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¿Es secundaria la condición de hijo para el hombre?

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Juan Fernando Sellés recoge una serie de citas de Polo en las que se ve que no es lo mismo la condición de “padre” para un hombre, que la condición de “hijo”.

 

Todas las personas humanas son “hijas” (enfants de Dieu) radicalmente.

Pero no son padres ni madres, radicalmente. Ni esposos ni esposas, radicalmente.

 

“Desde el inicio de su existencia el ser humano ya está vinculado a Dios. Es hijo de manera plena, y por serlo no basta con los padres humanos, hace falta también la intervención divina, que de entrada es creadora. Por eso el hombre es hijo de un modo completo, en cambio no es padre más que por participación; es decir, es padre porque Dios le ha dotado de la capacidad de serlo”. Polo, L., Ayudar a crecer, ed. cit., p. 142.

 

“El Padre por excelencia es Dios, y esa condición de Padre que tiene Dios, porque no es nacido, Origen de todo, no la tiene el hombre. En cambio, el ser humano es creado, y como tal es hijo”. Ibid.

 

“La condición de hijo no es secundaria… Por consiguiente, no es la paternidad humana la primaria, sino la paternidad creadora de Dios. Según esta paternidad, el primer hombre es primordialmente hijo, como se ve en la genealogía de Jesús según San Lucas, que termina en Adán, el cual viene de Dios (Lc. 3, 38)”. Escritos menores (1991-2000), en Obras Completas, Serie A, vol. XVI, Pamplona, Eunsa, 2018, p 162.

 

El texto sigue así:“La paternidad del hombre en su sentido más alto corresponde a Dios. Ello comporta, como es claro, que el hombre no es por completo hijo de sus padres o que no lo es en todas sus dimensiones. En cualquier hombre su propio carácter espiritual no viene de sus padres humanos, sino de Dios… Para precisar mejor el sentido de la consideración del hombre como hijo, se puede añadir que justamente por no proceder enteramente de sus padres, cada persona humana es un novum”. Ibid.

“Esas novedades son las personas humanas… El hombre no es un estadio temporal, un trozo de tiempo, sino hijo de Dios”. La persona humana y su crecimiento, ed. cit., p. 73.


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