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El hombre es el animal que tiene razón.
El Filósofo saca provecho de su descubrimiento del par potencia-acto.
Existen aún seres más performantes que los animales, porque su crecimiento es irrestricto : se salen del universo.
Poseen una luz interior (divina, la llama) que les permite conocer las cosas tal como ellas son independientemente de los cambios.
Este conocimiento les permite ponerle nombre a las cosas : “agua”, “fuego”, “hermano”, “tristeza”, “pájaro malo”, “pájaro bueno”, “pájaro loco”.
Esta potencia intelectual no es inherente al cerebro porque no es algo concreto, determinado, que pueda estar unida a un órgano o a un cambio físico o a un potencial eléctrico.
La sensación del agua fresca que tienen los animales sí es concreta y aunque en sí misma es inmaterial, está ligada al cerebro.
Pero decir “agua” sabiendo lo que es el agua y lo que es el agua fresca, y que ese agua “existe”, no hay circuito cerebral que lo contenga.
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