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¿Cuál sería la estructura básica de un hombre, de una persona humana?

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Juan A. García González, el 1 de julio 2009, en su blog para los polianos, nos propone un objeto de discusión.

Lo enuncia en cuatro preguntas, que trato de responder:

1. ¿podríamos pensar la estructura básica de la persona humana en lugar de como un compuesto de cuerpo y alma, con la dualidad interior-exterior, apertura hacia dentro y hacia fuera?

Respuesta 1: Pensarlo, lo podemos pensar. Pero no me gusta nada eso de "básica", como si la persona tuviera un cimiento, una estructura que hace de base.

Pienso que la mejor vía para pensar la estructura de la persona humana es la de la "comunión".  Las dualidades están al servicio de la comunión.
Cualquier dualidad sirve para hacerse una primera idea de lo que es el hombre, porque el hombre es un "ser dual".

2. ¿qué se ganaría o perdería con ello?

Respuesta 2: Se pierde claridad.
En efecto, lo más inmediato en esta vida es ver los cuerpos. Cuando decimos que el hombre es cuerpo y alma nos situamos sencillamente ante el hombre.

Ya ves cómo la gente se complica cuando, como dice san Pablo, explicamos que el hombre es cuerpo, alma y espíritu. No es fácil explicarlo a la gente sencilla.

Si tenemos que elegir, yo me quedo con "espíritu en el tiempo".


3. ¿se puede decir que el organismo y las facultades, la entera naturaleza humana es exterior a la persona?

Respuesta 3: No.
La persona esencializa el universo, haciéndolo su mundo.
Y es gracias a ese mundo como comunicamos, como entramos en comunión con Dios y con los demás.
El mundo nos une.

El organismo y las facultades son exteriores sólo en cuanto que los "pensemos" como creación de Dios a la espera de ser asumidos por la persona.
Incluso la vida recibida de nuestros padres no es completamente intracósmica.
En la realidad de nuestra vida "humana" nada es exterior.

4. ¿sólo en la interioridad e intimidad accede el hombre a Dios?

Respuesta 4: Sí.
Pero para ser aceptado el hombre necesita del mundo, necesita vivir esencializando el cosmos.
Es su regalo, su don, su canto, que le permite gozar de la Comunión.

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