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¿Cuál es el tener más alto según Aristóteles?

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La virtud.

Aristóteles la llama, a veces,  héxis, en lugar de la palabra usual entre los griegos areté, para resaltar el "tener".
Héxis viene de ékhein, tener y significa propiamente el tener corpóreo.

Decir que el hombre es un ser racional es poco. El hombre es un ser capaz de "tener" razón.

El hombre es homo faber (tener técnico).
El hombre es homo sapiens (tener racional).

Y por encima de esto, el hombre tiene la capacidad de "tener" los "teneres" inferiores.
Ése es el tener más alto para Aristóteles, y lo llama "virtud".

Tener, en tanto que virtud, es conocer las finalidad de nuestras potencias.

Así, la voluntad crece adquiriendo virtudes, que le permiten dominar las pasiones.

Pero Aristóteles mira sobre todo a las virtudes superiores, que para él son los hábitos intelectuales.

El hábito de sabiduría, o el hábito de los primeros principios, redundan en los niveles inferiores del tener. Sabremos para qué sirven las manos (el tener técnico) y para qué sirven las palabras (el tener racional).

Cuando tiene la virtud, el hombre puede mejorar el ejercicio racional y el ejercicio práctico.
Cuando sé calcular, gracias a un hábito matemático, resolveré mejor los problemas de álgebra.
Si poseo la virtud de la puntualidad, llegaré, si quiero, a tiempo, agradando a los demás.

La virtud nos perfecciona. Es una hiperformalización de nuestra naturaleza. Un crecimiento.
El hombre es un ser capaz de mejorarse, capaz de tener virtudes.
El hombre es un ser capaz de crecimiento irrestricto, capaz de virtud.


De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aperecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 22.4.

Para saber más.
Sobre la naturaleza humana:……Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:…………………..….Etiqueta 1.10
Sobre el tener:…………………..……..Etiqueta 1.9.1
Sobre la virtud:……………………..….Etiqueta 6.2.5
Sobre el hábito:…………………….……Etiqueta 1.9.2
Sobre el hábito en Aristóteles:…..Etiqueta 20.4.2
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¿Es átoma la virtud?

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"La virtud es átoma".

Con esta expresión Polo quiere decir que en lugar de "virtudes", hay "virtud".
Cada virtud es una modalidad del amor.
Es una llamada a la unidad de la vida.
Es la aspiración a la comunión, donde cada uno ocupará su puesto en el banquete.
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¿Se convierten las virtudes?

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Pienso que las virtudes se convierten pues podemos obrar con prudencia, con justicia y con amistad, al mismo tiempo.

Cada una es una dimensión del amor.

La virtud es la disposición para querer más. Cuando se es amigo se quiere más que cuando se es deudor.

El querer siempre más fecunda el tiempo. Somos espíritu en el tiempo. Virtud de amor que manifiesta nuestro "además".
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¿A qué llama Polo "consumación"?

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Polo llama consumación al término de la edificación de la propia vida terrena.

La vida culmina en su consumación, gracias a la virtud, que articula el curso de la vida.

Polo usa el término "virtud" en singular porque, si bien la virtud es plural atendiendo a su riqueza, las virtudes se remiten entre sí y aisladas no son perfectas.

Esa remitencia no es otra cosa que el amor.

La vida de cada uno está reunida, como el fuego, en la unidad de la armonía entre todas las virtudes, que convierte en don cada una de las dimensiones de nuestro vivir.

El buen querer de la caridad informa nuestras acciones dándoles el sentido último: para Ti.
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¿Tiene normas la libertad?

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Sí, las normas éticas.

Las normas éticas son leyes del ser libre para ser libre.
El ser humano es un ser libre, es un ser personal, dueño de sí, debe destinarse.

Y para destinarse necesita conocer su destino y el camino que conduce a él.
Destino que no se le impone.
Libremente, cada persona debe destinarse.

De ahí que la libertad se trueque en búsqueda de su destino.
El hombre libre es capaz de entender su destino y el camino.
Y al ser libre puede seguirlo o no.

