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¿Es real el "entender"?

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Llamamos "realidad" a lo que es. Actividad.

Pero el ser se dice de muchas maneras.

El "entender" es real.
Pero siendo real el "entender", no es sencillamente el ser, porque la realidad del "entender" es "hacerse otro".

Si el ser es acto, el entender es acto de acto.

Si el ser "realea" como acto, el entender "realea" como acto de acto.

Entender es acto noticioso, trasparecer activo: un desdoblamiento del acto tal que, sin dejar de ser acto, acoge cabe sí, como acto novedoso, lo otro.

Entender es pues otro sentido de la realidad, más rico, propio de seres superiores, capaces de crecer con ganancia noticial.







De esto habla Ignacio Falgueras en Studia Poliana n. 2.  2000, p. 197 
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¿En qué etiquetas estudiamos la libertad?

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En esta etiqueta 1.1.2 intentaremos dar una primera aproximación al tema de la libertad.

La libertad humana no tiene un único sentido. No es sólo predicamental (una dimensión esencial de la persona), calificadora de la voluntad, sino que, antes, se inserta en el ser o acto de ser de la persona, convirtiéndose con ella. Esta libertad profunda y radical es a la que llamamos libertad trascendental, o también denominada libertad personal (la persona en tanto que libertad).

Se puede comparar con una montaña distinguiendo la libertad personal de la libertad esencial.
La cima sería la libertad personal y las laderas la libertad en el orden de la esencia.

Veamos primero la libertad esencial (etiqueta 6.1.5): se puede abordar de distintos puntos de vista y así tenemos :
la libertad psicológica (sentirme libre),
la libertad moral (adquisición de virtudes),
libertad pragmática (para escoger),
la libertad social (que me dejen vivir).

Otro punto de vista es el que se atiene a los tres planteamientos que ha hecho Polo de "lo radical" y que le permiten caracterizar de un lado dos tipos de libertad esencial (la pragmática y la moral) y del otro la libertad trascendental o radical.
Veamos su relación con los tres planteamientos polianos de "lo radical":
la libertad pragmática (que se corresponde con el radical moderno que es la espontaneidad),
la libertad moral (que se corresponde con el radical clásico que es la actualidad), gracias a esta libertad somos cada vez más dueños de nosotros mismos, somos más libres; y
la libertad radical (que se corresponde con el radical cristiano que es la persona) y no es otra cosa que la libertad personal.

La libertad radical es en definitiva la libertad trascendental, uno de los cuatro trascendentales de la persona humana y que podemos llamar libertad personal (etiqueta 5.5.4). La persona humana "es" libertad.

La libertad trascendental es dual, como todo en la persona humana. Tiene dos miembros denominados por Polo "libertad nativa" y "libertad de destinación".









Para saber más:
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición
Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad


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¿A qué llama Falgueras trascendentales condicionales?

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Falgueras distingue dos tipos de trascendentales: los trascendentales condicionales (metafísicos y de la persona humana) y trascendentales incondicionales (que me gusta llamar supremos).

Los trascendentales condicionales se llaman así porque dependen de los trascendentales supremos. Son relativos a los supremos.

Los supremos se llaman incondicionales porque no dependen de los condicionales, no requieren nada.

Los trascendentales condicionales son alcanzados por el trascender humano cuando se eleva, activa y relativamente, sobre las realidades inferiores.

Los trascendentales incondicionales, en cambio, son aquellos que, pudiendo ser alcanzados cuando el hombre trasciende su propio trascender y el trascender de lo extramental, están al margen de toda heterorreferencia, por lo que para ellos la propia denominación de trascendental es extrínseca.

Así queda claro que no todo trascendente es relativo, pues, en efecto, los trascendentales supremos son absolutos. Deben ser entendidos como irrelatividad a los trascendentales condicionales y a cualesquiera otras realidades que no sean las suyas. Dios es Identidad y Trinidad de Personas.






Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental, p. 23.3

Para saber más:
Etiqueta 5.2.0  los trascendentales
Etiqueta 1.0.2 dar trascendental

Etiqueta 1.0.3 trascendentales supremos
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¿En qué conocimiento nos jugamos el tipo?

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En el conocimiento de Dios.

Dios es el Ser respecto del cual nosotros los hombres (aparte de otras muchas cosas) nos jugamos el tipo.

Sin embargo, nuestra capacidad de Dios ha sido puesta en duda.
Lástima.

Los grandes filósofos osan pensar a Dios.
Y lo hacen de manera pensante: buscan ver hasta qué punto podemos pensar a Dios.
¡Que podemos!

Un pensamiento muerto, un pensamiento asténico, cristalizado, automatizado, difícilmente conoce a Dios. Y, si lo conoce, lo conoce mal.
"Dios no es de muertos, sino de vivos" (Mt 22, 32).

