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¿Sirve la distinción substancia-accidente para entender la distinción entre la “enérgeia” aristotélica y la “entelécheia”?

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No.

Energéia es un sentido del acto que no es “en sí”, como la substancia.

Energéia es acto ejercido, inmanente, no acto “acabado”, separado.
Cuando vemos, estamos viendo.

Tampoco la energéia es accidente.

No es algo acabado que existe en un “en sí”. La energéia no está “acabada”, al vivir seguimos viviendo.

Substancia-accidente es un par que sirve para entender a los entes físicos no vivos.

Si se aplica este par al viviente, se dificulta comprender el acto inmanente que existe en la unidad de su vida.
Imbricado en su ser.
Respirar no es ser un volcán.

Si reservamos la noción de substancia y accidente a los seres no vivos, es decir, a la física, se entiende que ver, oír, entender, vivir, no son accidentes, sino actos del ser vivo, no actos en el sentido físico (entelécheia) sino actos inmanentes (energéia) integrados en la unidad de la vida.

No es lo mismo estar amarillo (porque estoy enfermo del hígado), que es un accidente del cuerpo (entelécheia), que pintarme de amarillo, que es un acto del que es dueño, la mujer o el hombre que han decidido amarillearse. Es un acto incorporado a su ser, íntimamente decidido.

Aunque físicamente el amarillo es accidente. Amarillearme es energéia, mientras que estar amarillo es entelécheia. Son dos actos distintos en la misma realidad física.

Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.71.4
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