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¿Estamos abiertos por dentro?

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Sí. Somos un manantial.

El universo  depende de Dios solamente en cuanto creado.

La persona, en cambio, depende mucho más de Dios, es mucho más que un pensamiento divino: depende de Dios en la medida en que quiere. Es libre.
Depende de Dios como un además que se añade siempre nuevo.

La inmortalidad del espíritu no es el hecho de no morir (el universo podría no acabarse), sino que somos "además". Somos un dúo.

Un ordenador no está abierto por dentro. Es sencillo como una vaca.
Un ordenador está abierto por fuera. Por eso se le pueden instalar nuevos programas.
Pero un ordenador no crece. A lo más, despliega sus programas.

La persona humana está conectada íntimamente con Dios. De ahí la posibilidad de la novedad. Añadiéndose.

Hay algo en nosotros que es inmortal al ser dual con Dios. Somos en dúo. Hijos.
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