Porque la filosofía del conocimiento en Kant
se suelda con una gran decepción. Se queda desamparado al constatar los límites
de la razón.
El objeto pensado constituye el pensar
riguroso de las ciencias.
Pero trascendentalmente es otro cantar, aquí
no hay rigurosidad.
Las ideas sólo regulan: nos orientan en un
firmamento agnóstico, sin certezas. Sólo una fe ciega procura el orden ficticio
que nos permite vivir.
Lo que le pasa a Kant es que no se sabe hijo.
No conoce a su Padre. Es un huérfano arrojado en el mundo.
De esto habla Leonardo Polo (p. 26.4) en su artículo “La persona humana como
relación en el orden del Origen”. Publicado en Studia Poliana, 14 y en
Miscelánea poliana, nº 30.
El tema del "arrojo" es muy heideggeriano. Un saludo. A ver si nos ponemos en contacto.
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ResponderEliminar. Cher Rafa,
Nuestro amigo común me dijo que te encontró en la estación de autobuses. Lástima que no pudiérais viajar juntos.
Mi correo es donnersansperdre@gmail.com
No estaré en Kinshasa hasta el 29 de septiembre. Ahora tengo 10 días en el interior sin internet. Tengo ganas de poder escribirte.
À bientôt
Joseph Kabamba