Dios no crece según la
idea que tenemos de
crecimiento. Dios es Acto puro.
Dios es Amor que
irradia su Gloria, hacia dentro y
hacia fuera.
Dios es superior al crecimiento.
«¿Qué pasa con la Trinidad? No crece, porque la Trinidad es
originaria y Ser Originario es más que crecer». Persona y libertad, p. 158.
La
inagotable actividad (siempre "además"), que seguiremos teniendo o
siendo en el Cielo, se debe a que, al ser segunda, la persona se corresponde,
en comunión, con la Vida de Dios.
Bien
entendido, no se trata de que Dios “crezca” adquiriendo perfecciones que no
tenía antes, sino que Dios es como llama de fuego, siempre en actividad. Amor.
La Vida
divina no es como la de las criaturas. Las criaturas, reciben lo que no tienen,
a lo más, aceptan libremente.
Dios es
Dar, Aceptar, Don, sin separación ni confusión ni orientación.
Polo
dirá que el crecimiento del acto de ser personal humano sólo se explica si Dios
es también, a su modo, un ser creciente: ‘crecimiento originario absoluto’,
como él lo llama.
Dios es
la fuente del crecimiento, en Él se origina el crecimiento trascendental,
porque Él mismo es puro crecer.
Eternidad
siempre viva, eternidad siempre rebrotante, eternidad siempre joven,
crecimiento trascendental originario.
Textualmente:
"Un crecimiento que no implica un crecer respecto de algo más pequeño, que
no implica un desarrollo, sino que es el hiper-crecimiento. Hay que verlo más
por esa línea, un acto rebosante que no tiene nada que alcanzar. Por así
decirlo, como no poseído –aunque la noción de posesión tampoco es exactamente
divina–, hay que cambiar un poco las coordenadas y ver a Dios como acto puro, que es verlo como crecimiento originario… Un Dios
estabilizado estáticamente como un todo, a mí no me resulta muy claro”.
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