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El aceptar se “traduce” en dar por la conversión del miembro nativo (estructura donal primera) en miembro destinativo (estructura donal segunda).
Los dos miembros no son idénticos, pues
el don que se acepta es el ser, mientras que el don que se da es la esencia.
Y esta esencia (la vida de la persona humana) es la extensión de la persona.
Extensión dual ya que consiste en un
descenso de la actividad trascendental hacia las dimensiones inferiores del ser
humano y en un ascenso, de vuelta, hacia Dios.
El aceptar se “traduce” en dar pues, como
la persona es libre, devolverá el don recibido según su libre querer.
Más o menos.
No hay identidad entre el Don que se acepta, y el don que se da.
Si la persona humana no fuera libre, el
Don aceptado se identificaría con el dar.
Al ser libre, sin embargo, no hay identidad entre el aceptar y el dar, por eso hablamos de “traducción”.
La traducción puede ser más o menos perfecta, nunca idéntica.
Siempre podemos crecer.
El aceptar se “traduce” en dar por la conversión del miembro nativo (estructura donal primera) en miembro destinativo (estructura donal segunda).
Y esta esencia (la vida de la persona humana) es la extensión de la persona.
Más o menos.
No hay identidad entre el Don que se acepta, y el don que se da.
Al ser libre, sin embargo, no hay identidad entre el aceptar y el dar, por eso hablamos de “traducción”.
La traducción puede ser más o menos perfecta, nunca idéntica.
Siempre podemos crecer.
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