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¿Es la apertura íntima, la última dualidad humana?

.

No.

La apertura íntima no es la última dualidad humana.

La apertura íntima, aún se dualiza con otra apertura

aún más íntima.

Polo la denomina apertura transcendente por abrir

el ser humano más allá de su propia intimidad.

Y eso, gracias a la "llamada inicial" (que denominamos

"gracia primera").

La apertura transcendente es más íntima a la persona que su propia intimidad. Es una apertura que transciende la intimidad humana profundizando en ella.

No es una apertura hacia afuera, que es inferior a la

apertura íntima.

Es abrirse "hacia" el Origen al responder a su llamada.

Es una apertura superior, más íntima que la intimidad.

Y al estar abierta, al abrirse desde el inicio, la persona

humana podrá "saberse" dual. 

Puede reconocerse dual en su interior, pues se dualiza

hacia Dios, "si quiere".

Ese "querer" apunta a un desdoblamiento inherente a

la persona humana. El desdoblamiento del quién que

somos con nuestra manifestación o "esencia humana".

Quizá necesiten ustedes recordar cómo Polo ha

formulado las dualidades en la intimidad del ser 

personal.

La apertura interior de la persona humana no es otra cosa que la dualidad intrínseca del acto de ser personal.
 Los cuatro trascendentales personales se convierten

 entre sí y conforman lo que es la Intimidad de la

 persona. 

Sin embargo, en la apertura interior rigen el primero

 (Co-ser) y el segundo (Libertad). Co-existencia libre.


 La apertura hacia adentro es la dualidad íntima
 de 

la criatura humana que busca a su Creador. No es otra

 cosa que la profundidad de la persona.



En esta apertura rigen el inteligir y el amar personal.



Adam Solomiewicz propone una dualidad aún más

radical: nacer-destinarse. 

Que podemos formular como un nacer-destinándo.se

Pues bien, tanto la dualidad radical como la doble

 apertura íntima no son la última dualidad humana.


Gracias a la "llamada inicial" la apertura íntima se abre

más allá de su intimidad, hacia Dios.

Es la apertura transcendente.



Y no olvidemos el "querer". La intimidad lleva

inherentemente otra apertura: su manifestación

esencial. Llamaremos apertura inherente a la

dualidad "acto de ser personal" – "esencia humana".

Comprendan bien que desde el nivel más bajo de

 nuestra "vida" (de nuestro disponer) está presente la

llamada inicial de Dios.


Porque somos en Dios, vivimos humanamente, si queremos.






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