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¿Conviene desarrollar el tema de la esperanza?

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Ciertamente.
La antropología moderna es dinámica, pero demasiadas veces se centra en el pasado.

Seríamos sólo el producto de lo posible, dependiendo de las condiciones iniciales.
No hay lugar para la aventura.

Apelar al futuro es muy importante hoy, cuando el hombre tiene miedo de lo que puede pasar.

Vivimos un tiempo de fuerte pesimismo existencial (angustia, nada, náusea).

Las antropologías esperanzadas están en crisis porque el tema del futuro se nos ha cerrado.

Es vital reabrir el tema del futuro y establecer el valor de la esperanza.
Sin futuro el hombre no puede vivir (o vive muy mal).

Hay que restablecer la esperanza. Echar el ancla en el Creador Omnipotente, Bueno y Padre, que crea al futuro por su Logos, congruentemente.

El futuro tiene una razón, un sentido esperanzado: el Amor.


De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 27.4.

Para saber más.
Sobre la esperanza:……………..Etiqueta 5.13.4
Sobre el futuro:…………………..Etiqueta 1.12.5
Sobre la Antropología:…………..Etiqueta 5.1.0
Sobre la congruencia:…………  Etiqueta 2.11.1
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¿Qué justifica una antropología teándrica?

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La respuesta al mal.

El dolor es un sinsentido que provoca las antropologías trágicas existencialistas y nihilistas.

La pregunta sobre el hombre entra en crisis ante el drama del sufrimiento.
Sólo una "nueva" dimensión del ser hombre puede superar la tragedia.

Dios debe intervenir de "nuevo". Filosóficamente sólo un Dios-hombre, sólo una nueva vida dará valor a nuestro "tener".

A esa antropología Polo la llama a veces "antropología teándrica". Para entender al hombre en nuestra situación, necesitamos que Dios venza al mal.

No basta que el hombre sea capaz de tener y crecer.
El hombre es también capaz de dar. Y puede herir.

Si Dios tiene Corazón, y sufre, el hombre será capaz de dar sentido a su dolor, pues el dolor en Dios es Misericordia y en nosotros dolor de Amor.



De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 29.3.

Para saber más:
Sobre el mal:…………………….Etiqueta 6.2.10
Sobre el dolor:………………..…Etiqueta 8.5.0
Sobre la Antropología………….Etiqueta 5.1.0
Sobre la Filosofía cristiana:….......Etiqueta 7.8.0
Sobre el "tener":…………………Etiqueta 1.9.1
Sobre el "dar":…………………...Etiqueta 1.0.2

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¿Es válido el compendio de la antropología que Kant resume en tres preguntas?

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Kant decía que la antropología consiste en la respuesta a tres preguntas:
¿Qué soy capaz de conocer?
¿Qué debo hacer?
¿Qué estoy autorizado a esperar?

Los griegos han respondido a las dos primeras de modo correcto: el hombre, en efecto, es el ser capaz de alcanzar la verdad y, siendo virtuoso, vivir en amistad.

Kant no añade nada atendible.

La tercera pregunta, sin embargo, debe ser sustituida por otra: ¿qué es la esperanza en el orden del amor?

¿Por qué?
Porque la esperanza griega no deja sitio a la novedad.

Kant no sabe tampoco, con su exactitud puritana, ampliar la esperanza. No sabe osar.

Sólo sabiendo que Dios es Amor estamos autorizados a esperar que nuestra vida sea acogida como don en el banquete de bodas de la eternidad.

Las tres preguntas compendian, desde la humildad del "además", los radicales personales:

¿Qué soy capaz de conocer? : Entender.
¿Qué debo hacer?: Amar.
¿Qué es la esperanza en el orden del amor? : Libertad.



Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133

Para saber más del "además", ver etiqueta 5.5.1
Los radicales personales (etiqueta 5.5.0)
El intelecto personal (etiqueta 5.5.2)
El Amar (etiqueta 5.5.3)
La libertad (etiqueta 5.5.4)

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¿Cómo insiste el espíritu en el cuerpo y en la naturaleza?

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Perfeccionando.

El espíritu insiste, perfeccionando.

El cuerpo de cada quién se perfecciona esencializándose, gracias a la ética, que es el arte de conducir la vida hacia la felicidad (e incluso más allá).

La naturaleza humana se perfecciona en cultura, que también es común, como la naturaleza, a los hombres y mujeres que la poseen.

