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Accidente, symbebekós : lo que está junto a, lo que es “en otro”.
Por ejemplo, el amarillo es un accidente, una propiedad que no es en sí.
Es en una substancia que puede tener el accidente amarillo o el accidente azul.
Tenemos así la distinción substancia-accidente: las 10 categorías aristotélicas.
El realismo substancialista da tanta importancia a la substancia, al sentido del acto como entelécheia (las formas substanciales y las formas accidentales) que olvida que Aristóteles descubrió, ya en su juventud, otro sentido del ser, que es el propio de los seres vivos, energéia.
“Conocer”, por ejemplo, no se debe considerar como un accidente de la persona, pues lo que se conoce está incorporado íntimamente a su ser.
“Ver”, no es un accidente para el águila. El accidente sería quedarse tuerta o ciega. “Ver” es energéia para el águila. Es el despertarse de su capacidad de situarse en los aires.
La vista no subsiste en mí. Soy yo quien te ve, y quien te mira, con una acción inmanente, que no debe calificarse de accidental (el accidente es exterior a la vida).
Polo, filósofo de la distinción, ha recuperado la distinción entre los sentidos de la potencia y el acto propios de la física (substancia y accidentes) y los sentidos de la potencia y el acto propio de los seres vivos (facultades sensibles y potencias espirituales. Actos inmanentes).
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.71.3
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