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¿Cómo juegan los miembros de una dualidad humana?

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El miembro superior sirve al inferior favoreciéndole y el inferior, al subordinarse, redunda en el superior, inspirándole.
 
El superior es condición de posibilidad del inferior y el inferior es expresión del superior.
 
No olvidemos el ejemplo de la escala o de la cadena de eslabones.
El miembro superior no está aislado (el inferior tampoco). Son dos dualidades enlazadas e imbricadas.
 
La dualidad superior beneficia, a la inferior, repercutiendo en ella.
 
La dualidad inferior depende de la superior no solamente por estar conectada o por coherencia, sino también por lo que Polo llama concordancia. El miembro inferior concuerda con el superior, y es esa concordancia la que lo eleva.
 
Es propio de las dualidades humanas un sentido ascendente o jerár­quico. Dicha ascensión se debe a que uno de los dos miembros de cada dualidad es superior al otro, por lo que no se agota en su respecto a ese otro, sino que se abre a una dualidad nueva, superior.
 
Repito, entender las duali­dades en sentido ascendente quiere decir que sus dos miembros son distintos en tanto que uno de ellos es superior al otro, por lo cual no se agota en ese respecto dual, sino que se abre a una nueva y superior dualidad, en la que es el miembro inferior.
 
Pero el sentido de la dualidad se aprecia mejor con las nociones de concordancia y de repercusión, es decir, al entender el miembro superior como sobrante, o sea como no agotado en una sola dualidad, y redundante en el miembro inferior.
 
Al no agotarse (por depender de una dualidad superior) su repercusión enriquece, sin detenerse.
No es como en el universo físico en el que la tetracausalidad está ya dada. En las dualidades humanas siempre cabe mejora.
 
Los dos miembros de cada dualidad no son concausales; en especial, el miembro superior no es la causa final del miembro inferior. Ambos se mejoran gracias a la concordancia.
(Vean ustedes aquí el valor positivo de la jerarquía).
 
Ejemplo: Los hábitos adquiridos son coherentes con las operaciones porque las iluminan (iluminar es un modo de expresar la verdad encontrada); pero, asimismo, son concordes con las operaciones, pues los hábitos adquiridos se dualizan hacia arriba con la sindéresis, por lo que no sólo expresan la operación mostrándola, sino que repercuten en ella beneficiándose de su pertenencia al yo personal y a su riqueza trascendente.
 
Lo que llamo repercusión equi­vale, en este nivel, a la prosecución operativa, al pensar puedo pensar más, pues mi pensar es del yo, y yo quiero más y veo más.
 
También el alma,  llega a ser concorde con el cuerpo al repercutir en la sensibilidad interna: es, por ejemplo, la noción de imaginación creadora


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