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¿Debemos amar las cosas como amamos a las personas?

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No.
No debemos amar a las cosas o a los animales o vegetales o a las flores como amamos a las personas.

Cuando el hombre se encuentra con el "otro", se enfrenta con algo que no es ya el universo físico, es algo, digámoslo así, "extracósmico".

Pero no imaginen ustedes a un extraterrestre, que viniera de otra galaxia distinta de nuestro cosmos.

Cada persona humana es un plus, es un más, en el universo físico. Eso es lo que queremos decir cuando hablamos de "extracósmico".

El hombre no está finalizado por la especie humana. No termina en el despliegue de sus posibilidades genéticas.

Más aún, ningún hombre agota su especie. Incluso si existiera, como existe, el Hombre perfecto (Jesucristo), no se agota en sus manifestaciones. El hombre, perfecto o imperfecto, está abierto por dentro, es un "además" dialógico, que canta a la creación (inerte o viviente o amante).

El amor (la comunión) con las demás personas no debe igualizarse al amor de las cosas o de los animales o de las flores.
El amor a las personas se replica en nuestro interior, provoca el canto, que es aceptado y amado por los otros.

Un perro, a lo más, dirá "guau, guau", o moverá el rabo.






Ideas inspiradas en la preguntas nº 45 y 46 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.


Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
9.2.3 ecología
1.5.0 otro;
6.1.0 especie

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