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¿Es autosuficiente la persona humana?

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No.
La persona no tiene réplica en su interior.

La persona no puede saber en su intimidad quién es. No puede saber qué espera el Creador de ella. (Y menos aún puede darse el ser, realizándose).

Por eso se aviene sin dificultad (dócilmente) a hacer algo, a buscar el don que le permitirá ser aceptada por Dios y conocerse como Dios la conoce.

La persona es dócil porque se abre inherentemente al mundo, al propio cuerpo, para constituir su don con el que busca destinarse a Dios.

El intelecto personal se desdobla gracias a la sindéresis, que es una voz interior, que le impele a obrar: ¡haz el bien!, ¡lo tuyo es obrar!

El yo (hábito de sindéresis) impele: lo tuyo es actuar. De ahí nace, trascendentalmente, nuestro sentido del deber.

La persona, desde el ápice de su yo es siempre "dócil", se abre inherentemente, irremediablemente, para responder al amar de Dios.

Hélas !, nuestra mala sombra (del yo) puede nublar el noble impulso y metemos la pata.








Ligero apunte a lo que Juan A. García González dice en: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 347-349
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