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¿Cómo aparece la vida?

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La aparición de la vida no se puede explicar, hoy día, genéticamente.

No sabemos cómo es posible que un organismo sea eso, un organismo "organizado".
No sabemos cómo puede aparecer un "principio" que organice la materia unitariamente como ser vivo.

Lo cierto es que en el universo nos encontramos con formas que, además de informar a la materia, la organizan con un movimiento intrínseco, ordenado al crecimiento y a la reproducción. El principio de este movimiento es una causa eficiente, no exterior a esa forma, sino intrínseca a ella.

No existe un gen que determine: ¡ahora te organizas! La investigación debe dirigirse a encontrar el porqué del funcionamiento sistémico de los seres vivos.

La vida es una causa formal (una ameba, por ejemplo) unida a una causa eficiente, intrínseca a esa causa formal (la causa eficiente es el movimiento que le permite alimentarse, crecer y reproducirse).


Una explicación plausible es considerar que en el universo físico existe una potencia evolutiva que permite la vida.

La evolución potencial quizá se podrá explicar si se entiende el código genético mejor de cómo se conoce hoy.
Pero ya hemos dicho que hoy por hoy no existe una explicación genética de esa aparición.


No pasa lo mismo con la novedad que es la inteligencia humana. Aquí aparecen novedades no previstas, que no dependen de las condiciones iniciales: la posesión de ideas universales exige un quién que las "posea". La inteligencia no tiene realidad orgánica, aunque para manifestarse humanamente haga pie en el cuerpo.

Ese quién, que se manifiesta, es también novedad.

La genética evolutiva puede describir (e incluso podrá un día explicar científicamente) el proceso de hominización que permite al quién humano, a la persona, de existir. Pero la persona es extracósmica.

¿De dónde viene? Los cristianos decimos que de Dios. Cabe, sin embargo, simplemente calificar el Origen de "divino", al estilo deísta.
¿Cómo acceder al Origen? Es el tema de la llamada teología natural.

En cualquier caso, el filósofo no debe desentenderse del asunto más alto. Es teología filosófica.


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