Para Aristóteles (20.4.2) hay dos modos de
incorporación de la verdad a la mente (noús).
Un modo es el pensamiento "objetivo",
que capta las esencias de las cosas.
Otro modo superior es una incorporación más íntima,
más intensa, a la que llama "hábito".
El conocimiento "habitual",
intuitivo-intelectual, consiste en una "memoria" intelectual.
La mente no se olvida de nada esencial; si se
olvidara, sería imposible la globalización, el ver con creciente claridad la unidad de orden.
Tú no eres sólo tú.
Eres, lo sé desde dentro, mi amigo.
No me olvido.
Pero Polo deja más claro el asunto cuando dice que "memoria" significaría el poder de volver a repetir el acto. Por ejemplo, recordar que eres mi amigo.
Sin embargo, hábito no es solamente el poder de repetir un acto de conocer, sino que es conocer más, saber que sé que eres mi amigo.
La persona, dice Juan, es saber de sí.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.65.2
.
¿Cómo se llama el conocimiento que se desarrolla entre dos personas al amarse? Porque ese no es objetivo, no podemos objetivar un acto de ser, menos aún el de la persona...
ResponderEliminarTenemos un conocimiento "habitual" de la vida de las demás personas, (su esencia) gracias al hábito de sindéresis. Ver-yo - querer-yo.
ResponderEliminarPero el acto de ser de las demás personas lo alcanzamos abriéndonos gracias al hábito de sabiduría.
Salvador Piá opina que hay un abandono del límite interpersonal. Juan A. García lo niega absolutamente.
Pues una cosa u otra... ¿Por qué Juan lo niega?
ResponderEliminarRafa, pues no lo sé. Ciertamente es un poco osado.
ResponderEliminarPor lo pronto me contento con releer las páginas sobre las aperturas de Salvador Piá en su libro"El hombre como ser dual" que me abrió los ojos a mí.
En la página 357 Habla de la coexistencia-amorosa-con el prójimo.
Es un tema difícil.
Iremos poco a poco.
Courage !
Es osado, de hecho se sale deL conocimiento filosófico, de la tradición, pues se trata de un conocimiento que no es objetivo, ya que el amor no puede conocerse por abstracción, sino solamente cuando "está en curso", cuando se desarrolla entre las personas. Se conoce en el dar-se y siendo-amado.
ResponderEliminar¿Puede ser?
No he leído a Piá.
El Inteligir personal, gracias a la Libertad trascendental se torna en búsqueda de su identidad y también en búsqueda de aceptación. El don de la persona es su vida. Sólo sabremos si es aceptada en el Juicio. Abandonando el límite podemos saber Quién nos ama trascendentalmente.
ResponderEliminarNo hablamos aquí del "tiempo". El estar en curso es temporal, de la vida humana. El abandono va más allá de la vida.
El amor en curso también se conoce habitualmente, pero no se necesita del abandono.
Claro, no podemos decir que el amor "está en curso" precisamente porque en el amor no se objetiva, sino que se da. No podemos objetivarnos para darnos, no podemos pensarnos amando, porque eso no es amar: el amor se da en la co-existencia. Pero el asunto es que amar es más que existir o coexistir, es aún más creciente, porque está enraizado en la vida misma de Dios. Para amar al otro, hay que ver-le como le ve Dios y hay que ser como es Dios: ser para el otro que subsiste porque se entrega. Esta manera de ser, que es el Ser como tal, es la que se da en la Trinidad, claro está.
ResponderEliminar¿Puede ser?
Cher Rafa, no debemos confundir el nivel de la manifestación de la persona (la vida, la esencia humana), con el nivel trascendental que está fuera del tiempo.
ResponderEliminarPara amar en la vida que vivimos, tenemos que objetivar, pues para dar algo tenemos que poseerlo. La voluntad se mueve por el bien "conocido".
Otra cosa es el conocimiento que alcanzamos de las personas, como semejantes, al ejercer los hábitos trascendentales.
Pero la persona humana no está "completa" hasta que no culmina su don. Y ese don es "esencial". Amamos a los demás, aunque no los veamos como los ve Dios. Aunque en la medida en que alcancemos ese ver divino, los amaremos mejor.
No los vemos como los ve Dios... salvo que se te conceda verlos como tales, ¿puede ser?
ResponderEliminarEl don nunca culmina... En el cielo continúa, ¿no? Tanto por nuestra parte como por la de Dios.
¿La fe es objetiva? Este saber no sabiendo (...), toda ciencia trascendiendo.
Cada uno de nosotros no conocerá quién es hasta el Juicio. Así que menos vamos a conocer a los demás.
ResponderEliminarEso no quita que sepamos mucho de los demás.
Vale por tanto tu afirmación en el sentido de que debemos intentar ver cada vez mejor a los demás como los ve Dios.
El don nunca culmina, siempre podremos dar más, como el Fuego.
En cuanto a la fe, debemos distinguir:
a) la fe sobrenatural como apertura transcendente que anticipa lo que veremos en el Cielo.
b) la fe natural, que es también apertura transcendente, por la que estamos abiertos al conocimiento de Dios.
Estas dos aperturas transcendentes son trascendentales.
c) la fe que vivimos o fe esencial. Cuando hablamos coloquialmente de la fe, estamos hablando de la redundancia de esas aperturas en nuestra inteligencia y nuestra voluntad. Lo que nosotros conocemos en la vida es la repercusión del Inteligir personal, abierto transcendentalmente, en nuestra inteligencia y nuestra voluntad (es decir, a nivel esencial, desde el yo que es el ápice de la esencia).
Al decir que tenemos fe, expresamos que nuestra inteligencia (nivel esencial) adhiere a las verdades reveladas, movida no por la evidencia racional, sino por una evidencia que proviene de la redundancia en la inteligencia de la Luz que ha penetrado el Inteligir.
El ver-yo de la sindéresis es elevado y alcanzamos la evidencia, por ejemplo, de que Jesús nació en Belén. Ese conocimiento (Jesús nació en Belén) es objetivo. Pero es evidente no por la luz de la razón natural, sino por la Luz sobrenatural.