El alma (que es "de" un quién espiritual) hace nuestro cuerpo más nuestro a través de su simbología. Gracias a lo que el cuerpo significa.

Lo hace más estable, más viable, de tal manera que lo acompañará en el paso de la muerte. Es un cuerpo más unido al alma, transfigurado. Un cuerpo espiritual, comprehensible.
Es una "nueva" dimensión del cuerpo, ya extracósmica. (Acuérdense ustedes del cuerpo cósmico de de Colosenses 1, 12-23 y Efesios 1, 3-23).

El cuerpo resucitado es un cuerpo en el que el espíritu humano es tan activo que aquello que ahora es carne y hueso, seguirá siendo mi cuerpo, pero penetrado por la plenitud del espíritu.

Unamuno dice: “yo soy de carne y hueso”, pero añade que no quiere ser hombre más que de carne y hueso. Ha cortado las alas al alma.

Somos mortales porque somos de carne y hueso, pero, atención, suele pensarse que nuestro cuerpo es inexorablemente mortal, y eso no es verdad.

La verdad es que mi cuerpo es de carne y hueso en tanto que su unión con el alma no es suficientemente intensa; entonces el alma transita, y el cuerpo no.

Como ven, es cuestión de ética. La ética es el arte de conducir la vida. La ética acompaña al alma en su paso. Si poseemos la ciencia de Dios, nos llevaremos al cuerpo.

Paralelamente, la cultura es “continuatio ficta natura”. En sociedad; los humanos perfeccionamos la naturaleza actualizando sus potencialidades, cifrando en símbolos.

Piensen ustedes en el valor de una cultura cristiana.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 216.

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0

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¿Es la muerte vía para la antropología?

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La cuestión de la muerte una de las grandes vías de entrada al tema del hombre.

Si nos atrevemos a pensarla, se ponen en claro las grandes dimensiones del ser humano: tenemos cuerpo, somos alma espiritual, dependemos de Dios.

Empezamos a darnos cuenta del fondo de muchos anhelos del hombre: querríamos ser inmortales o, lo que es lo mismo, descifrar los símbolos que los humanos cultivamos (cultura).

Y símbolo fuerte es la muerte.

Se cuenta la siguiente anécdota: cuando los comunistas eran comunistas de verdad, en un coloquio con intelectuales de Occidente, salió a relucir el famoso asunto de la sociedad perfecta, sin clases, en que culmina la historia. Y uno de los de Occidente preguntó: - ¿Y si en esa sociedad perfecta un tranvía atropella a un niño y lo mata? Un comunista respondió: - En la sociedad perfecta no habrá tranvías.

La filosofía moderna desvía la vista de la muerte, buscando teorías (como la marxista) para esquivarla.

Sin embargo, la muerte nos orienta a restaurar el sentido trascendental del yo: adorar-yo. La muerte nos anima a expresarlo simbólicamente enamorados de Dios.

A descubrir su valor donal. La muerte puede ser el símbolo de la plenitud del amor. Vía para entender que el hombre solo es un absurdo.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 218.2-3. Y habla del adorar-yo en Antropología trascendental I, p. 211.”

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0
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¿Cómo conectar sistémicamente “soy mortal” y “soy persona?

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Gracias a la simbología.
Los símbolos son cauce para la libertad humana.

“Soy persona” es ser libre, ser libertad nativa, ser Hijo. Pero no somos espíritus para los que ser de carne y hueso sea indiferente o un hecho bruto.

El cuerpo, aunque no sea suficiente, es un cauce de la libertad, en especial de su expresividad. Porque soy de carne y hueso puedo tener sentimientos; acorazarse en el imperativo categórico, esto es, pretender ser éticamente libre respecto del cuerpo, es una abierta renuncia a lo simbólico.

“Soy persona” conecta sistémicamente con “soy mortal” al otorgar a la muerte un sentido donal.

Cristo murió libremente: “yo doy mi vida y nadie me la quita, sino que la doy porque quiero, soy dueño de dejarla y dueño de tomarla”.

Si somos suficientemente libres podemos ofrecer al Padre nuestra vida, aceptando la muerte.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 217.2-218.

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0
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¿Cuál es la virtud ética primaria?

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La prudencia.

La prudencia es una virtud de la inteligencia.
Llamamos dianoéticas a los hábitos o virtudes de la inteligencia.
Las otras virtudes son hábitos de la voluntad.

