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¿Cuándo se frustra la libertad?

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Cuando la realidad hastía, cerrada a la esperanza.
¿De qué sirve tener 40 cadenas de televisión si ninguno de los programas nos interesa?

Lo que encontramos no da ocasión para un surgir "desde el fondo". Las elecciones son entonces arbitrarias e incluso no sabemos por qué optamos por una u otra.
Llegamos a pensar que, "detrás" de nuestra conciencia de libertad, existe un factor necesario que nos fuerza a elegir.

Pero lo que pasa es que estamos rodeados de cosas de categoría inferior a nuestro ser. Cosas que son como son y que, en presente, "delante" de nosotros y no "detrás" no pueden decirnos nada. No están a nuestra altura. Incluso si son personas, se nos presentan tan frívolamente que no manifiestan novedades, su novedad.

A la libertad que somos conviene (y aquí "conviene" es más que "necesario") el ser inagotable y novedoso.
Si nuestro futuro no encuentra futuro, se frustra.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.3

Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición

Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad
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¿Cuándo la libertad que somos se abre a la nada?

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Cuando nos abrimos a nimiedades.

Tirar un penalti merece poca libertad.
Si la realidad que encaramos es, a lo más, un caleidoscopio de diversiones ¿qué hacer de nuestra actividad novedosa profunda?

La libertad profunda, la fuente activa de novedad indesfuturizable, es un refrendar. Pero si me llaman a votar para decidir el horario de los funcionarios (con permiso de esos respetables señores) me sobra tanta libertad, como absurdo sería subir al bus con un millón de euros, o dos.

¿Para qué quiero tanta libertad? La realidad a la que nos abrimos tiene que justificar que seamos libres.
Sólo Dios justifica mi libertad.






Polo habla del refrendar en Antropología trascendental I, p. 241,3 y en p. 243, donde dice: "la libertad es la actividad más nítida, que se alcanza temáticamente al refrendar el carácter de además".

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.4

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¿Es posible, sin Dios, la libertad?

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No. Al menos la libertad entendida trascendentalmente, no. Sin Dios sólo nos queda la ilusión de la libertad

La libertad, radicalmente, es apertura incesante que sólo se justifica en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.

Claro lo tiene Sartre cuando, certeramente, dice que la libertad es absurda, nauseabunda, ya que el "ser para sí" (libertad) es deslizarse al "ser en sí" (la realidad monstrenca). Somos un pájaro, con grandes alas, enjaulado.

Y claro lo tiene Heidegger para el que el gran ámbito del ser (Dios) se oculta a la libertad del hombre. Sólo queda emplearla en tareas pequeñitas, enanas, para satisfacer una fingida autenticidad.

Ambos ignoran la libertad nativa, el nacer de Dios que nos impulsa a destinarnos a Dios.

La experiencia del sinsentido de la libertad y de su disvalor es propia de los pensadores europeos a partir de la primera guerra mundial. Es el desenlace de la emancipación de la libertad. La libertad huérfana de Dios.
Los belgas se fueron (decíamos en RDC) y nos han dejado en la más completa independencia.

Sin libertad nativa (sin ser hijos) el hombre es un ser sin destino.

Si el hombre es radicalmente libre, Dios tiene que existir.
La libertad es una prueba de la existencia de Dios.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.5

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¿Por qué la libertad no decae?

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Porque radicalmente depende (libremente) de la Libertad libre.

La Libertad libre es el amor de dilección que Dios otorga al hombre, el quererle sin condiciones.

La dignidad de la persona humana radica en esa imposibilidad de decaer.
El ser del universo es lo que es, Dios le ha impuesto sus condiciones y en ellas persiste.
El co-ser humano, sin embargo, se ejerce respecto del Ser sin restricción, en cuya máxima amplitud es incluido, de ahí que no pueda decaer, porque la máxima amplitud no es un espacio limitado, sino fuego.

Decaería si la amplitud de su océano no fuera libre, si fuera un ente monstrenco (el "en sí" sartreano) o si fuera una idea absoluta en la que "todo" está ya pensado (Hegel es el gran alimentador del pesimismo de la libertad).

Pero si la Libertad nos ama libres, siempre seremos "además".

De ahí que la experiencia de la libertad trascendental sea una prueba de la existencia de Dios.
Para que el hombre sea libre, Dios tiene que existir.











De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 222.4

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¿Son sinónimos libertad e independencia?

