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¿Cuáles son las dimensiones del hábito?

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Tres son las dimensiones del hábito: la tenencia, la disposición y la relación.

La tenencia es clara en los hábitos categoriales: me pongo un sombrero.

La disposición es clara en los hábitos adquiridos por las potencias espirituales: sé nadar o ser oportuno.

La relación se muestra especialmente en los hábitos superiores.

En efecto, la sindéresis, el hábito de los primeros principios y el de sabiduría (que son hábitos superiores) abren la persona, respectivamente,  a relacionarse con su obrar, con el universo y con su intimidad, también divina.

La gracia, la esperanza, la fe y la caridad (que también son hábitos superiores) son distintos modos de abrirse la persona a su creador.

Se trata de relaciones existenciales, no categoriales, que tornan a la persona en coexistente.

No son relaciones subsistentes (eso se queda para las personas divinas), pero tampoco son relaciones accidentales, ya que están en el orden del ser. Las llamaré (aunque algunos no lo aprecien) relaciones trascendentales.

A todos los niveles el hábito aparece como continuación del ser: sombrero, simpatía, filiación divina.

Y eso es así porque su ser es inacabable, siempre además.




Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 335.4


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