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¿"sobrenatural"?
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La gracia es una orientación "hacia" Dios.
Dios abre la persona hacia dentro, hacia más allá de sí, para
que pueda responder (como un niño que ríe, o que canta) al Dar divino.
No olvidemos que de entrada, tenemos una gracia personal,
natural. Dios nos crea
"personas" llamándonos hacia Él. (Es la llamada inicial o creación
"segunda").
La noción de sobrenatural
surge de una nueva intervención
divina en orden a la salvación.
Es un nuevo "hacia", gracias a Cristo, por el que
podemos evitar el pecado, que es el error peculiar de la libertad. Es la gracia
que nos salva.
Llamamos "gracia
sobrenatural" al influjo de lo sobrenatural (de nuestro destino en
Dios) sobre la naturaleza humana, a la que eleva de un nuevo modo.
Es una anticipación de
la salvación, del encuentro definitivo con Dios.
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¿Qué es lo íntimo de Dios?
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Lo íntimo de Dios es su Misterio.
Su Misterio es su iniciativa,
que no depende más que de su Amor.
De ahí que se pueda decir que Dios es el
Absoluto, el que está libre de lazos.
Sin embargo, preferimos llamar a Dios Padre:
el Origen.
En efecto, Origen aclara su Misterio mejor
que si le llamamos el Absoluto.
Es Origen de su Dar, sin pérdidas y sin
reserva.
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¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?
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La teología habla de hábitos
"sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como
hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes
"sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).
Desde la perspectiva de una antropología trascendental
se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.
Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad
con lo trascendental antropológico para situarse.
En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura
transcendental (noten que decimos trans y no tras), a una apertura más
íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia
intimidad.
Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la
tenemos de entrada, aunque esté obturada en su origen por el error peculiar de
la libertad que es el pecado; es una apertura que es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda
persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación (que
la desobtura).
La llamada inicial de Dios, que no es
"sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las
etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas
etapas).
Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de
Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención.
Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural"
de la que habla la teología.
Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la
gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la
salvación.
La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente
en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad,
elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.
Son infusas a la esencia
humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las
aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada
por el encuentro de la persona
humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.
De ahí que digamos que la
gracia santificante es una
anticipación.
Es una anticipación del
encuentro.
(El encuentro definitivo
con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).
Las virtudes
"sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentales, debidas a la anticipación del encuentro con Dios, que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".
Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos
infusos (innatos) que no son los llamados por los teólogos "sobrenaturales".
En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en
detalle las aperturas "transcendentales", que son hábitos infusos no
"sobrenaturales".
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¿Cómo crece la vida?
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La vida crece en la
medida en que depende más de Dios. (En la medida en
que depende más de Cristo).
La vida es actividad
esencial, más o menos intensa, según la dependencia del Amar.
La vida crece.
El don no está
completo de un golpe.
La vida crece
adquiriendo virtudes.
Cuanta más virtud,
la vida es más alta.
La virtud más alta
es la Caridad, que se identifica con el Don que Dios espera de nosotros.
En el caminar de la
vida, nos encontramos en diversas situaciones, en el que aún no hemos podido
ejercer la Caridad más alta. La estamos adquiriendo.
En el tiempo va
creciendo la virtud, de la que podemos
disponer si queremos (a modo de virtud). Pero a veces no podemos ejercer la
virtud, porque carecemos aún de ella (sin falta nuestra) o porque las
condiciones temporales impiden su ejercicio.
En la otra Vida,
cuando Dios acepte nuestro don (nuestra vida), ya estaremos incluidos en el
ámbito de la máxima amplitud (pero sin el temor al pecado, que es el error
peculiar de la libertad huérfana).
Entonces la Vida no
crecerá, sino que jugaremos con ella, cantando con los Ángeles o paseándonos
con quien queramos (por el sendero sombreado que bien conozco).
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¿Es distinto el crecimiento de la persona humana en esta vida y en la otra?
.
La persona humana crece, en esta vida, en la medida en que su esencia (su
acto vital) se retroalimenta apoyándose en su mundo.
Y, además,
en la medida en que encuentra trascendentalmente su verdad personal, (al ir
encontrándose con su réplica), dispone mejor va creciendo. Crece.
En la otra
vida, cuando nuestro don (que es nuestra esencia o acto vital personal humano)
es ya aceptado por Dios, nuestro crecimiento seguirá siendo intrínseco y sin
culminación.
Entonces mi
esencia (que es mi valor potencial) tirará desde arriba de mi ser
personal, seré, en el Verbo, réplica de Dios, según como quiera libremente
jugar o cantar (que también podemos llamar metalógica de la libertad).
El acto de
ser personal, la persona que soy hace siempre pie en la esencia, hacia abajo
(en esta vida) y hacia arriba (en la otra).