La vida humana debe crecer. Eso es la ética, el arte de conducir la vida a la felicidad.

El hombre necesita primariamente de la inteligencia para saber qué debe hacer en cada momento.

La prudencia es la virtud intelectual que marca el enlace de la inteligencia con la conducta práctica.
La persona humana debe dirigir su conducta.

Actualmente la prudencia está desacreditada o más bien descuidada. Aunque es evidente que cualquier hombre de acción, y sobre todo un hombre de gobierno, la está utilizando constantemente: está viviendo la prudencia en el manejo de sus asuntos.

Sin prudencia no se subsiste.

La prudencia está en el arranque de la ética.



De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 51.3

Hablamos del arranque de la ética en la etiqueta 9.1.0

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¿Se parece el hábito a lo que suele llamarse "experiencia de la vida"?

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Sí.

La experiencia de la vida le hace a uno capaz de darse cuenta de cómo tienen que ver entre sí los acontecimientos.

Es un "refuerzo" de nuestro modo de conocer que amplía el ángulo visual.

El hombre prudente no es el apocado, sino el que descubre oportunidades y alternativas gracias a la experiencia adquirida.

La experiencia de la vida, cuando está bien coordinada, es un hábito noético-práctico llamado frónesis (prudencia).

La madurez sabe conjuntar, superando el mirar a través de un canuto, sin dejarse llevar por estímulos deslavazados.

El hombre prudente contextualiza.
La prudencia es una forma práctica de visión global.

El hábito bueno da al sabio la profundidad de su mirada. La altura del águila. Su planear veloz.



Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.66

Para saber más sobre la visión global ver la etiqueta 1.17.0

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¿Es prudente el animal?

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Me divierte ver, desde mi ventana, la "prudencia" de los pájaros que, antes y después de comerse una hormiga, levantan la cabeza, vigilantes, para detectar los peligros.

Y el leopardo tiene un comportamiento verdaderamente felino.

Pues bien, su prudencia no es exactamente prudencia, sino un dejarse llevar por el instinto. No conducen su vida, los animales.

Gracias a la imaginación, como computadoras, realizan "argumentaciones" condicionales (digitales), del tipo: si A, B.

El conocimiento "sensible" que tiene un animal no es más que una fase de su comportamiento. Los animales no pasan de tener imágenes, asociaciones.

No son prudentes, pues no son ellos los que dirigen sus vidas.


De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 51.4

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¿Cómo crece la prudencia en el ser humano?

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Estableciendo conexiones permanentes entre ideas "universales".

Las conexiones neuronales en el cerebro de los animales determinan ciertos "razonamientos" condicionales (de tipo digital: si A, B) que dirigen su comportamiento.

Pero los animales no poseen ideas universales.

Primero porque no pueden "poseer", no son un quién exterior a su cerebro capaz de "tener".

Y también porque no pueden pensar "constantes" que se puedan comparar con otras.

Una idea universal es un objeto pensado, suficientemente estable para que al compararlo con otro pueda atribuirse a la conexión un carácter permanente.

Ejemplo: "esto" es agua. Las notas de la idea "agua" valen por sí autónomamente. No necesito pensar el fuego para saber que "esto es agua".
Un chimpancé puede llegar a apagar el fuego con el agua de un cubo. Pero nunca sabrá que "esto es agua".

Pues bien, la prudencia exige, sin duda, tener en cuenta los razonamientos condicionales, como los animales, pero añade la conexión de ideas, constituyendo una especie de sistema, una estructura compleja.

Aprendo, con la experiencia, a ser prudente.



De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 51.4
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Acto Homenaje a don Leonardo contado por el filósofo amigo Vargas 20 mayo 2013

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Ayer, 20 mayo 2013, fue el Acto Académico en Honor a Don Leonardo (Aula Magna). Aunque la fecha fue muy mala (último día de exámenes de alumnos) y contrario a mis pronósticos, asistieron muchos profesores. Recuerdo que estuvieron presentes: José Ignacio Murillo, Raquel Lázaro, Montserrat Herrero, Idoya Zorroza, Don Modesto Santos, Ma. Jesús Soto, Fernando Múgica, Don Sergio Sánchez Migallón, Alfredo Rodríguez Sedado, Natalia lópez Moratalla, Cruz González Ayesta, Lourdes Flamarique, Ana Marta González, Alejandro Navas, D. José Angel Cuadrado, Pablo Cobreros, Miguel García Valdecasas, Enrique Alarcón, Alejandro Mtz, Don Enrique Moros, Socorro Fernández, Agustín Echevarría, Carlos Ortiz de Landázuri, Fran Guell, Carlos Blanco, entre otros. 