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De ninguna manera.
La libertad no debe confundirse con la independencia.
Ejercer la libertad es poder pasearse, con cielo despejado y cálido, en el ámbito de la máxima amplitud. Pero si esa amplitud se me acaba, el paseo se vuelve laberinto sin salida: estoy encerrado.

No hay verdadera libertad sin dependencia de un Amor que no nos condiciona, de un amor inagotable.

La libertad radical exige la existencia de Dios.
Pero no de un Dios "en soi". Si Dios fuese una inmensa mole, o el ente inmóvil de que hablaban los griegos, estaría cerrado. Entonces yo no sería libre, sería una partícula, un alma aristotélica, atraída irremediablemente por otro que no me ama.

Para ser libre, Dios tiene que ser persona.
Es menester que haya correspondencia, réplica.
Dependo libremente de Dios y a más dependencia, más libertad.

Y entonces descubro que puedo ejercer mi libertad no sólo respecto a Dios, destinándome a Él, sino también respecto a las demás personas. Los otros no son el infierno, como dice Sartre. Servir amorosamente a los demás es libertad multiplicadamente dependiente.






De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 223.3

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Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad
Etiqueta 2.15.0 demostración de Dios


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¿Hay varios tipos de pesimismo frente a la libertad?

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Sí.
Una manera de ser pesimista es negarla. Estaríamos sujetos a la necesidad.
Incluso rebelándose, como Nietzsche, y rompiendo los moldes, se caería en otra fijeza.
El hombre está perdido frente al Poder. (No olvidemos que lo que caracteriza a lo "religioso" es la acción práctica del hombre frente a la Necesidad. Aquí la Necesidad gana).

Otra manera de ser pesimista es pensar que tenemos demasiada libertad. En el siglo XX aparece la idea de que tener mucha libertad es malo. Libertad ¿para qué? es el título de una obra de Lenin.
Si la realidad es necesidad arbitraria, ciega, entonces ¿qué hago? No sé en qué emplearla.

Si no encuentra su correlato personal (quien me diga indesfuturizablemente quién soy, si quiero), la libertad precipita en pesimismo.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 239.3

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¿Cuándo se frustra la libertad?

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Cuando la realidad hastía, cerrada a la esperanza.
¿De qué sirve tener 40 cadenas de televisión si ninguno de los programas nos interesa?

Lo que encontramos no da ocasión para un surgir "desde el fondo". Las elecciones son entonces arbitrarias e incluso no sabemos por qué optamos por una u otra.
Llegamos a pensar que, "detrás" de nuestra conciencia de libertad, existe un factor necesario que nos fuerza a elegir.

Pero lo que pasa es que estamos rodeados de cosas de categoría inferior a nuestro ser. Cosas que son como son y que, en presente, "delante" de nosotros y no "detrás" no pueden decirnos nada. No están a nuestra altura. Incluso si son personas, se nos presentan tan frívolamente que no manifiestan novedades, su novedad.

A la libertad que somos conviene (y aquí "conviene" es más que "necesario") el ser inagotable y novedoso.
Si nuestro futuro no encuentra futuro, se frustra.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.3

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Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad
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¿Es la libertad acto?

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Mucha gente piensa hoy el mundo como "energía". El prestigio idealizado de Einstein y la ciencia, han compuesto una visión de la realidad ampliamente fisicista.

El pensamiento sería como un humo espiritual producido por las neuronas millonésimamente interconectadas. Es la eficiencia de los galactordenadores.

¿Y la libertad? Un espejo de la espontaneidad de la naturaleza. Un espejismo para ilusos.

No.

La libertad es acto.

Se manifiesta, a nivel esencial, social, psicológica y moralmente.
Pero radicalmente, la libertad personal  es una de las cuatro fuentes de la persona humana (coexistir, libertad, inteligir y amar), los cuatro trascendentales personales descritos por Polo.

El ser personal humano o la persona como ser, llamado también coexistencia o co-ser o coexistir personal, es apertura. Un ser abierto por dentro y por fuera.

La libertad es precisamente la actividad nunca determinada por las condiciones iniciales, sino voluntariamente ofrendada, según el libre entender y querer.

Lo característico de la actividad de la libertad personal es no conformarse con el acto que es su tema.

Es una actividad que desborda su tema y siempre pide más.




De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p.  15


Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial
Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad

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¿Cómo ingresa la libertad en la naturaleza?

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Mediante los hábitos operativos.

La libertad propia a la persona, propia porque la persona es el ser suficientemente distinto para ser libre, asimila y utiliza el ser sencillo que es la naturaleza, revistiéndosela a modo de hábitos.

