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¿Se parece el hábito a lo que suele llamarse experiencia de la vida?

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Sí.

La experiencia de la vida le hace a uno capaz de darse cuenta de cómo tienen que ver entre sí los acontecimientos.

Es un "refuerzo" de nuestro modo de conocer que amplía el ángulo visual.

El hombre prudente no es el apocado, sino el que descubre oportunidades y alternativas gracias a la experiencia adquirida.

La experiencia de la vida, cuando está bien coordinada, es un hábito noético-práctico llamado frónesis (prudencia).

La madurez sabe conjuntar, superando el mirar a través de un canuto, sin dejarse llevar por estímulos deslabazados.

El hombre prudente contextualiza.
La prudencia es una forma práctica de visión global (1.17).

El hábito bueno da al sabio la profundidad de su mirada.

La altura del águila.
Su planear veloz.

Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.66

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