El Acto fue muy bonito. Comenzó Don Ángel Luis con una participación buenísima que situó a Polo entre los grandes. Luego Juan García habló primero de Polo como persona pero después dijo que a pesar de que las personas son preferibles a los objetos el desea hablar no sólo de Polo sino de su filosofía situándola en la cumbre y haciendo énfasis en que Polo es un don de Dios (frase que JuanFer repite con frecuencia) y que su pertenecía al Opus Dei había sido clave en la fuerza de su obra. Don Ignacio Falgueras dividió su discurso en 3 puntos: Coloritas, Inteligencia y Persona. Adornó cada punto con buenas anécdotas de su vida y se elevó bastante en profundidad. Llegó el turno a Alejandro Llano. Habló muy, muy bien de Polo, lo llamó su maestro, y explicó lo poderosas que eran sus clases haciendo énfasis en que era un verdadero filósofo que pensaba en acto: dijo que era el más grande filósofo español del siglo XX y tal vez XXI. 

En el presidium estaban la Decana de Filosofía y Letras, D. Rafael Alvira y el Rector Alfonso Sánchez Tabernero. Después de los ponentes habló brevemente Don Rafael haciendo mención de las numerosas cartas que ha recibido por motivo del acto y del fallecimiento de Don Leonardo. Concretamente leyó la carta de Genara Castillo, la de James Colbert y la de alguien más que no recuerdo. Dijo también que la Facultad de Filosofía debe a Polo la magnanimidad y el valor pues Polo no temía a ningún filósofo sino que por el contrario elevaba aquello de verdad que cada uno aportaba y no dudada en situarse por encima de ellos (dijo que Polo tenía claro que su filosofía superaba a Hegel). Por último habló el Rector. De un modo muy simpático y humilde dijo que nunca antes había estado en una situación tan comprometedora como está pues tenía que hablar de un gran filósofo a los filósofos (risas). Creo que la mejor estrategía -dijo- es reconocer mi ignorancia y no pretender hablar de filosofía sino mejor hablar de cómo conoció al "pobre de Don Leonardo" en numerosas tertulias y agradecerle a nombre de la Universidad por haber puesto el listón tan alto. 

En general fue muy bonito ver a la Facultad unida alrededor de Don Leonardo y cómo todos le admiran y le están agradecidos. Para los más pequeños como yo fue muy impresionante ver a los mayores expresarse tan tan bien de Don Leonardo. 
Un abrazo,

Beto

Aquí tienen ustedes otro enlace con la Universidad de Navarra:
http://www.leonardopolo.net/docs/Vida%20universitaria.pdf



¿Dónde cojea el planteamiento clásico de la convertibilidad de los trascendentales?

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En el planteamiento clásico la convertibilidad de los trascendentales es una noción bastante confusa.

Tomás de Aquino sostiene que los trascendentales exigen ser idénticos en la realidad.
Es un modo de enfocar el asunto que depende de qué se entienda por identidad real.

Polo no está de acuerdo en entender el "uno" como hacen los clásicos, es decir, como la indivisión del ente, ya que el ente admite distinción, pues es afectado por su doble sentido nominal y verbal. De lo contrario caemos en la noción parmenídea de ente.

Según la propuesta de Polo, el primer trascendental no es el ente, sino el "acto de ser" (que es plural : Dios, acto de ser personal, acto de ser del universo).

El acto de ser del universo (persitencia o principio real de no contradicción) es advertido como primer principio. Pero los primeros principios reales son tres : el acto de ser del universo, el principio de causalidad trascendental y Dios como principio de Identidad (Origen).
La Identidad Originaria es obviamente trascendental como primer principio.

El primer trascendental es el acto de ser; pero como el acto de ser muestra una clara pluralidad (repito : Dios, acto de ser personal, acto de ser del universo), diremos que primariamente el "acto de ser" se distingue  o se divide en dos: ser Increado (Dios, Origen e Identidad originaria) y ser creado.
La primacía corresponde a Dios.

En los actos de ser creados se distingue el ser creado extramental (la persistencia del universo o principio real de no contradicción) y el ser personal, que conviene llamar segundo o co-ser. Esto no comporta inferioridad, sino más bien al revés. El ser creado más alto es persona, ser abierto en intimidad.

