de la persona es el futuro no desfuturizable, pues Dios la asistirá siempre. Siempre más. Es la Réplica de cada quién en Dios.


3) A nivel esencial el bien personal es su don, es decir, su esencia creciente. La tarea de la persona es hacer el bien que ofrecerá a Dios. Edificar su vida.


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Y ahora hablemos del ser del universo físico, que es distinto del ser personal, pues no es libre.

1) El bien absoluto es Dios como primer principio de Identidad.

2) El bien del universo físico, a nivel trascendental es el futuro, sencillamente persistente.

3) El bien del universo, a nivel esencial, es su esencia, el despliegue de la tetracausalidad que se cumple gracias a la causa final. Por eso hay un adagio en filosofía que dice que el bien tiene razón de fin.








Para saber más
Etiqueta 4.0 La esencia del universo.
Etiquetas 1.4.4 la tetracausalidad y  1.4.8 Causa final (ambas en construcción).
Etiqueta 1.0.2 Dar trascendental

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¿Cómo mostrar que tenemos réplica?

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La mostración de la réplica tiene dos vertientes: el conocimiento y el amor.

Desde el conocimiento sabemos que la persona sola es un absurdo.

Desde el amor sabemos que sin aceptación nuestra vida es una tragedia.

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¿Qué es ser persona?

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Ser persona es estar abierto por dentro.

Persona es un ser distinto en cada caso, aunque abierto, cognoscente y amante, a la trascendencia.

Al decir "cognoscente y amante" hacemos una alusión a las perfecciones puras del ser personal, o trascendentales personales, es decir, trascendentales que se encuentran exclusivamente en las personas.

Ser persona es un ser abierto a la trascendencia.

Un perro no está abierto por dentro. Lo más que puede conocer es lo que le ofrecen sus sentidos, ya determinados a sentir sus sensibles propios. Aunque mucho ladre, no añade nada al universo físico al que pertenece.

Persona es la "novedad" irrepetible. Lo radicalmente distinto, nuevo. El acto más alto.

La persona es la profundidad misma, la radicalidad del ser considerada no en cuanto que cerrada, sino al revés, precisamente en tanto que abierta (por dentro).

Persona es ser espíritu.

Estar abiertos por dentro. (Una persona sola es un absurdo antropológico).

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¿Cómo tiene que ver la persona con el dar?

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Ser persona es dar.
La persona, en tanto que actividad, es dar.
El ser de la persona es su dar.

Nos referimos a la actividad más alta de la persona, es decir, a la consideración trascendental de la persona.

Cuando en esta vida damos, o dinero, tiempo o comida, estamos, sí,  dando, pero imperfectamente, porque al dar, perdemos.

Cuanto más alto es el dar, menos pérdida lleva consigo.
Las donaciones más profundas (la vida, el conocimiento, el amor) no llevan consigo pérdida alguna, ni por parte del que da, ni por parte del que recibe, ni por parte de lo dado.

Lo más alto en las criaturas es el dar gratuito, libre, es decir, un dar personal.









Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.54. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Cómo saber quiénes son personas?

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Sabemos que un ser es una persona humana cuando se manifiesta su naturaleza.

Como una persona humana es un animal que tiene razón, cuando un animal habla, sabemos que es persona.
Ésta es doctrina clásica, poseída pacíficamente.
Tomás de Aquino dirá que hay persona cuando hay forma humana, naturaleza humana.

Desde un planteamiento nominalista las cosas cambian, pues para el nominalismo cada individuo es distinto de los demás. No hay una naturaleza común.
Somos nosotros los que inventamos la etiqueta "hombre" y la ponemos a ciertos individuos. Habrá que recurrir al consenso o a la autoridad del legislador para saber quién es hombre y quién no.
Para unos el determinante será la autoconciencia, para otros el uso de razón y la libertad, para otros la edad.

En la práctica estas teorías han tenido mucha importancia a la hora de legislar sobre el aborto, la experimentación con embriones humanos, la esterilización de los deficientes mentales, y casos semejantes.

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Ya sea porque la naturaleza humana aún no se ha manifestado suficientemente, o ya sea porque no admitimos la existencia de una naturaleza humana, en ambos casos parece difícil llamar persona a un embrión.

¿Cómo reconocer la persona que es un embrión humano?

Primero tenemos que darnos cuenta de que la noción de persona designa a un ser con una dignidad superior a los demás seres, pues la persona es un ser abierto a la trascendencia. Aunque a veces no lo manifieste, aunque no tenga aún la capacidad de enterarse de los primeros principios de la realidad, ya los posee.
La persona humana es una luz siempre encendida, llamémosle intelecto agente, o inteligir como persona, o libertad trascendental.