Es aquí donde aparece la normatividad ética.
Las leyes éticas son leyes del ser libre para ser libre, para destinarse libremente a su destino. Veámoslo:

En la medida en que se entiende y se ama el destino, somos más libres, más dueños de nosotros mismos. Nos daremos el destino, queriéndolo, porque lo entendemos y lo amamos.

La ética descubre así dos series de nociones que son enteramente originales del hombre libre, a saber, bien-mal, virtud-vicio.

Bien y mal no se puede decir de lo físico a no ser que abusemos de las palabras. La explosión de una supernova no es ni buena ni mala.
Buena mesa y mala mesa o buen clima y mal clima son acepciones secundarias.

Bien y mal son nociones estrictamente éticas que sólo se captan si se es libre. Si nos damos cuenta de que la realidad depende también de nosotros, si queremos. El bien es la efusión del ser, si queremos. El mal la ausencia del bien debido, porque no queremos.

Por otra parte, el cumplimiento o no de las leyes morales, modifica intrínsecamente la capacidad de realizar las acciones. Aparecen las virtudes y los vicios.

Ya tenemos las tres dimensiones de la ética: normas, bienes y virtudes.

Haz el bien y crecerás es la primera norma ética, la primera norma de la libertad, del ser libre para ser libre.

Mi crecimiento depende también de mí.

De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 61.2, 62.3 y 63


Para saber más:
sobre normas, bienes y virtudes, ver etiqueta 9.1.4
sobre la ley natural, ver etiqueta 6.2.0
sobre ética, ver etiqueta 9.0.0
sobre el bien, ver etiqueta 5.2.2
sobre la libertad, ver etiqueta 1.1.2
sobre el destino, ver etiqueta 13.0.0
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¿Se necesita la virtud cuando la potencia está saturada?

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Cuando la potencia está saturada, es decir, cuando está dando el máximo de lo que puede dar, no se necesita la disposición, pues está en acto de "disponer".
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¿Cómo se explica el vicio?

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Los vicios son los escombros de la virtud.

La destrucción de la virtud es comparable a la demolición de una casa, cuyos restos ocupan el solar.

El bien de la persona es su crecimiento amoroso. Gracias a sus dones, a su virtud, que es el amor.

Los vicios anestesian el deseo de que la vida crezca en unidad y entonces la sed de bien se reduce a conatos dispersos y desconcertados.

El vicio es la parte oscura de la experiencia moral. Es la desolación.

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¿Se pierde completamente la virtud?

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No

Incluso cuando el alma está llena de vicios existe siempre una aspiración al amor.

Es la manifestación viva de la sindéresis, no borrada por la mala disposición de la voluntad.

Recuerden que la sindéresis es un hábito innato al intelecto personal  que somos.
La palabra sindéresis significa "atención vigilante".

Sin darnos cuenta, (a no ser que abandonemos el límite mental en su 4ª dimensión, pues entonces sí que nos damos cuenta), sin darnos cuenta, decía, poseemos habitualmente una voz interior, que nos impele a obrar: ¡haz el bien!, ¡lo tuyo es obrar! Es la voz de la sindéresis.

El yo, ápice de nuestra esencia (hábito de sindéresis) naturalmente impele: "lo tuyo es actuar". De ahí nace, trascendentalmente, nuestro sentido del deber.
La persona, desde el ápice de su yo es siempre "dócil", se abre inherentemente, irremediablemente, para responder al amar de Dios. Llamamos apertura "inherente" precisamente a la dualidad entre acto de ser personal y esencia humana.

Nuestra mala voluntad puede hacer acallar la voz de la conciencia o escoger lo que no nos conviene, pero todo hombre y toda mujer sabemos que debemos actuar y que debemos hacer el bien. Otra cosa es que lo hagamos.

Nunca se pierde la aspiración al amor, a ofrecer, con la virtud, nuestro don. Pero podemos fracasar.

En la etiqueta 6.2.0 estudiamos el yo y la sindéresis.
Y en la 5.9.0 hablaremos de la apertura inherente.
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¿Son virtudes la fortaleza y la templanza?

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Sí.