Por consiguiente diremos que el planteamiento clásico cojea en que ignora los trascendentales personales (co-ser, libertad, inteligir personal y amar personal) y así se hace problemática la convertibilidad de los trascendentales que estudia la metafísica (ser, verdad, bien y belleza).



En L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 77, 4 a 79 escribe sobre este asunto.

¿Cómo corrige Polo la cuestión de la convertibilidad de los trascendentales?

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Al descubrir los trascendentales personales, Polo puede proponer que el ser personal, co-ser, por continuidad, se abre libremente (gracias al trascendental personal llamado "libertad trascendental" hacia dentro, buscando conocer (trascendental "inteligir personal") su réplica  y la aceptación (trascendental "amar") de su don.

Es así como se convierten los trascendentales personales : porque están abiertos los unos a los otros.

Veamos ahora cómo se convierten los trascendentales personales con los metafísicos clásicos (ser, verdad, bien y belleza).

El ser personal, gracias a su generosidad deja ser a los primeros principios, es decir, a Dios, a la causalidad trascendental y al ser extramental. Este "dejar ser" es un abrirse gracias al hábito innato al inteligir personal, llamado hábito de los primeros principios.

Fíjense que acabamos de presenciar la conversión del "co-ser" con el "ser".

Y gracias a la sindéresis (hábito también innato al inteligir personal) el co-ser conoce la verdad y otorga el bien.

Si no se tiene en cuenta la trascendentalidad del inteligir y el amar personales (ignorados por la filosofía clásica y moderna) es imposible considerar la verdad y el bien como convertibles con el ser.
¿Cómo puede estar la verdad en el ente no cognoscente? La verdad está en el intelecto y es ahí donde se desvela el ser.
Sólo si el ser se abre a la verdad puede convertirse con la verdad. Sostener que el ser es verdadero "en sí", no es una conversión, sino una confusión.

Me atrevo a decir que es la docilidad de los trascendentales metafísicos, la que permite que el co-ser juegue con ellos, convirtiéndolos entre sí.

Juan A. García me aclaró que en metafísica no es tan importante, como en antropología, la conversión de los trascendentales. En metafísica lo importante es darnos cuenta del "orden" de los trascendentales.

Sin embargo, gracias a la persona humana también se convierten. Veámoslo :
Primero gracias a la humildad (por la que el co-ser se abre al ser).
Y luego con la esperanza (por la que la libertad se abre al juego).
Y con la fe (por la que el inteligir personal se abre a la verdad).
Y con la caridad (por la que el dar personal se abre al bien).

Ese juego es tan bello que convoca : es la belleza.

No olviden que utilizo las nociones de humildad, esperanza, fe y caridad no como virtudes sino como puertas del co-ser.



En Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 77, 4 a 79, Polo escribe sobre este asunto.

Para saber más sobre las aperturas transcendentales (fe, esperanza y caridad trascendentales) ver etiqueta 5.13.1
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¿Se identifican ser y entender?

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En Dios, ser y entender se identifican, son puramente convertibles.
Su conversión es perfecta, de tal modo que sus realidades se identifican (identidad no es mismidad).

Sin embargo, podemos discernir el ser y el entender en Dios, pues son personalmente distinguibles.

Son realidades tan perfectamente intercomunicadas, inseparables (son actividades intrínsecas, pura y mutuamente relativas).

En el hombre, ser y entender son dos realidades que no se identifican. No son puramente convertibles.
Son convertibles, pero su conversión no es pura, sino potencial ("deben" convertirse).
Y porque no se identifican distinguimos real y trascendentalmente entre el ser y el entender, que son actos humanos supremos.
No son el mismo acto. Y no son idénticos por conversión, pues su conversión no es pura. Es "potencial".



De esto habla Ignacio Falgueras en Studia poliana n. 2 p. 209

Para saber más sobre el Inteligir personal, ver la etiqueta 5.5.2

En L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 77, 4 a 79 escribe sobre este asunto.
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¿Cómo enfoca Polo la índole creada del ser?

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La filosofía cristiana ha formulado la índole creatural del ser distinguiendo realmente, por un lado la esencia y por otro lado el ser.

Cada cosa es creada porque no tiene el ser como algo propio.

Polo encuentra otro enfoque: la previa distinción entre el ser creado e Increado.

