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¿Qué es el autotrascendimiento?

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Frente a la visión pagana del hombre que lo presenta como alguien que busca autorealizarse, es decir, frente a la “pretensión de sí”, Polo habla de autotranscendencia.

 En lugar de autorealizarnos, nos autotranscendemos, es decir, dependemos libremente de Dios.

 A algunos no les gusta el auto- ; pero si se explica bien, me parece que se puede entender como “respuesta” del hombre a Dios.

En lugar de autorealización, autotranscendimiento.

 

Me he decidido a utilizar el término “autotrascendimiento” (sin n) porque es así como Ignacio Falgueras lo llama atendiendo sobre todo a la luz, el autotrascendimiento en transparencia, el siempre poder entender más o futuro inagotable.

 Polo en su libro póstumo p.71, 2 también utiliza autotrascendimiento sin n.

 

Intentaré explicar la distinción entre ambos.

 Llamo autotrascendencia  a la respuesta de la persona humana a Dios, que va más allá de su trascendencia para alcanzar la transcendencia (la trascendencia es lo radical en la persona humana, es decir, los trascendentales personales).

La autotrascendencia es la respuesta a la llamada inicial.

No autorealizarse sino autotrascenderse hacia Dios.

 

¿Y qué es la autotranscendencia?

Me atrevo a decir que es el autotrascendimiento eterno.

 

Para entenderlo tenemos que aceptar la propuesta de Salvador Piá sobre las aperturas transcendentales.

 

La apertura transcendente de la persona humana hacia Dios, estrictamente considerada, según Piá, equivale al modo en que inicialmente es transcendida la intimidad personal humana por Dios : esta apertura también recibe el nombre de auto-transcendimiento de la intimidad personal o llamada inicial.

Las aperturas transcendentales no son lo mismo que las trascendentales.

Lo trascendental en la persona humana es lo radical. (Es decir, repito), los trascendentales personales.

Lo transcendental es más allá de lo radical.


(Cabe también llamar a lo transcendental, trascendente y entonces diremos aperturas trascendentes).Ustedes ya me entienden.

 

Las aperturas transcendentales son llamadas de Dios que nos comunica, en el tiempo humano, su vida íntima.

No son la gracia santificante, pues la santificante nos comunica su vida eterna, lo que seremos en el Cielo, como una anticipación.

 

Inspirándome en Juan A. García que dice que la persona es el ser que sabe de sí, yo diría que el autotrascendimiento es un saber más de sí.

 

Y el autotranscendimiento eterno, o vida eterna, es la aceptación de nuestra glorificación.

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