La fortaleza y la templanza son virtudes de los apetitos sensibles, en tanto que controlados políticamente por las potencias superiores.

Gracias a la inteligencia y a la voluntad tenemos dominio de nuestras pasiones, somos más libres, más virtuosos.

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¿Dónde estudiaremos las virtudes teologales?

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Las virtudes teologales, junto con las demás virtudes sobrenaturales, son el fruto de la Nueva Creación.
Hablaremos de la Nueva Creación en la etiqueta 5.16.2 y se trata de un tema teológico con frutos sabrosos en la filosofía cristiana.

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se pueden entender las virtudes teologales:  la fe, la esperanza y la caridad como elevaciones de las aperturas transcendentales que redundan en la esencia de cada hombre.

Me explico porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendental (noten que decimos trans y no tras), a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Es el fruto de la llamada inicial de Dios. La llamada inicial de Dios la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien. Teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, si queremos. La estudiamos, como he dicho antes, en la etiqueta 5.16.2
(Tengan ustedes en cuenta que cuando decimos "salvación" nos referimos a la caída y a la necesidad de un mediador).

Ese "si queremos" está a nivel de nuestra esencia humana, de nuestra vida. La fuente es el ser personal que se "manifiesta", que "otorga" y "dispone", queriendo abrirse a la elevación que Dios le otorga.

La elevación salvadora de Dios redunda en nuestra esencia, en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y la voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación de las aperturas transcendentes de los radicales personales. Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquel de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una "anticipación".
Alguien me objetó que los que se condenan no podrían entonces vivir un tiempo en gracia de Dios, tras su bautismo, pues al no ir al Cielo, no podrían tener esa "anticipación".

Respondo que Judas tenía ante él, al Cielo mismo, la Gracia personificada en Jesucristo.
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¿Por qué se puede decir que la virtud es el cauce de la vida humana?

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Porque el sentido de la vida humana es ser el regalo, el don, el canto, que ofrecemos a Dios.

Ese don crece, como el río Congo, al acercarse al océano.

El crecimiento, la hiperformalización de nuestra naturaleza, es precisamente la virtud.

Por eso la virtud es cauce de la vida.

Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 127.2

En las etiquetas 6.1.0 desarrollamos el sentido de la vida humana
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¿Por qué dice Polo que la libertad conecta con la naturaleza del hombre de acuerdo con las virtudes?

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El hombre es un espíritu en el tiempo.

Debe autoperfeccionarse, a partir del momento de su concepción, en el que "nace" (naturaleza) una nueva persona "humana". (Un espíritu en una naturaleza humana).

El espíritu es libertad, en el ámbito de la máxima amplitud.
Su actividad es libre, no comprimida, pero, en cuanto que "nace", está encarnado en una naturaleza humana, que debe perfeccionar, autoperfeccionándose.
Ese "deber", libre, son las normas éticas.

Pues bien, en la medida en que sigue esas normas, mejora su capacidad de conocer y amar. Mejora su naturaleza, se autoperfecciona.
El hombre es susceptible de distintos estados interiores que son las virtudes (el incumplimiento de las leyes da lugar a los vicios.

Virtudes y vicios son estados internos que siguen a la acción práctica, no como resultados o consecuencias externas, sino como modificaciones intrínsecas de la capacidad de realizar acciones.
A más virtud, más libertad "en" esa naturaleza humana.

De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 63.2


Para saber más:
sobre normas, bienes y virtudes, ver etiqueta 9.1.4
sobre la ley natural, ver etiqueta 6.2.0
sobre la naturaleza humana, ver etiqueta 6.1.0
sobre la libertad esencial, ver etiqueta  6.1.5
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¿Cómo culmina la ética de las virtudes?

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En "ética de destinación".

No olviden que "ética" se corresponde con "crecimiento" de la vida, más vida.

La ética de las virtudes es la ética de las tendencias reforzadas.
Al adquirir virtudes somos más libres y podemos conducir mejor la vida hacia la felicidad.

Pero ya sabemos que la libertad puede ser un fardo: tenemos más libertad que ocasiones de ejercerla.