Fue en
septiembre 2012, en el congreso sobre Polo en Pamplona, cuando oí a don Ignacio
Falgueras decir que la esencia, en la otra vida, estará por encima del acto de
ser personal.
Me
pareció una averiguación genial.
Pues en
esta vida la esencia es manifestación (está por debajo), pero en la otra es la
Vida del Espíritu Santo la que rige.
Y nos
arrastra.
Él va
por delante.
Y
nosotros aceptaremos su Cantar.
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¿Es dual la libertad trascendental?
.
Todo en el hombre es dual.
Polo propone llamar "libertad nativa" al
miembro inferior de la libertad trascendental.
Y llama "libertad de destinación" al miembro
superior.
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¿Qué es la libertad nativa?
.
Llamamos libertad nativa al
miembro inferior de la dualidad propia a la libertad trascendental.
En efecto, la libertad
personal es dual: libertad nativa y libertad de destinación.
La libertad nativa es el nacer irreductible de
cada quién.
Es la novedad irreductible.
Eres única, hija mía.
La libertad nativa es ese nacer radical, esa novedad
de ser persona humana que "responde", pues ha sido creada, de
entrada, libre, responsable. Somos hijos
trascendentalmente.
La responsabilidad es el rasgo propio de la persona en
cuanto que es libre de entrada. Es el rasgo personal que aparece con la
libertad nativa.
El valor de mi vida dependerá de mí.
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¿Podemos decidir nuestro nacer?
.
No podemos decidir nuestro nacer, pero podemos aceptarlo.
Polo llama a esta aceptación libertad nativa.
Pero atención, la aceptación de la que aquí hablamos,
es una aceptación trascendental, no una aceptación psicológica.
El acto de la libertad nativa no es una decisión que
se tome o comience en el curso de la vida, o "después" de nacer.
La libertad nativa es el nacer a la filiación en tanto
que se nace como hijo, incluido atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud
que es Dios.
Dios nos crea hijos, pues nos crea libres, con
libertad nativa, nos crea actuosos, aceptantes trascendentalmente de nuestra
filiación.
La filiación divina es la realidad más profunda de la
persona humana
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 211.
.
¿Qué nos pasa al descubrir la libertad nativa?
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Al descubrir la libertad
nativa, asistimos a la libertad, en su nacer.
Más aún, al ser ese nacer
una novedad irreductible exige la presencia del Origen pues lo enteramente
nuevo exige el Origen.
Asistimos a la filiación
divina en su raíz.
De ahí que Piá diga que la
libertad nativa es el co- de la co-existencia.
Co-existimos con Dios
porque es Dios quien nos crea libres, novedades responsables.
La libertad nativa es un
nacimiento íntimo, co-existente, apertura insistente, índice de la actuosidad
del además. Estoy naciendo, soy un quién distinto. "Quién" equivale a
co-existir irreductible. Responsable.
La libertad nativa es la
actividad naciente o futurizante del carácter de además.
Descubrir la libertad
nativa es lo mejor que nos puede pasar. Es sabernos hijos de Dios.
Trataremos este tema en las etiquetas:
5.5.4
libertad nativa;
5.8.1
nacer;
5.5.5
filiación divina
.
¿Cuál es el valor metódico de la libertad?
.
El valor metódico de la libertad es el ser pura
apertura.
Apertura
insistente.
Para
saber más:
Etiqueta
2.11.0 Método-Tema
Etiqueta
5.5.4 la libertad personal
.
¿Cómo comienza el encuentro con la verdad?
.
En el caso del hombre el "encuentro" con la
verdad comienza según una "búsqueda" que no se sabe a ciencia cierta
cómo dirigir.
Esa "búsqueda" no es otra cosa que la
libertad nativa (miembro inferior de la libertad trascendental).
(Estudiamos la libertad nativa en la etiqueta 5.5.4).
Allí explicamos cómo la libertad nativa es el nacer
irreductible de cada quién. La novedad irreductible de la apertura íntima que
somos.
La libertad nativa es ese nacer radical, esa novedad
de ser persona humana, ser abierto, que al estar incluida en el ámbito de la
máxima amplitud, se "sabe" responsable. ¿Quién soy? Y busca.
La responsabilidad es el rasgo propio de la persona en
cuanto que es libre de entrada. Es el rasgo personal que aparece con la
libertad nativa. El valor de mi vida dependerá de mí.
Polo llama libertad nativa a la aceptación
"trascendental" de nuestro nacer.
La libertad nativa es así el nacer a la filiación en
tanto que se nace como hijo, incluido atópicamente en el ámbito de la máxima
amplitud, que es Dios.
