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¿Sólo los modernos han entendido la libertad?

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Generalmente se entiende que la filosofía antigua y medieval presentan la libertad versando únicamente sobre los medios (libertad predicamental o categorial), una libertad sólo para elegir y que la filosofía moderna propugna una libertad que es autonomía radical (libertad trascendental). 

Filósofos cristianos han considerado que esa autonomía radical es una rebelión contra Dios y por eso han buscado mostrar que la libertad en el hombre nunca es absoluta. Han mostrado un cierto recelo hacia la libertad, justificado por las proclamas anticristianas de algunos modernos.

En la actualidad se ha puesto en relieve que no debemos tener miedo a la libertad. Además, toda la filosofía cristiana está henchida de libertad. No en vano Jesús nos dijo que la verdad nos hará libres.

Para Eckhart (uno de los referentes de Polo) la libertad es el primero de los trascendentales, pero ya en san Agustín y santo Tomás se puede atisbar la libertad también como trascendental.

En el siglo XX, las filosofías de inspiración tomista han centrado el problema de la libertad en su carácter trascendental y no sólo en ser capacidad de elegir. Angel Luis González, en un artículo esclarecedor, apunta cómo cuatro autores bastante diferentes entre sí, Fabro, De Finance, Millán-Puelles y Polo, bucean en la tesis tomista de la trascendentalidad del espíritu.

La trascendentalidad de la libertad no es ajena a la doctrina tomista. Ser libre es ser dueño de los propios actos, no sólo mediante la voluntad (libre albedrío, elegir esto o aquello) sino también porque se domina el fin (libertad trascendental del espíritu).

También para los tomistas, y no sólo para los modernos, la libertad es trascendental, porque se tiene un dominio sobre nuestro ser trascendental.

La propuesta de Leonardo Polo, continuador no acartonado de Tomás de Aquino, es más audaz que los modernos, y al mismo tiempo respetuoso con cada uno.

¿Cuál es la propuesta de Polo que deja atrás a los tomistas del siglo XX?

La libertad no es sólo trascendental en el sentido de que puede crecer siempre más hasta aceptar el ser que recibe de Dios. Es decir, sería trascendental por ser relación con lo trascendental, con el sentido de nuestro ser, recibido de Dios.

(Un ejemplo de ese tipo de explicación lo tenemos en el esfuerzo divulgativo de Tomás Melendo, que siguiendo a Fabro y Cardona, multiplica ejemplos atractivos de esa libertad con sentido. Véase, por ejemplo, la logoterapia de Frankl).

Pero no es sólo eso, sino que la persona misma es libertad, novedad.
La persona no es una inteligencia y una voluntad limitadas por lo que Dios nos da.
Dios no nos limita al crearnos libres.
Podemos ser todas las cosas, somos radicalmente libres.

La creación de los seres libres es una llamada.
Una capacidad de respuesta.
Realmente somos hijos de Dios.







Inspirado y recogido de Angel Luis González, Ser personal y libertad. Anuario filosófico, n. 97

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