Reforzar las cualidades cuando los objetivos son de poca importancia es angustiarse. Como tener un ferrari para circular en el mercado de Kinshasa.

Aspiro al circuito ideal para mi bólido.

Polo llama "destinación" a aquello respecto de lo cual se puede ejercer la libertad entera.

Les pido un esfuerzo para entender : necesitamos "saber" para qué sirve mi bólido. Y ese "saber" más alto se alcanza hacia dentro, más allá de nuestra intimidad.

El "dentro" son los trascendentales personales de mi ser, entre ellos la libertad nativa que soy, mi apertura íntima.

Pues bien, el crecimiento de las virtudes de mi vida, o por decirlo así , la ética de las virtudes se dilata "en" la libertad nativa, pues retrayéndose ésta hacia el Origen alcanzaremos a conocer nuestro destino.

Hemos entendido la libertad de destinación.

El arte de ganar le grand prix es la ética de destinación, culminación de la ética de virtudes.
Las virtudes no son externas a la libertad.
Son algo así como la "personalidad" de mi persona. Persona es libertad. Y persona humana, libertad con contenidos (tropezones). La Cena está servida !

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.2

Para saber más :
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.2.5   virtud
Etiqueta 9.0.0   ética
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¿Qué noción de filosofía cristiana propone Ignacio Falgueras?

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En su libro "De la razón a la fe por la senda de Agustín de Hipona", Ignacio Falgueras Salinas, al que Polo ha señalado como uno de sus mejores discípulos, hace un estudio pormenorizado de lo que es la filosofía cristiana.

Expone su propuesta diciendo: "Ejercicio donal del filosofar, en su búsqueda pura de las ultimidades, bajo la guía de la revelación".

Aunque es mucho más bello lo que añade : "cautivar el entendimiento en obsequio a Cristo" (2 Cor 10, 5), expresión preferida de Tomás de Aquino.

Sacado de Ignacio Falgueras, "De la razón a la fe por la senda de Agustín de Hipona", p. 131, 2
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¿Quién es Dios?

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Dios es el Dar puro.

Pueden ustedes ir a la etiqueta 1.0.2 donde tratamos del Dar trascendental puro, que es Dios.

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¿Qué fórmula nos hace niños?

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La fórmula siguiente reaviva nuestra humildad:

"El ser se divide en dos": la Identidad originaria y las criaturas.

Dios es el Origen.
La criatura (niña al fin y al cabo), comienza y depende.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 1, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más :
Etiqueta 1.5.0    distinción
Etiqueta 1.6.1    ser creado.
Etiqueta 1.7.0    distinción acto de ser-esencia.
Etiqueta 3.1.1     comenzar.

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¿Comienza Dios?

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No, Dios es el Origen. Dios es Originario.

Sin embargo, el ser creado sí que "comienza y depende".

El ser creado es "comienzo" (solo Dios es originario).

El ser creado "depende" (pues su esencia se despliega o crece según el ser que Dios le da: físico o libre).

Queda así patente que el ser creado no es simple: lo que el ser creado es (su esencia) depende del ser (acto de ser) que Dios, el Creador, le da (sencillo si es el universo físico, y libre si se trata del ser personal).

Dios es Simple.
El ser del Universo es "sencillo"
El ser de la persona humana es "además".
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¿A quién está reservada la unidad trascendental?

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A Dios.

La unidad trascendental será tratada en la etiqueta 1.14.0.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 2, p. 88. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Es Dios Principio?

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A Dios, en cuanto que crea el Universo, se le puede llamar Principio. Es el Principio real de Identidad. Es uno de los primeros principios reales.

Pero en cuanto Persona, no es Principio, es mejor llamarlo Primero u Origen.

La persona humana es segunda.

Principio connota ser el primero de una serie. Pero Dios no está obligado a ser principio de ninguna serie.

Sin embargo, en cuanto que crea libremente el Universo, se le puede llamar Principio.

Para saber más:
Etiqueta 1.4.0    Los principios
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¿Es la libertad un principio fundante?

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Dios, en tanto que Origen de personas, no es principio.
¿Entonces qué es?