Dios nos crea hijos, pues nos crea libres, abiertos
por dentro y por fuera, en libertad nativa. Dios nos crea actuosos, aceptantes
trascendentalmente de nuestra filiación.
La filiación divina es la realidad más profunda de la
persona humana.
Por eso Polo afirma que el encuentro con la verdad
comienza según una "búsqueda" que no se sabe a ciencia cierta cómo
dirigir.
La persona está referida a la verdad de acuerdo con
una "búsqueda", orientada al "encuentro" con la verdad.
Quizá se comprende mejor si recordamos cómo Polo
distingue entre "enterarse", "entender" y "encontrarse
con la verdad".
"Enterarse" se refiere a recibir una información que el
entendimiento no llega a hacer suya; sin que ello implique la movilización de la
inteligencia que, en cambio, cuando esta potencia espiritual se activa,
conseguimos "entender".
Pero "lo entendido"
puede ser alumbrado, o no, como "encuentro
con la verdad".
Así, un teorema matemático
es entendido, pudiendo añadirse el "caer en la cuenta" de que en él
la verdad me ha salido al encuentro.
Tal caer en la cuenta de
que al entender el teorema uno mismo se encuentra con la verdad, no es simple
asunto de la inteligencia sino que corre a cargo de la persona (la persona como
entender o Inteligir personal).
Pues bien, el encuentro con
la verdad comienza en la "orientación", otorgada por la libertad nativa,
mejor dicho, intrínseca a la libertad nativa.
Estamos hechos para eso que
no sabemos exactamente lo que es. Hasta que nos enamoramos: ésta es mi verdad.
Sí, "nuestra" verdad.
Para
saber más leer: Polo, "La verdad como
inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206
Y pueden ustedes leer con
provecho las etiquetas:
5.2.1
la verdad y su encuentro;
5.5.4
libertad nativa;
5.5.5
ser hijo
1.1.2
responsabilidad;
6.9.4
buscar
.
¿Cómo integrar la muerte en mi libertad?
.
Sartre tiene razón cuando observa que la muerte
aparece como una necesidad para mi libertad: alguien va por la calle, le cae
una teja en la cabeza y se muere.
¿Dónde está ahí la libertad? Pues piensen ustedes que
tampoco podemos decidir nacer. Ahora bien, podemos aceptarlo.
Polo llama a esta aceptación libertad nativa.
Radicalmente podemos aceptar nacer y podemos aceptar
morir.
Claro está que si entendemos la libertad como
espontaneidad (libertad emancipada) tal como hacen Heidegger y Sartre, no se
entiende la libertad radical de la que aquí hablamos.
El acto de la libertad nativa no es una decisión que
se tome o comience en el curso de la vida (“comenzar” es propio del acto de ser
del universo, de la persistencia), la persona humana no “comienza” sino que
nace como novedad que se añade: es segunda.
La libertad emancipada moderna es un “comenzar” desde
sí o por sí (perseitas). Por eso
Heidegger afronta la muerte con un acto que llama libre en el que se agota. Y
por eso Sartre dice que comenzar no sirve para nada.
No saben plantear la cuestión de la libertad pues para
ellos la libertad es innata, no nativa.
Intentemos aclarar la cuestión: nacer no es comenzar;
morir no es terminar.
La vida humana no es el trayecto entre su comienzo y
su fin. Eso es la vida biológica o animal.
¿Qué es el nacer para una persona humana?: la libertad
nativa, el ser hijo. El ser un ser que es co-ser o ser segundo.
Un ser que posee un futuro que no acaba. Hijo es
nombre personal; no ser cósmico.
Aunque muramos biológicamente seguiremos siendo hijos.
La libertad nativa trasciende el nacer y el morir.
Trascendentalmente aceptamos (ésa es la novedad) nuestro
nacer y podemos aceptar nuestro morir; el acabarse de la vida biológica,
ofreciéndola como don.
Heidegger está pues más cerca de la comprensión de la
muerte que Sartre; pero al no saberse hijo, incumbe en patetismo. Desconoce que
al terminarse la vida biológica descifraremos su sentido. No porque nosotros se
lo demos, sino porque nuestro Padre nos lo otorga como premio a nuestra
fidelidad.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 211
Para
saber más sobre la muerte ver la etiqueta 10.0.0
.
¿Por qué Sartre ignora la libertad nativa?
.
Para Sartre la
libertad es nada. Ejercer la libertad es deslizarse en la pérdida de
libertad. La náusea.
Pasar del être pour soi al être en soi.
Estamos condenados a ser libres. Vivimos enjaulados y
debemos aceptar nuestro destino. La
libertad es un absurdo.
En estas condiciones es imposible destinarse. Sartre
ignora que la libertad solitaria es un imposible.
El hombre ha de retraerse a su carácter nativo
para que la libertad tenga sentido.