Pensar a Dios es pensar por todo lo grande, y esto conlleva una experiencia profunda, espléndida, de nuestro pensar. Si el pensar queda reducido a un apéndice sucedáneo, puramente pragmático, a una especie de instrumento desvitalizado, se compromete el acceso a Dios.





Encontré la cita de Polo en Miscelánea Poliana nº 45 Rafael Vives Fos. La realidad de Dios según Leonardo Polo. La he modificado a mi manera.
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¿Es importante seguir cada día las preguntas que van saliendo en el blog?

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En absoluto.

Preguntas polianas estará siempre en construcción : siempre se puede ir de etiqueta en etiqueta para familiarizarse con la temática de don Leonardo.


La filosofía, dice, está hecha de meollos (ideas, esencias) y síntesis.

La síntesis la realizamos cada uno, por dentro. Insistiendo.

Y al subirse sobre los hombros de un gigante, veremos más lejos.
Aunque seamos enanos.

Atentamente,

Joseph Kabamba


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¿Qué me aconseja para recorrer este blog?

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Ir de etiqueta en etiqueta.
Hacerse la pregunta.
Ver si coincidimos en la respuesta.
Proponer con un comentario la forma de mejorarla.
Insistir.

Cuando en el texto aparece entre paréntesis una cifra, por ejemplo (1.1.2), se refiere a la etiqueta en la que se desarrolla ese tema.

4 agosto 2022 : las etiquetas son ya muy numerosas y algunos de los seguidores del blog me han pedido que las ponga en orden alfabético.

12 octubre 2022 : hoy he tenido la gran alegría de descubrir cómo mi amigo suizo Louis Cardona ha lanzado su glosario o vocabulario poliano tomando como base las preguntas de este blog.

Seguimos creciendo, amigos polianos!


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¿Cómo se pone en marcha la voluntad?

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La voluntad se pone en marcha gracias a un hábito innato de la persona (del inteligir personal) llamado sindéresis.

La sindéresis es el conocimiento del primer imperativo moral, radical.
Sabemos naturalmente que debemos "querer", que lo nuestro es "querer".

El primer imperativo moral no es el "haz el bien y evita el mal" sino el "quiere!", el querer natural oriundo del intelecto, la voluntas ut natura.

El imperativo pide a la voluntad que quiera; pero si el yo no accede, si el yo no se presta, el velle no tiene lugar.

La inteligencia puede presentar bienes a la voluntad, incitándola a querer; pero la voluntad no puede querer sin el yo, sin el "yo quiero", sin que la persona, gracias a la sindéresis (hábito innato del intelecto personal), con la intervención del yo constituya el acto "queriendo".

El yo tiene que ponerse en marcha, debe acudir para cumplir el requerimiento del bien.

La voluntad no se pone en marcha, no hay acto voluntario, si la persona no comparece, comprometiéndose, revelándose.

El factor intelectual funciona, en el caso del amor, como un imperativo y no como un disparador.




Ideas inspiradas en las preguntas nº 19 y 20 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
6.2.2 voluntad;
6.2.0 yo y sindéresis;
1.0.4 persona;

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


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¿Mantiene Aristóteles la atención, al formular la noción de ente?

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No.
La noción de "ente" es un vislumbre del "ser", inmediatamente solapado por una objetivación.
En efecto, el "ser" es actividad y el objeto se detiene en "lo mismo", se conoce lo que se conoce y nada más.

La concentración de la atención en el "es" es sustituida por "lo que", es decir, por un objeto.
Según esto, la noción aristotélica de ente es algo así como un mixto de advertencia de la realidad extramental, corroborada de una manera impropia con una objetivación.

De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 125
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¿Es el yo una torre de control?

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Me gusta la imagen del aeropuerto y su torre de control.

El aeropuerto sería la persona y la torre de control su yo.

El yo es un hábito personal que Polo llama sindéresis.

En la torre de control se engloba todo el dinamismo del aeropuerto.







Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 347.3
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¿Es lo mismo decir "yo" que decir "persona"?

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No.
"Yo" no es sinónimo de persona.

"Persona" designa el "acto de ser personal", mientras que "yo" designa solamente el ápice de la esencia humana.

Polo identifica  el yo  con la sindéresis.

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¿En dónde expone Polo detalladamente lo que es la sindéresis?

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En el tomo II de su Antropología trascendental, Polo estudia la esencia de la persona humana.

El ápice de la esencia humana es, como ustedes saben, el hábito innato de sindéresis (sindéresis significa "atención vigilante" : yo miro, yo vigilo).

En la primera parte de ese tomo II, expone el ver-yo, que es el miembro inferior de la sindéresis.

En la segunda parte expone el querer-yo, que es el miembro superior de la sindéresis.


(Nótese que la sindéresis, como cualquier dimensión humana, es dual).
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¿El yo, se adscribe más al querer o al entender?

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El yo se adscribe más al querer que al entender, porque el querer debe ser constituido por la persona, mientras que el entender sólo es suscitado.





De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 18.8.

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