Polo centra la atención no en la esencia, sino en el ser. Entonces nos damos cuenta de que ser no es simplemente un añadido que permita a las esencias de existir.

El ser es rico, está abierto por dentro. No es macizo.
El ser es "distinto" de Dios, tiene una "distinción" propia, que Dios le otorga antes de ser esencialmente  una cosa u otra, antes de entrar en composición con su esencia, que es también creada.

La primera distinción es, pues, que el ser creado es, de entrada, libre (persona) o no libre (universo).

Es en la raíz, radicalmente, que comienza o re-comienza el ser, dependiendo de Dios. Después seremos elefantes, músicos o malvados, pero justo al ser creados somos "distintos" de Dios. Ésta es la primera distinción que hace que un ser sea creado y no originario.
Mi más profunda riqueza es una predilección personal de mi Creador, que quiso mi libertad.


Recuerden que "comenzar" es lo propio del ser del universo, que es persistente. Mientras que "re-comenzar" es lo propio del "además", del ser personal humano.



Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 88. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Qué fórmula nos hace niños?

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La fórmula siguiente reaviva nuestra humildad:

"El ser se divide en dos: la identidad originaria y las criaturas.

Dios es el Origen.
La criatura (niña al fin y al cabo), comienza y depende.




Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 1, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más :
Etiqueta 1.5: distinción
Etiqueta 1.6.1: ser creado.
Etiqueta 1.7: distinción acto de ser-esencia.
Etiqueta 3.1.1: comenzar.
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¿Es crear producir algo de la nada?

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Crear es mucho más.

El artista "crea" una obra de arte en un sentido diferente al de la creación propiamente dicha o creación divina.
Es correcto decir que el artista "produce" algo de la nada, si entendemos por "nada" que la página está en blanco y escribimos una novela.

El romance depende relativamente del escritor.

Pero "crear" propiamente dicho está en el orden del ser: el ser, en tanto que creado, comienza y depende absolutamente de Dios.

Más que distinguirse de la nada (que se distingue), se distingue de Dios. Depende más de Dios que de la nada. La nada es solo un freno.

El ser creado es ad extra de Dios, más que extra nihilum.

Si Dios y la criatura no se distinguen, la criatura no se distingue de la nada. Si Dios no le da el ser, la criatura no puede salir de la nada.

La creación es una dependencia absoluta de Dios.

La creación artística es una dependencia relativa del pintor o del músico o de usted cuando escribe poemas.

Sus poesías deben más a Dios que a usted, amigo poeta.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Cómo entender que la criatura se distingue más de Dios que de la nada?

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Las criaturas vuelven con facilidad a la nada. Un mosquito, una rana, un dinosaurio, desaparecen de la existencia más rápido que las goticas del rocío.

Sin embargo, nunca se confunden con Dios.

Son lo que Dios quiere, dependen de Dios, distinguiéndose de Dios.

Y cada ser humano se distingue más de Dios que de su esencia.

En efecto, cambiamos fácilmente. Incluso nos convertimos. ¡No pareces el mismo, nos dicen! La manifestación de nuestro ser, a la que llamamos esencia, crece o decrece. Parece que somos nuestro cambiar fluctuante, identificándonos con nuestras obras.

En cambio, lo que nos distingue verdaderamente, lo que nos hace "ser" eternamente es el destino recibido de Dios. Ésa es mi más grande distinción. Mi vocación.

¿Quién seré?

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Comienza el ser?

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El ser creado comienza
El ser creado no es originario.

El ser se divide en dos: ser creado y ser originario (Dios).

Y el ser creado puede ser:
Ser del universo físico (Comenzar en peristencia).
Ser personal (Re-comenzar que indica la actuosidad de la persona).

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 88. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Por qué se ve tan claro desde la filosofía poliana que la unidad trascendental está reservada a Dios?

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Porque Polo, filósofo de la distinción (ver etiqueta 1.5 distinción), afirma que lo nuclear de la creación es la distinción entre el "ser increado" y el "ser creado" antes que la distinción del "ser creado" con su esencia.

Cuando prima la consideración de la esencia, pensamos la esencia como una: un gato, un escarabajo, el viento o la bruma. Resaltamos la unidad de los seres creados sin darnos cuenta de que todas las criaturas dependen de Dios, es decir, son inidénticas. O lo que es lo mismo, solas no son nada.

Solo Dios es idéntico.
La unidad en la criatura no es trascendental, es esencial.