Un sistema abierto (tal como somos y seremos) depende
del descubrimiento de una paternidad puramente libre, que nos ama con un amor
de dilección.
Si somos huérfanos la vida es una náusea, volcada en
nimiedades.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
221.5.
Para
saber más sobre la libertad nativa ver la etiqueta 5.5.4
.
¿Por qué Heidegger ignora la libertad nativa?
Heidegger se
angustia al encauzar la libertad en poca cosa, en nimiedades.
¡Qué angustia emplear mi vida, mi libertad, en
conquistar tuberías o en imitar el vuelo de los pájaros, cuando soy viento!
Por mucho que decidamos darle nuestro propio sentido a
la vida, intentando realizarnos, al estar cerrados al ámbito de la máxima
amplitud (Dios), acabaremos en el pesimismo de una vida sin sentido, un tejer y
destejer, cual Penélope.
La ética de la destinación, el destinarse, sólo es posible si nos retraemos a la libertad nativa, al
sabernos libremente dependientes del amor que nos Origina.
Siendo hijos sí que podremos "encontrar"
libremente, el sentido de nuestra vida.
La libertad trascendental, no lo olvidemos, es dual,
libertad nativa y libertad de destinación. Solos, sin Padre, viviríamos
enjaulados.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
222.2.
Para
saber más sobre la libertad nativa ver la etiqueta 5.5.4
.
¿Por qué la versión pagana del mito heroico es pesimista?
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Se
ignora que nacemos libres, en el modo de "llamada" y nuestra
respuesta no está determinada. Nuestro ser depende de nuestra respuesta libre.
Somos co-ser, nacemos co-siendo.
La versión pagana del mito heroico es pesimista por
ignorancia de la libertad nativa. Me explico.
Primero, la libertad está ausente en los mitos
paganos.
Aquiles, héroe de la Ilíada no deja de ser una
marioneta, manejada por los dioses y por su obsesiva pasión de venganza.
Ulises, en la Odisea, es un héroe que va postergando
el regreso al hogar, porque lo importante es el viaje. Penélope pasa la vida
tejiendo y destejiendo. No hay futuro.
Y no lo hay porque falta el encargo. Se ignora la libertad
nativa.
Se
ignora que nacemos libres, en el modo de "llamada" y nuestra
respuesta no está determinada. Nuestro ser depende de nuestra respuesta libre.
Somos co-ser, nacemos co-siendo.
El mito heroico completo exige que alguien encomiende
el encargo. Alguien que llame. El encargo no se le ocurre a uno, sino que es
otorgado.
Somos hijos. A esa filial radicalidad, Polo la llama
libertad nativa.
Si no somos hijos, estamos solos. Nuestros consejeros,
como para Ulises, serían los muertos. ¿Para qué sirve regresar al hogar si
Penélope se me muere?
El ser que soy y seré, mi libertad, no es la
espontaneidad solitaria del absurdo.
La versión pagana, agrícola, del mito es rigurosamente
pesimista.
Bien distinto es el simbolismo del Paraíso: Adán y Eva
reciben un encargo (enormemente complicado). Por eso son libres. Por eso son
optimistas.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
245.3
Para
saber más pueden ustedes ir a las etiquetas:
5.5.4 libertad nativa;
2.14.0
mito;
12.2.3
Adán y Eva.
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¿Quién mata la libertad?
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La soledad.
La soledad es la muerte de la libertad.
La libertad es incompatible con que exista una sola
persona. La libertad es siempre interpersonal, nace del ser hijos (libertad
nativa) y vive al destinarse.
Si hubiéramos nacido solos (espontáneamente) no habría
nada nuevo a esperar pues estaríamos determinados por las condiciones
iniciales. Seríamos una parte del todo sin palabra que decir.
Y si estuviéramos rodeados sólo de cosas, seríamos un
caleidoscopio: podríamos movernos mucho, pero sería más de lo mismo. ¿Quién
escucharía mi canto?
Solos, la libertad es un infierno.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 246
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¿Cómo llegamos a entender la libertad nativa?
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Entenderemos la libertad nativa al comprender que el
hombre "solo" es un absurdo.
La libertad nativa es el valor metódico de la
libertad.
La libertad nativa es el hábito de sabiduría por el
que conocemos que nuestro ser, más que ser, será (con y en Otro).
Un "será" que indica un futuro extracósmico,
es decir, un futuro que no pasa a presente, pues es indesfuturizable. Un futuro
que no acaba.
Entonces, si alcanzo a conocer, ejerciendo el hábito
de sabiduría, que mi ser es un inagotable añadirse, tiene que haber Alguien que
me está encargando el vivir. Alguien que me hace nacer.
Soy un ser naciente hacia Dios.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 246,
2
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