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¿Cómo fundamentar la Declaración Universal de los Derechos Humanos?

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Los conceptores de la Declaración podían asombrarse de que, teniendo ideas tan diferentes, todos estaban de acuerdo en aceptar esos derechos.

Sin embargo, aunque sea universalemente aceptada, no hay un acuerdo en el porqué.

Blanca Castilla, en Miscelánea poliana nº 49, de enero 2015,  resalta la importancia de encontrar el fundamento de esa aceptación.

¿De dónde viene la dignidad de la persona humana que la hace acreedora de tales derechos?

No basta decir que se debe a su naturaleza, más libre que los pájaros. Pues por mucha libertad que tengamos, si nadie nos quiere, es lógico que nos aborten.

Es cierto que la ley natural, (fórmula asequible durante siglos para expresar lo que es la sindéresis), puede seguir sirviéndonos para entender lo evidente: que no es lo mismo un cerdo que un futbolista (por muy cerdo que sea).

Pero ¿por qué es evidente?

Porque aunque seamos un mal futbolista merecemos un "respeto".

Es el respeto debido a los hijos de Dios.

La propuesta poliana de una antropología trascendental es un cuadro pertinente para comprender la razón de ser de ese respeto.
No somos solamente criaturas, sino hijos. Nuestra naturaleza y nuestro ser es como la de nuestro Origen.

Los animales, su esencia, es un sencillo despliegue de las condiciones iniciales del universo físico.

Las personas, sin embargo, nos salimos del universo, pues estamos abiertas por dentro "hacia" el Creador, somos hijos, pues Dios nos ha hecho como Él es: abiertos por dentro, comunicando, familia.

El Universo físico,  solo, (cosa imposible) sería una tragedia. Como un blog cuando su editor desaparece.

Pero el hombre solo, eso no es tragedia, sino absurdidad.

La filosofía de Polo investiga el por qué es absurdo.

Don Leonardo nos lo dice: la persona es "relación" subsistente en el orden del Origen.
Relación subsistente en el orden del Origen es dependencia del Origen en el modo de relación insistente, intensiva hacia el Origen. Del mismo modo que el Origen es, por dentro, Relaciones subsistentes, nosotros somos hijos.

El Universo físico es "persistencia" subsistente en el orden del Origen. Depende del Origen en el modo sencillo de la persistencia.

El hombre no solamente persiste, sino que insiste, es "hijo", como su Padre, hijo de Dios.

El acceso a las relaciones transcendentales que se alcanzan con el método poliano del abandono del límite, permite fundamentar la dignidad de la persona: podemos hablar con Dios porque somos sus hijos.

Somos, y ése es el gran descubrimiento filosófico, relaciones subsistentes (como las Personas divinas), pero creadas, en el orden del Origen.


Un respeto, por favor.
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