La libertad, acto vital de cada persona, nunca está desnuda, nace vestida de hábitos "personales" (también es correcto llamarlos entitativos).

Para el juego de niños que es el amor, se viste con hábitos operativos.

Cuanto más hábitos, más libertad.
Por eso Polo puede decir que su metodología filosófica (cuyo beneficio final es un novedoso desarrollo del conocimiento habitual) es una obra expansiva de la libertad.








Para saber más:
Etiqueta 1.9.2      hábitos superiores
Etiqueta 5.5.2      hábitos innatos
Etiqueta 5.13.1    aperturas transcendentales
Etiqueta 1.0.4      persona.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 8. 2y3.

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¿Por qué dice Polo que a priori la libertad no es arbitrariedad?

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Porque la libertad trascendental no tiene réplica en su interior. El encargo (mi réplica) está más allá, más adentro que mi intimidad.

Dios nos crea personas al incluirnos atópicamente en su máxima amplitud. Seremos una chispa de su fuego.
Pero esa chispa no es un capricho espontáneo, arbitrario, solitario, narcisista. No somos libertad para "realizarnos".

Somos actuosamente hijos (libertad nativa) que buscarán (libertad de destinación) eternamente el horizonte (horizonte porque no termina nunca) feliz e indesfuturizable.

Nuestra "réplica" es el encargo, siempre más, que nos inspira e inflama (el Verbo), que vive más allá de nuestra intimidad.

A priori, la libertad es trascendentalmente dual (nativa-destinal), no arbitraria, sino amorosa.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 249


Para saber más sobre la libertad trascendental, libertad nativa y libertad de destinación, ver las etiquetas que comienzan por 5.5.4.
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¿Cuál es el verdadero sentido de la libertad?

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La obediencia.
Añadirse libremente.
Ser además.

La palabra clave de la antropología no es la "libertad", sino además.

Benedicto XVI la denomina obediencia.

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¿Queda el hombre fijado en lo que hace?

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No.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.

Me puedo arrepentir.

La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor.
Yo puedo mejorar mis decisiones.










Tomado de Polo. Ética p. 67

¿Tiene normas la libertad?

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Sí, las normas éticas.
Las normas éticas son leyes del ser libre para ser libre.
La primera es "haz el bien y crecerás".

El ser humano es un ser libre, es un ser personal, dueño de sí, debe destinarse y para destinarse necesita conocer su destino y el camino que conduce a él.
Destino que no se le impone. Libremente, la libertad se trueca en búsqueda de su destino.
El hombre libre es capaz de entender su destino y el camino.

Al ser libre puede seguirlo o no. Y puede cantarle.

Es aquí donde podemos ya comprender la normatividad ética propia de la libertad humana.

Las leyes éticas no son leyes físicas que nos determinan, son leyes del ser libre para ser libre, para destinarse libremente a su destino.

Veámoslo:

En la medida en que se entiende y se ama el destino, somos más libres, más dueños de nosotros mismos.

La ética descubre así dos series de nociones que son enteramente originales del hombre libre, a saber, bien-mal, virtud-vicio.

Bien y mal no se puede decir de lo físico, a no ser que abusemos de las palabras. La explosión de una supernova no es ni buena ni mala.
Buena mesa y mala mesa, o buen clima y mal clima, son acepciones secundarias.
Bien y mal, primariamente, son nociones estrictamente éticas que sólo se captan si se es libre. Lo bueno me conduce a mi destino, que libremente he de darme. Lo malo me separa de mi destino.

Haz el bien y crecerás es la primera norma ética, la primera norma de la libertad, del ser libre para ser libre.

Por otra parte, el cumplimiento o no de las leyes morales, modifica intrínsecamente la capacidad de realizar las acciones. Aparecen las virtudes y los vicios que perfeccionan o malogran la voluntad humana.

Ya tenemos las tres dimensiones de la ética: normas, bienes y virtudes.







De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 61.2, 62.3 y 63

Para saber más:
sobre normas, bienes y virtudes, ver etiqueta 9.1.4
sobre la ley natural, ver etiqueta 6.2.0
sobre ética, ver etiqueta 9.0.0
sobre el bien, ver etiqueta 5.2.2
sobre la virtud, ver etiqueta 6.2.5
sobre el destino, ver etiqueta 13.0.0

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¿Qué verdad nos hace libres?

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La verdad personal, que se alcanza con el abandono del límite mental según su 3ª dimensión.

