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¿Dónde estudiaremos las virtudes teologales?

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Las virtudes teologales, junto con las demás virtudes sobrenaturales, son el fruto de la Nueva Creación.
Hablaremos de la Nueva Creación en la etiqueta 5.16.2 y se trata de un tema teológico con frutos sabrosos en la filosofía cristiana.

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se pueden entender las virtudes teologales:  la fe, la esperanza y la caridad como elevaciones de las aperturas transcendentales que redundan en la esencia de cada hombre.

Me explico porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendental (noten que decimos trans y no tras), a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Es el fruto de la llamada inicial de Dios. La llamada inicial de Dios la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien. Teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, si queremos. La estudiamos, como he dicho antes, en la etiqueta 5.16.2
(Tengan ustedes en cuenta que cuando decimos "salvación" nos referimos a la caída y a la necesidad de un mediador).

Ese "si queremos" está a nivel de nuestra esencia humana, de nuestra vida. La fuente es el ser personal que se "manifiesta", que "otorga" y "dispone", queriendo abrirse a la elevación que Dios le otorga.

La elevación salvadora de Dios redunda en nuestra esencia, en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y la voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación de las aperturas transcendentes de los radicales personales. Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquel de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una "anticipación".
Alguien me objetó que los que se condenan no podrían entonces vivir un tiempo en gracia de Dios, tras su bautismo, pues al no ir al Cielo, no podrían tener esa "anticipación".

Respondo que Judas tenía ante él, al Cielo mismo, la Gracia personificada en Jesucristo.
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