Pero para ver tenemos que abrir los ojos.
Un embrión humano no conoce (aún tiene los párpados cerrados) pero por dentro está abierto, es una relación subsistente.

El ser no se "identifica" nunca con sus manifestaciones externas.
(La composición real de acto de ser y esencia vige siempre en la criatura).
Gracias a las manifestaciones externas podemos tener indicios. Pero la persona se puede manifestar más o menos, o nunca.

El óvulo fecundado es persona humana.
Tiene un destino trascendente.
Es un ser abierto por dentro, aunque aún no lo esté aún por fuera.





Ideas sacadas de Rafael Corazón. Filosofía del conocimiento, pp 118-121.

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¿Somos lobos?

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No somos lobos.
Los demás son también personas.
Sus vidas tienen un destino trascendente, como el nuestro.

Hobbes, como nominalista, dice que los intereses de cada quién chocan con los intereses de los demás. Que cada uno va a lo suyo:
Homo homini lupus.
Y por lo tanto:
Auctoritas, non veritas, facit legem. (No es la verdad la que constituye las leyes, sino la autoridad).

Pero si llegamos a entender que las personas tenemos una naturaleza común, que somos todos y cada uno, seres abiertos a una trascendencia de comunión, sabremos que podemos y debemos amarnos unos a otros.

No somos lobos, aunque a veces nos comportemos como lobos.






Ideas sacadas de Rafael Corazón. Filosofía del conocimiento, p. 120.
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¿Es la persona humana co-ser?

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Sí. La persona humana es co-ser.

La persona humana es la realidad abierta en intimidad y también hacia fuera.

Abierta por fuera y por dentro.
Co-ser designa a la persona.

Co-ser no en sentido sociológico (como cuando Heidegger dice que el ser humano es mit-sein), sino como ser que no se limita a ser, sino que se añade refrendando el ser (ratificando, aprobando, confirmando, ser acompañando).

Ser además.





De esto se habla en L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 32.2

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¿Por qué la libertad trascendental o personal es inseparable de la inspiración?

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La libertad personal es inseparable del encuentro con la verdad trascendental. que es la fuente de la inspiración.

La persona en cuanto libertad "trascendental" es-además, y se distingue de la libertad como propiedad de la voluntad práctica (la libertad "esencial" de los clásicos).

¿Además de qué? Además de la Verdad. Ser-además libremente equivale a ser persona. Ser persona es un añadirse que nace cuando se desvela la verdad. Ese desvelarse es precisamente la inspiración.

Es cierto que la verdad que sale al encuentro de la libertad nativa no es la verdad entera. Con todo, la libertad de la persona, sin agotarse (pues siempre se puede encontrar más verdad) se pone en marcha en tanto que se añade al ser actuoso que se desvela.

A ese añadirse inspirado, Polo lo denomina "carácter de además".








Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206
Piensen los teólogos el alcance de la antropología poliana: si Cristo es la Verdad, el hombre es hijo además del Hijo, en el Hijo, añadiéndose.

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¿Qué alberga la persona?

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Ser persona es albergar en sí novedades.
(La estricta novedad es Dios).

Ser persona es ser réplica de Dios.

La Sabiduría (el Hijo de Dios) es Persona en Dios.
El Amor (el Espíritu Santo) es Persona en Dios.

La sabiduría humana sabe que somos "además" de Dios.
La sabiduría humana, sin embargo, no es persona, pues no es estricta novedad, sino conocimiento de que albergaremos siempre novedades. Estamos abiertos por dentro.

La réplica de la que la persona humana es novedad no se encuentra en su interior, sino en Dios. Más íntimo a nosotros que nosotros mismos. La alcanzaremos (futuro indesfuturizable) en la medida en que viajemos hacia dentro.

La persona, al acoger cabe sí a las novedades de Dios, le da gloria.
Ser persona es dar gloria a Dios.
Ser persona es dar.

Ser persona es el ser suficientemente distinto para albergar y dar a Dios. Es libre.
No le falta nada para hablarse de tú con Dios.







Para saber más:
Etiqueta  1.0.2      dar trascendental
Etiqueta 5.0.0        la persona humana

Etiqueta 2.14.0      sabiduría

¿Qué es la persona humana por dentro?

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Llegados a este punto sentimos curiosidad por saber qué es la persona humana por dentro (el ser personal humano).

Polo la describe con sus cuatro radicales trascendentales :
1. El "además" : la persona siempre acompaña, es co-ser.
2. La libertad trascendental : acompañaremos a quien queramos.
3. Entender : la persona es luz.
4. Amar : la persona es, en su interior, una tríada amorosa : aceptar, dar y don.

¿Y cuál es el don? : la vida, la esencia humana.

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