Solo el ser originario es idéntico.

Ustedes y yo somos, nada menos, que "además" de Dios.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 88. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Por qué se distingue la criatura de Dios?

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La criatura se distingue de Dios precisamente porque su ser no es su esencia.

En la criatura hay acto y potencia, cosa que en Dios no; Dios tiene que ser acto puro.

La criatura es acto, acto de ser, pero no puro.

La criatura no es sólo acto, es también potencia. Su esencia se actualiza dependiendo de su acto de ser.

Norberto del Prado en 1900 saca a relucir la verdad fundamental de la filosofía cristiana: la distinción real que existe en toda criatura entre su acto de ser y su esencia.

Lo que Polo propone es profundizar en esa distinción.

Porque el acto de ser del hombre no es estrictamente el ser como fundamento (el fundamento es el ser del universo o principio real de no contradicción) sino que el acto de ser personal es libertad.

Acto de ser personal, persona.

Inspirado al leer la esencia de la persona humana. p.34.3. Se trata de unas notas sacadas de la conferencia dictada por Polo el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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Es la criatura una posibilidad en Dios?

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No.

Antes de ser creada la criatura es pura nada.

La creación es ad extra puramente.
Pura significa sin potencia, sin composición.

Ser libre para Dios no significa la "posibilidad" de crear o no crear.

La creación no es una posibilidad entre otras.

Dios no pierde nada al crear. No ha perdido la posibilidad de no crear o la posibilidad de crear otro mundo mejor, al crear el mundo en que vivimos. Dios es Acto puro.

La creación es innovación pura ad extra de Dios. Pura generosidad.

Y, si tenemos en cuenta el pecado, pura misericordia.

Crear no es una posibilidad para Dios, sino una invención del dar divino sin antecedente alguno. (ver etiqueta 5.5.3 donde estudiamos el amar donal o dar trascendental).

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.58. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Pueden las criaturas dar sin reservas?

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El dar sin reservas de Dios es un misterio oculto.

Pero su revelación, por la palabra silente de la cruz, en la que Cristo se da sin reservas, arroja una iluminación inesperada para la inteligencia humana en su investigación de los trascendentales.

El “sin reservas” es la anulación en Dios del amor a sí mismo. La victoria sobre la soledad.

Las criaturas no pueden dar “sin reservas”. Y no lo pueden porque su “dar” es recibido. Deben hacer siempre pie en su poquedad, no pueden dar más de lo que reciben.
Sólo olvidándose de sí llegan a ser divinizadas y entran en el dar interpersonal supremo.

Aquí, "olvido de sí" significa olvido de su yo. (Lo digo porque cabe otra interpretación del "olvido de sí", como introducción, querida, del límite mental para actuar y servir : queremos hacer crecer nuestro don para agradar al Otro).

Ahora miramos el "olvido de sí" como espera entera en Dios. Nuestra atención se goza en Dios, esperando su acogimiento, reconocimiento y aceptación amorosa.

En definitiva, la criatura no puede dar sin reservas porque los trascendentales humanos son condicionales.
Dan si reciben.
Y dan, si nada en ellos se opone al dar.
Evitar esa oposición es la tarea que los cristianos llamamos lucha ascética: el progresivo y constante olvido del yo.

 Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.62.2 Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más:
Etiqueta 1.6.1 Ser creado
Etiqueta 1.0.2 Dar trascendental
Etiqueta 1.0.1 Dios
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¿Por qué la virtud es el punto de enlace entre la antropología griega y la cristiana?

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Porque la noción de virtud es la cumbre de la antropología griega y, por decirlo así, el cauce de la cristiana.

Una sentencia de Tomás de Aquino dice que todas las religiones han entrevisto que Dios es sabiduría, Lógos. En Dios habría inteligencia y, por tanto, verdad, aunque sea de una manera vaga. Pero ninguna ha vislumbrado que Dios es amor.

Los cristianos sabemos que Dios es Amor. La sentencia de Tomás de Aquino nos sirve para entender la diferencia de la antropología griega con la cristiana, en la que rige el Amor.

Gracias a la virtud podemos amar más. Seguir amando.
El don de nuestra vida es creciente, si queremos.

Somos "además" de Dios, otorgándole nuestro don creciente, y perseverante, gracias a la virtud.

Para saber más sobre la virtud : etiqueta 6.2.5
Sobre la Antropología en general : etiqueta 5.1.0

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