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¿Cuál es el hogar de la religiosidad?

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La libertad.

A lo largo de la historia el hombre se siente prisionero del Poder de la Necesidad.
Ante lo tremendo de lo último, de lo santo, a lo más que llega es a callarse.

Ya en las preculturas, la humanidad vivía con la nostalgia de un tiempo en el que el Poder era Padre. Todo se complicó y se enredó tras los errores peculiares a la libertad.

¿Qué hacer? Recuerden ustedes que la religiosidad es asunto práctico. ¿Utilizar conjuros mágicos? ¿Resignarse a tejer y destejer, esperando a que Ulises vuelva? Y cuando vuelva como Dionisos… volver al aburrimiento de la vida?

¿Y si me fundo como las campanas? ¿Será mi hogar el fuego?

Sólo si el Santo me llama, sólo si Dios me encarga una tarea, mi horizonte se abre a la esperanza.

Libre para ser hijo (libertad nativa), libre para destinarme (libertad de destinación). Ahora sé cuál es mi camino : la libertad.

El hogar de la religiosidad (despejado y cálido) es la libertad.

Así les propongo un sencillo esquema sistémico del último  capítulo de "Quién es el hombre".

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.

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