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Es la remitencia propia de los actos de querer.
Es la intención volitiva que se tematiza como "intención de otro".
Los actos de la inteligencia tienen intencionalidad de semejanza, poseemos en nosotros algo de lo que en realidad es otro, asimilamos lo que en realidad es otro distinto de nuestro yo.
Los actos de la voluntad tienen intencionalidad de alteridad, pero esa alteridad no es de semejanza.
La voluntad quiere "más" otro. No se detiene en lo que ya es. Quiere más.
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Dos cuestiones al respecto:
ResponderEliminar- no sólo la voluntad se refiere a lo otro; sino que quiere correspondencia, y ésta depende del otro
- pero entonces: la inteligencia es inmanente, y ¿la voluntad no?
Tú sabes más que yo.
ResponderEliminarA mí me parece que tanto los actos de la inteligencia como los de la voluntad son inmanentes, en el sentido de que no son transitivos.
Son actos elícitos.
Es en este plano en el que estamos hablando de la intencionalidad
Ahora bien, tanto la voluntad como la inteligencia dependen de la persona a través de la sindéresis.
Por los actos de querer queremos más otro, queremos el bien.
La correspondencia la quiere la persona, queriendo.
Por los actos de conocer poseemos la verdad, que es también trascendental. Nos abrimos al otro. Es la persona también la que se abre.
Ya me dirás
Interesante post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)
ResponderEliminargracias por la lectura dada ahora se mas de la alteridad ^.^
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