Dios es Acto. Actividad. Comunión de actos.
Al crear al hombre lo incluye en su amplitud. Y eso es la libertad: la inclusión atópica en el ámbito de la máxima amplitud.

La "actividad" abarca sin límites.
La persona humana es co-ser.
El "co-" es su intimidad, el estar abierta por dentro, su capacidad de acogida.
El "-ser" es su valor "activo", su libertad siempre insatisfecha.

De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 17.2

Para saber más:
Etiqueta 1.0.1    Dios
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.4.0    Los principios
Etiqueta 2.1.1   método del abandono
Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal
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¿Qué nos muestra de Dios el autotranscendimiento humano?

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Autotranscenderse es una forma de dar.

No es un aniquilarse, ni tampoco simplemente cambiar a mejor.
Cuando hablamos de autotranscendimiento, queremos decir actividad más alta de dar: darse.

Lo trascendental en sentido estricto es el Dar supremo, Dios.

Pues bien, en congruencia con el autotranscendimiento humano, (con nuestra posibilidad real de darnos) podemos entrever el carácter "donal" supremo de la actividad divina, del ser de Dios.

Las relaciones personales intratrinitarias son relaciones donales.

La Sagrada Esritura expresa en términos de dar la relación entre el Padre y el Hijo (por ejemplo, Jn 5, 36); e igualmente el Padre da el Espíritu (Lc 11, 13) a petición de Cristo (Jn 14, 14), y lo da sin medida (Jn 3, 34).

Este "sin medida" significa "sin reservas".
Sólo Dios puede dar así.

Luego el autotranscendimiento humano nos muestra, si lo llevamos al extremo cómo será el Dar supremo que es Dios.

Sacado del artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar", de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.2 . Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más ver las etiquetas :
1.0.1  Dios
1.0.2  dar trascendental
1.5.2  relación (en construcción)
5.2.0   trascendentales
12.1.0  Trinidad(en construcción)
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¿Qué es lo íntimo de Dios?

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Lo íntimo de Dios es su Misterio.

Su Misterio es su iniciativa, que no depende más que de su Amor.

De ahí que se pueda decir que Dios es el Absoluto, el que está libre de lazos.

Sin embargo, preferimos llamar a Dios Padre: el Origen.

En efecto, Origen aclara su Misterio mejor que si le llamamos el Absoluto.

Es Origen de su Dar, sin pérdidas y sin reserva.
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¿Cómo es el Dar divino?

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Sin  pérdidas ni reservas.

Falgueras encuentra que el Dar supremo es sin pérdidas al constatar que es dar puro.

Pero Cristo revela (a quien lo busca) un núcleo del dar aún más profundo y preciso.

Se trata de un ingrediente del Misterio manifestado en la cruz: el dar sin reservas.

La muerte de Cristo, libremente aceptada y querida, tiene el sentido donal más alto.
Los cristianos sabemos que el dar divino es “sin reservas”.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar", de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más:
Etiqueta 1.0.1 Dios.
Etiqueta 1.0.2 Dar trascendental.
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¿Pueden las criaturas dar sin reservas?

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El dar sin reservas de Dios es un misterio oculto.

Pero su revelación por la palabra silente de la cruz, arroja una iluminación inesperada para la inteligencia humana, en su investigación de los trascendentales.

El “sin reservas” es la anulación en Dios del amor a sí mismo.

Las criaturas no pueden dar “sin reservas”. Y no lo pueden porque su “dar” es recibido. Sólo olvidándose de sí llegan a ser divinizadas y entran en el dar interpersonal supremo.

Aquí, olvido de sí significa olvido de su yo. (Lo digo porque cabe otra interpretación del olvido de sí, como introducción querida del límite mental para actuar y servir).

Los trascendentales humanos son condicionales. Dan si reciben. Y si nada en ellos se opone al dar.

Evitar esa oposición es la tarea que los cristianos llamamos lucha ascética: el progresivo y constante olvido del yo.

Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.62.2 Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más:
Etiqueta 1.6.1 Ser creado
Etiqueta 1.0.2 Dar trascendental
Etiqueta 1.0.1 Dios
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