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¿Qué debemos pedirle a la dualidad radical para que sea radical?

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La dualidad radical de la persona humana debe ser una dualidad que esté presente en la raíz de cada dimensión de la persona humana.

La doble dualidad de los trascendentales personales propuesta por Polo como dualidad radical de la persona humana no es la raíz, sino que “es” la persona humana.
Esta doble dualidad es trascendental, pero la raíz es aquello de la persona que posibilita la dualidad con Dios (transcendental, de ahí que hablemos de aperturas transcendentes).

La “raíz” es precisamente donde se da el contacto con el Origen.
 
Cada trascendental personal constituye con los otros el co-ser libre, transparente y amoroso.
Sin embargo, en la raíz de cada trascendental personal encontramos dos miembros que permiten la transcendentalidad. Estos dos miembros, que Adam llama miembro primario y miembro segundo, son el nacer-destinándo.se.
 
Así se explica cómo las aperturas transcendentes (humildad, esperanza, fe y caridad transcendentales) son posibles porque en la raíz de cada trascendental hay dos miembros que son la raíz (radical) que chupa su actuosidad de Dios.

La humildad transcendental es un nacer-destinándo.se del co-ser.

La esperanza transcendental es un nacer-destinándo.se de la libertad.

La fe transcendental es un nacer-destinándo.se del entender.

La caridad transcendental es un nacer-destinándo.se del dar.
 
La dualidad radical de la persona humana es el nacer-destinándo.se.

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