Cuando concentramos la atención (1ª dimensión del abandono), advertimos el acto de ser del universo.

Al hábito ejercido (hábito de los primeros principios) corresponde la verdad trascendental metafísica, el desvelamiento del ser primero (acto de ser del universo o persistencia o principio de no contradicción).

Pero al ejercer el hábito de sabiduría (3ª dimensión del abandono) alcanzamos la verdad trascendental antropológica, el ser personal, y se desvela el hijo que somos, nuestro amar donal y nuestra libertad.



De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 124.3
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¿Por qué dice Polo que si no existe Dios, tampoco existe la libertad?

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Si no existe Dios tampoco existe la libertad radical, pues la libertad radical o trascendental es la libertad considerada en su radicalidad personal, es decir "ser actuosa novedad replicante".
Entonces, si no existe Dios, el hombre es lo que es, un monolito, un caleidoscopio, se acabó la novedad, no hay réplica que replicar.

La experiencia de mi libertad radical, experimentar nuestra libertad profunda es experimentar la capacidad de aceptar novedosamente novedades.
Las cosas nos pasan porque "queremos", pudiendo quererlo todo.

Ese querer más íntimo que nuestra intimidad es el aceptar trascendental, que espera ser correspondido siempre, replicantemente y sin desfuturización.

El meollo del carácter personal es la libertad radical, no como actividad espontánea, sino como actuosa novedad ante mi réplica.
Apertura irrestricta pues su réplica es la Novedad irrestrictamente amorosa.
Sin Dios, la libertad acabaría en la nada, sería una libertad (una inmortalidad) sin destino. Una vida sin sentido. Una vida caleidoscópica, un eterno retorno. Sin embargo, yo me sé libre, cuando me alcanzo.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 224, 3 - 225

Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición
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¿Por qué el pecado esclaviza?

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Polo define el pecado como el error peculiar de la libertad.

La libertad trascendental que co-somos es apertura interior irrestricta.
Si al abrirnos encontramos un muro (el ser sencillo del universo marmolizado de Parménides), la libertad se abre a la nada.

La perplejidad es entonces completa, carecemos de destino. Estamos encarcelados, condenados a vivir, esclavos.

¡Oh Platón!, qué razón tenías…
Si en lugar de salir a la luz, elegimos quedarnos encerrados, diciendo que Dios es una mentira, tendremos lo que queremos: la caverna.

Nosotros también, Madre,  queremos subir al Cielo.





Glosa a Leonardo Polo en Quién es el hombre, p. 224.3

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¿Está la razón por encima de la libertad?

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La verdad, en el orden antropológico no se limita a ser una adecuación entre el entender y la realidad.
Cuando se piensa así la verdad, se cae en un determinismo moral: el hombre hará siempre lo que cree que es bueno. El error sería siempre falta de conocimiento.

Pero si consideramos la verdad como inspiración, comprenderemos que la persona es siempre libre. Es la persona, libremente o en tanto que libertad, la que cantará su verdad, si quiere.
En el orden antropológico el encuentro con la verdad es operativo, saca fruto de la verdad encontrada, por el amor.
Esta operatividad, aunque no quepa sin la verdad, es aportada por la libertad (libertad trascendental, es decir, la persona en tanto que libertad).

De este modo se entiende que la razón no esté ya por encima de la libertad, sino que la libertad se hace cargo de la verdad, responsablemente.







Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
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¿Obedecemos siempre a motivos?

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Pues no. El que tenga una fuerte inspiración no necesita obedecer siempre a motivos. Puede hacerlo porque le da la gana.

Esto no quiere decir que no seamos libres cuando nos determinamos según razones, sino que somos más libres si, además, otorgamos libremente nuestro querer.

Y tampoco quiere decir que la libertad consista en espontaneidad o irracionalidad.

Lo que se quiere decir, por el contrario, es que hay una sobreabundancia a priori de la libertad. Nuestra inclusión en el ámbito de la máxima amplitud nos quita cualquier condicionamiento.
El "ama y haz lo que quieras" va por ahí.

Al "estar" en la verdad más amplia no necesitamos buscarla sino que la cantamos.

Lo que pasa es que en esta vida, la libertad no ha investido enteramente la manifestación de nuestro ser, nuestra esencia.

La libertad debe aún crecer venciendo obstáculos, encontrando el sentido al vivir.





Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3



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¿Qué le pasa a la verdad si no somos libres?

