.
La persona crece, según
sus hábitos a tres niveles.
A nivel categorial, en la
medida en que, gracias a la posesión de instrumentos (coches, sombreros,
ordenadores, teléfonos) se prolonga y se desborda.
A nivel esencial, en la
medida en que, gracias a los hábitos de la inteligencia (ser poeta, músico o labrador)
y a las virtudes de la voluntad (amabilidad, serenidad, optimismo) crece y se
amplía.
A nivel íntimo y personal,
en la medida en que, gracias a los hábitos superiores (sabiduría, esperanza,
gracia) se abre más a Dios y a los demás.
Se multiplica.
Glosa
a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 334.5
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