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Sí.
A todos los niveles, los hábitos (ver etiqueta 17.3.1) nos dotan de libertad.
Soy más libre gracias a internet (hábito categorial o hábito del cuerpo, de mis dedos que teclean).
Soy más libre gracias a mi serenidad (hábito del alma).
Soy radicalmente libre gracias a mis hábitos superiores que me permiten abrirme (relacionarme) íntimamente, trascendentalmente, con Dios y las criaturas, y ofrecerles, si quiero, mis dones.
Mis dedos, gracial al hábito categorial, me permiten navegar.
Mi voluntad se volvería loca, ansiosa, sin la serenidad.
(Las potencias espirituales no se dan sin los hábitos pues, por ejemplo, ¿de qué me serviría conocer, si no sé que conozco?, sería un conocimiento meramente sensible, como el de los animales, esclavos de sus instintos).
Y a nivel superior, gracias a mi intimidad, abierta gracias a los hábitos, soy punto de partida que acepta y da, si quiere, los dones que recibo.
Mi ser más profundo no es interioridad psicológica, moldeada por mis genes, mis padres o por el Estado.
Mis hábitos superiores me dejan libre, me incluyen en el ámbito de la máxima amplitud para ser además, en la medida en que quiero.
Soy libre gracias a mis hábitos.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 337.2
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