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Para Aristóteles la potencia más alta del hombre, que es la inteligencia, tiene como causa final el fin absoluto, que es Dios.
Todo lo que el hombre puede hacer, vivir, conocer o querer, no es más que un medio para alcanzar el último fin : la contemplación de Dios.
Somos unos viajeros hacia la intimidad de Dios.
El hombre se va autoperfeccionando, adquiriendo hábitos.
Su vida es una hiperformalización que hace cada vez más asequible la consecución del fin último : ver a Dios.
Glosa a Genara Castillo. Planteamiento poliano de la constitución y desarrollo de la vida humana. Studia Poliana p. 19.3
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