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Si no existiera la libertad, encontrar la verdad carecería de sentido.
Si no se la puede cantar, la verdad se trunca, no puede desplegarse.

Sería una verdad sin verdad, pues no se desvelaría. Es un imposible.

Cabe también, puesto que el hombre es libre, que aun encontrándose con la verdad se desvíe de ella, de tal modo que no saque de ella inspiración.
En ese mismo momento la verdad queda muerta.

Paralelamente la libertad personal queda inédita sucumbiendo a su error peculiar (que llamamos pecado).

El que asegure que la verdad no existe, no es libre, porque la verdad sale al encuentro sólo al ser libre.

Si decimos que la verdad no existe nos quedamos mudos, como plantas. Movidos solamente por el viento.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad


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¿Es el mal fuente de inspiración?

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Al contrario, el mal es "falta" de inspiración. Cuando aparece el mal no hay verdad que inspire.

Dios no crea el mal. Dios crea verdades.

El mal no es creado, sino falta de coraje.
Ante la verdad, preferimos comernos la manzana.

El acto malo es signo de libertad, (de libertad deforme, coja).
En el acto malo, la libertad no añade nada, sino que sucumbe en el acto, por culpa de la maldad del acto, de su cojera. Se paraliza cuando siente el dolor, atragantándose con el fruto podrido.

El mal no inspira, no es generativo. Nos paraliza.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

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Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal
Etiqueta 8.5.0 dolor

Etiqueta 6.2.10 mal
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¿Qué libertad proporciona más alegría?

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La libertad de cantar.

En nuestra vida diaria, azacanados por las necesidades, somos "relativamente" libres cuando decidimos interrumpir un trabajo para pasar a otro.

La libertad para cantar es la que abre paso a la actuosidad. Es la inspiración que renace en el encuentro. Remanso en el Océano.

El sentimiento profundo de alegría de los enamorados manifiesta el carácter actuoso de nuestra libertad. Abrazo que nunca terminará.








Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 1.1.2 libertad ;
Etiqueta 1.2.1 actuosidad;

Etiqueta 14.5.0 alegría
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¿Estamos abiertos por dentro?

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Sí. Somos un manantial.

El universo  depende de Dios solamente en cuanto creado.

La persona, en cambio, depende mucho más de Dios, es mucho más que un pensamiento divino: depende de Dios en la medida en que quiere. Es libre.
Depende de Dios como un además que se añade siempre nuevo.

La inmortalidad del espíritu no es el hecho de no morir (el universo podría no acabarse), sino que somos "además". Somos un dúo.

Un ordenador no está abierto por dentro. Es sencillo como una vaca.
Un ordenador está abierto por fuera. Por eso se le pueden instalar nuevos programas.
Pero un ordenador no crece. A lo más, despliega sus programas.

La persona humana está conectada íntimamente con Dios. De ahí la posibilidad de la novedad. Añadiéndose.

Hay algo en nosotros que es inmortal al ser dual con Dios. Somos en dúo. Hijos.
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¿Por qué llamamos "apertura" a la dualidad"?

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Llamamos apertura a la dualidad porque la persona se "abre" precisamente al ser dual. Se abre al desdoblarse con sus hábitos.
Es dual gracias a sus hábitos. Sus hábitos "la abren".


El universo no "se abre".
Llamamos ser "primero" al ser del universo.
Pues bien, el ser primero, que es la persistencia del universo, es sencillo, no está abierto y no se abre, no coexiste, no se desdobla.

El ser segundo (la persona humana) sí se desdobla, es dual. Y es esa dualidad la que le hace abrirse "hacia fuera" y "hacia dentro", coexistiendo con los demás y en Dios.

Son los hábitos superiores los que hacen nacer esa dualidad, los que "abren" a la persona, digámoslo esquemáticamente, hacia fuera (hábito de los primeros principios) y hacia dentro (sabiduría y gracia).
El "yo", además, está abierto inherentemente (hábito de sindéresis).

Dualidad es apertura.

No es bueno que el hombre esté solo.













Para saber más sobre:
ser primero y ser segundo:…… Etiqueta 1.1.1
la apertura inherente:………….. Etiqueta 5.9.0
la apertura hacia fuera:………… Etiqueta 5.10.0
la apertura íntima:…………….…..Etiqueta 5.11.0
la apertura hacia el prójimo:.. Etiqueta 5.12.0
la apertura transcentente:……..Etiqueta 5.13.0
aperturas transcendentales:…. Etiqueta 5.13.1



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